martes, 21 de agosto de 2012

Chapuzón en la mina



Medio kilómetro de arena de cantera encima de una vieja mina de lignito inundada en la orilla del mayor lago artificial de Europa y a la sombra de la central eléctrica más potente de España. Con el verano enfilando la recta final, centenares de vecinos de As Pontes se pasearon ayer por la flamante playa urbana que Endesa les ha construido a 300 metros de la puerta de casa, en un pueblo minero tirando a gris industrial y que genera un buen pico (5%) de toda la electricidad que consume el Estado, con 2.312 megavatios de potencia instalada.
En los último cuatro años, al Springfield gallego le ha crecido un lago de 8,7 kilómetros con dos islotes y un arenal de 435 metros de largo que han transformado para siempre la geomorfología de una localidad que echó el cierre a su yacimiento de carbón en diciembre de 2007 y que ahora aspira a convertirse en un referente turístico para los deportes náuticos como alternativa a la minería.
La nueva playa prefabricada de As Pontes es cualquier cosa menos típica. Para empezar, desde la arena se ve la altísima chimenea de la térmica (356 metros), en la lista negra de los ecologistas como uno de los puntos calientes de la contaminación continental. La temperatura media del agua ronda los 22 grados, más propia del Caribe que del litoral atlántico, por no mencionar que As Pontes está a 43 kilómetros de la costa y que hasta abril de 2008, el lago solo existía en los planos de Endesa para regenerar el inmenso hueco que abrió en el suelo medio siglo de extracción minera.
A este cúmulo de excentricidades, los ponteses (11.139 habitantes) han respondido con total naturalidad y mucho entusiasmo. A pie, en bici o en un trenecillo turístico patrocinado por el Ayuntamiento, multitud de vecinos y curiosos se fueron descolgando ayer durante toda la jornada por la pendiente vegetal que conduce hasta una playa colocada en el extremo del lago más próximo al pueblo. Oficialmente, el lago y su playa todavía son propiedad de Endesa pero un acuerdo a tres bandas entre la eléctrica, el Gobierno gallego y el municipio permitirá el acceso el libre y peatonal al arenal hasta que la Xunta pase a gestionarlo todo. De limpiar la playa y vigilar el baño, se encargará el Ayuntamiento pontés, que ya ha colocado bancos, papeleras y un cartel para anunciar la jornada del socorrista en una laguna muy azul que alcanza 206 metros de profundidad.
Con el cielo plomizo y el tiempo revuelto, los primeros en lanzarse al agua fueron cinco chavales de As Pontes y una niña que posaron sin pudor ante las cámaras como los primeros bañistas del lago. No hubo chapuzón oficial y sólo la edil pontesa de Industria, Montse García, se animó a remojar los pies en el agua tibia.
En total, son 35.000 metros cuadrados de playa sin nombre y formada con unas 100.000 toneladas de arena de cantera lavada. El arenal comenzó a tomar forma en 1999 a partir de una de las escombreras exteriores de la mina y los bañistas podrán adentrarse al lago por una suave pendiente de 50 metros y tropezarse con algunas de las especies acuáticas, truchas y bogas, que se colaron por las rendijas con el agua del río Eume y que han empezado a colonizar espontáneamente los 547 hectómetros de agua potable del lago,con una lámina de agua de 865 hectáreas, similar en tamaño al centro urbano de A Coruña). “Tuvimos que convencer a los escépticos de que esta era la mejor solución”, recordó ayer Francisco Aréchaga, directivo de Endesa. La semana pasada, Aguas de Galicia le dio el visto bueno al baño en el lago y Aréchaga destacó que la calidad del agua “excede con creces los objetivos del proyecto”.
La ley obliga a Endesa a reponer el daño ambiental causado por 50 años de extracción minera. Desde 1976 a 2007, la compañía extrajo del subsuelo pontés 261 millones de toneladas de lignito pardo para alimentar las calderas de los cuatro grupos de la térmica (1.400 megavatios) y ha invertido 250 millones de euros en adaptarse al carbón importado para contaminar menos y prolongar otras dos décadas la vida útil de su planta más productiva.
“Todavía no me acostumbro a decir que abrimos la playa”, bromeó el alcalde, Valentín González Formoso. El regidor socialista recordó que, desterradas por la mina y sepultadas por las aguas del lago, hay más de 50 lugares y “cinco o seis parroquias” que fueron sacrificadas para ejecutar este macroproyecto energético y ambiental. A Manuela Rochela, octogenaria vecina expropiada de una de esas aldeas inundadas, le tocó descorrer la placa conmemorativa. Un honor que agradeció emocionada. El Ayuntamiento y Endesa no dudaron en tirar de gaitas y castillos hinchables para hacer del estreno de la playa un día de fiesta total. En septiembre, los escolares pondrán nombre al arenal.

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