La situación de la rana dorada panameña, símbolo ecológico y cultural del país, es crítica y supone un reto para los científicos que buscan ponerla a salvo de el hongo mortal quítrido (Chytridiomicetus dendrobctides), que amenaza con extinguirla.
Investigadores reunidos esta semana en la capital panameña
reiteraron que el país centroamericano representa una esperanza para el
combate del hongo, puesto que es el único lugar del mundo en el que se
sabe con certeza dónde se encuentra y cómo se desplaza.
Hoy en
Panamá hay menos de quince ranas doradas viviendo en cautiverio,
mientras que las salvajes se enfrentan a una situación más crítica,
coincidieron científicos en una entrevista con Efe.
Según el
director del Centro de Conservación de Anfibios del zoológico panameño
de El Níspero, Edgardo Griffith, la rana dorada (Atelpus zetequis) se
extinguirá en una década si no se detiene el avance del mortal hongo
quítrido (Chytridiomicetus dendrobctides).
Ese hongo ataca la piel
de las minúsculas ranas, de color amarillo brillante y manchas negras
atigradas, produciéndoles una enfermedad conocida como quitridiomicosis,
y mueren aproximadamente dos semanas después de ser infectadas.
El
hongo entró a Panamá en 1993 por la zona fronteriza con Costa Rica, y
ha seguido moviéndose desde el oeste del país hacia la ciudad de Panamá,
donde entre 2010 y 2011 se detectó su presencia en el Parque Nacional
Soberanía.
Si no se hace "algo pronto, sencillamente no se van a
encontrar más ranas doradas en estado salvaje en Panamá", advirtió
Griffith.
El científico señaló que el Centro de Conservación que
dirige hace todo lo posible por mantener con vida a las ranas que han
sido rescatadas para buscar su reproducción, una tarea que se dificulta
cuando los anfibios presentan un cuadro clínico grave.
"La
situación de las ranas doradas en cautiverio, para el caso de Panamá, no
es muy buena, dado que tenemos menos de quince animales de los que han
estado (refugiados) en el Centro por cerca de siete a ocho años", indicó
Griffith.
Agregó que el problema de las que viven en estado
salvaje es más crítico porque en los últimos tres años, en los sitios
donde solía trabajar con esta especie, no ha vuelto a encontrar
especímenes.
Griffith fue uno de los participantes en el foro "El
impacto cultural y el estado de conservación de la rana dorada y otros
anfibios de Panamá" organizado por el Instituto Smithsonian de
Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés).
Festival nacional de la Rana Dorada
La
actividad se enmarcó en la celebración del Festival Nacional de la Rana
Dorada, que en este país tiene su Día Nacional cada 14 de agosto
gracias a una ley de 2010 que dio a ese anfibio el estatus de "símbolo
ecológico y cultural".
En el foro se citaron estudios científicos
que señalan que unas 165 especies de anfibios en el mundo pueden haberse
extinguido por causa del hongo quítrido.
Según esos datos
científicos, desde una tercera parte hasta la mitad de las 6.000
especies de anfibios identificadas en el planeta están amenazadas y
corren el peligro de desaparecer.
La extinción de especies se ha
sentido más en países como Ecuador, Panamá, México, Costa Rica,
Colombia, Venezuela y Brasil, según los estudios.
En Panamá hay
200 especies de anfibios (ranas, sapos, salamandras y cecilias), de las
que un 33 % están amenazadas por el hongo quítrido, afirmó el director
del Proyecto de Rescate y Conservación de Anfibios de Panamá, Roberto
Ibañez, que citó datos de la Unión Internacional para la Conservación de
la Naturaleza (UICN).
El proyecto que dirige Ibañez rescata ranas
para mantenerlas en cautiverio y, una vez controlado el hongo,
reintroducirlas en su hábitat natural.
Ibañez recordó que la
Autoridad Nacional del Ambiente panameña y el Smithsonian presentaron en
marzo pasado un Plan de Acción para la Conservación de los Anfibios en
Panamá, que incluye un programa de investigación, preservación y
educación a corto y mediano plazo.
Un hongo que se mueve a 30 km/año
Panamá
es el sitio ideal para llevar a cabo las investigaciones del quítrido
porque "es el único lugar en el mundo en el que se sabe dónde está y
dónde no está el hongo, que se mueve 30 kilómetros por año", afirmó el
director de Proyectos Especiales del Smithsonian, Adrian Benedetti.
La idea "es lograr un avance y esperar que lo que se descubra aquí también pueda servir a nivel mundial", agregó. EFEverde
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