“Si estas
proteínas se obtienen de pesquerías extractivas, la acuicultura deja de
ser una alternativa a la sobrepesca y pasa a contribuir a ella,
convirtiéndose finalmente en un riesgo para los ecosistemas marinos
naturales”
ECOticias.
La acuicultura surgió inicialmente como una iniciativa ecológica
para reducir la presión pesquera y cubrir las necesidades de
alimentación humanas. Pero se enfrenta a un problema: los consumidores
prefieren especies carnívoras, como el salmón y el bacalao, que
requieren toneladas de proteínas de alta calidad para su rápido y óptimo
desarrollo.
“Si estas proteínas se obtienen de pesquerías extractivas, la
acuicultura deja de ser una alternativa a la sobrepesca y pasa a
contribuir a ella, convirtiéndose finalmente en un riesgo para los
ecosistemas marinos naturales”, señala a SINC Alba Ardura, autora
principal del estudio, publicado en Fisheries Research, e investigadora del departamento de Biología Funcional de la Universidad de Oviedo.
El equipo de investigación analizó un fragmento de ADN procedente de
piensos comerciales destinados a cíclidos de acuario, salmones de
acuicultura y peces marinos de acuario. Tras eliminar el aceite y las
grasas de la comida, se obtuvieron secuencias de ADN que se compararon
con bases de datos públicas para identificar las especies halladas.
A partir de las muestras de alimento para peces, cedidas por
productores y adquiridas en tiendas de animales, los investigadores
detectaron en los piensos ocho especies de peces marinos salvajes que
pertenecen a altos niveles tróficos en la cadena alimentaria.
Los desechos industriales derivados del procesamiento y comercialización para consumo humano de la anchoveta peruana (Engraulis ringens), el espadín (Sprattus sprattus), el bacalao del Pacífico (Gadus macrocephalus), el merlán (Merlangius merlangus), el arenque común (Clupea harengus), el lanzón del Pacífico (Ammodytes personatus), el jurel (Trachurus symmetricus), y la caballa pintoja (Scomber australasicus) permiten fabricar harinas de pescado para peces de acuicultura.
Sin embargo, según la investigadora, “algunas de las especies
encontradas en estos piensos se comercializan en fresco sin procesar, y
se sospecha que su aparición en piensos para acuicultura procede
directamente de pesquerías extractivas”. Es el caso particular del
arenque y del lanzón del Pacífico.
La investigación sugiere que la acuicultura se mantiene en parte por
las pesquerías, y los peces de acuicultura son alimentados por peces
salvajes vendidos “enteros” (sin procesar) y frescos directamente de los
buques de pesca.
Proteínas vegetales, una alternativa
“Si se utilizan especies procedentes de la pesca extractiva para
alimentar peces de cultivo, entonces la acuicultura no contribuye a
minimizar la sobrepesca”, advierte la experta quien propone revisar
“urgentemente” la composición de los piensos de acuicultura para
sustituirlos por otras proteínas. El objetivo es disminuir la
explotación de poblaciones naturales de peces.
Ardura plantea aumentar los esfuerzos para conseguir proteínas de
alta calidad procedentes de otras fuentes, como las proteínas vegetales,
que permitirán suplir las necesidades nutricionales de los peces
cultivados. De este modo se logrará “minimizar el impacto de la
acuicultura sobre las poblaciones salvajes”.
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