Los
agricultores salmantinos recogen estos días las primeras sandías
amarillas maduras, que se dan, especialmente, en las comarcas de Ciudad
Rodrigo y Vitigudino, donde algunos ya las denominan como "la viagra
salmantina" por eso de que es un buen vasodilatador.
Se trata de un fruto un tanto misterioso, ya que,
científicamente, la sandía amarilla no es ninguna variedad frutal, sino
que es una transformación de la sandía común, cuya pulpa, en vez de ser
roja, se convierte en amarilla por la acción de los carotenoides, unos
pigmentos vegetales naturales que dan el color amarillo al fruto
mediante el proceso de la fotosíntesis.
Diferentes estudios, sobre
todo algunos realizados por la Universidad de Texas y por
investigadores agrarios de Oklahoma, avalan que la sandía amarilla es la
fruta (un 60% más que la sandía roja) que más citrulina (aminoácido
vasodilatador) natural tiene.
Nace de forma aleatoria
De
ahí que sea tan preciada y tan buscada, ya que este fruto nace de forma
aleatoria, debido a que se pueden sembrar pipas de sandías rojas y por
la acción natural volverse amarillas.
En zonas de la comarca de
Vitigudino, en pueblos de la frontera salmantina y en puntos de la
Sierra de Francia, algunos de los agricultores guardan con celo, de un
año para otro, las pipas de las sandías amarillas, para que al año
siguiente les vuelvan a salir del mismo color.
Además de sus
buenas dotes medicinales (buena para la hipertensión, previene la
degeneración de la mácula o mejora el funcionamiento del sistema
inmunitario), la sandía amarilla también es muy preciada por su sabor,
ya que, por lo general, es más dulce que la otra.
Leyenda
La
leyenda entre los agricultores de los pueblos dice que las sandías que
nacen de color amarillo se debe a la polinización, otros lo explican por
las propiedades del terreno e, incluso, algunos aseguran que se trata
de un híbrido entre la calabaza y la sandía.
Sin embargo, la única explicación científica en la acción de los carotenoides.
Este
fruto tan variopinto también es conocido, en función de los pueblos
salmantinos, como "Graciosa", "Melchora" o, incluso, algunos la llaman
"Paitilia".
En el pueblo de Cepeda, en la Sierra de Francia, donde
se ha creado un semillero de variedades autóctonas también guardan con
celo algunas pipas de sandía amarilla, para que no se lleguen a perder.
Desde
este centro, denominado ZAHOZ, comercializan, entre otras semillas, las
pipas de las sandías amarillas para todos los agricultores que las
quieran sembrar en sus huertos, con el fin de que no desaparezcan. EFE
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