Este hallazgo
supone la primera constatación de que el efecto invernadero trajo
consigo una subida de las temperaturas en este periodo más cálido que el
actual
ECOticias.
Investigadores de la Universidad de Oviedo aportan nuevos datos
sobre la relación entre el efecto invernadero y la subida de las
temperaturas en un estudio que publica la revista Nature. El trabajo
ofrece evidencias de un vínculo muy estrecho entre el descenso en el CO2
atmosférico y los enfriamientos y glaciaciones en el pasado geológico,
en un periodo sobre el que los científicos tenían dudas: entre 10 y 2
millones de años atrás.
Este hallazgo supone la primera constatación de que el efecto
invernadero trajo consigo una subida de las temperaturas en este periodo
más cálido que el actual y en el rango de concentraciones de CO2
esperado para finales de este siglo. La investigación se llevó a cabo
analizando el historial de la adaptación de las algas marinas a niveles
crecientes de CO2, que se produce mucho más rápido de lo que hasta ahora
se pensaba.
El estudio, firmado por las investigadoras Clara Bolton y Heather
Stoll, del Departamento de Geología de la Universidad de Oviedo, ha sido
financiado por el Consejo de Investigación Europeo (European Research
Council).
La investigación concluye en que la concentración de CO2 en la
atmosfera es clave para el clima, porque regula el efecto invernadero.
Asimismo es esencial para todas las plantas -tanto terrestres como
marinas-, como factor indispensable para la fotosíntesis. Cuando hay
poco CO2 la fotosíntesis puede ser más lenta, por lo que las plantas han
desarrollado mecanismos para compensar este déficit.
Así, muchas algas marinas emplean y transportan recursos de
carbono "extra", más abundantes en el océano, como bicarbonato. Sin
embargo, esta estrategia requiere más energía y nutrientes, por lo que
las algas dejan de usarla cuando la concentración de CO2 aumenta.
Un nuevo indicador ha permitido averiguar en qué momento del
pasado las algas dejaron de utilizar uno de estos recursos "extra" de
carbono. El resultado aclara tanto la adaptación de las algas a
distintas concentraciones de CO2, como el historial de cambios en el CO2
atmosférico.
Dado que algunas algas fabrican conchas microscópicas que se
acumulan en el fondo del mar -al igual que las conchas en la orilla- es
posible emplear estas conchas fósiles de las algas para averiguar cómo
éstas se adaptaron a los niveles de CO2 existentes mientras vivían.
CAMBIO EN LA COMPOSICIÓN QUÍMICA DE LA CONCHA
En este sentido, un nuevo modelo sobre cómo las células algares
transportan carbono revela que hay un cambio en la composición química
de la concha cuando la célula tiene que emplear recursos extra como el
bicarbonato para crecer. Midiendo la composición de las conchas fósiles
que han crecido en distintos intervalos de tiempo durante los últimos 60
millones de años, las autoras muestran que las algas empezaron a
depender mucho de las fuentes de carbono "extra" en un periodo
relativamente reciente, hace entre 7 y 5 millones de años.
Para los investigadores, el hecho de que la adaptación se produzca
en este periodo es sorprendente. Hasta la Revolución Industrial, el
clima llevaba enfriándose decenas de millones de años, con casquetes de
hielo formándose primero en la Antártida hace 33 millones de años y más
tarde en Groenlandia hace 2,5 millones de años.
Este enfriamiento estuvo generalmente asociado a una debilitación
gradual del efecto invernadero mientras el CO2 fue eliminado de la
atmósfera por procesos naturales. Por ejemplo, hay evidencias de un
descenso abrupto en CO2 hace 33 millones de años, coincidiendo con la
glaciación de la Antártida.
Sin embargo, la historia del CO2 atmosférico en los últimos 10
millones de años ha sido muy polémica, con varios estudios indicando un
nivel bajo y constante de CO2 a pesar de una tendencia climática general
de enfriamiento progresivo. "Los resultados del nuevo estudio indican
que el CO2 estaba en descenso y cruzó un umbral crítico hace
aproximadamente 7 millones de años, un resultado coherente con las
evidencias del enfriamiento del océano", afirma Heather Stoll.
Hasta ahora las únicas medidas directas del CO2 del pasado se
referían a los últimos 800.000 años y demostraban una relación muy
estrecha entre temperatura y el CO2, pero en periodos más fríos que el
nuestro. Para periodos previos había que emplear indicadores
indirectos.
El estudio, que se realizó a partir de sedimentos obtenidos en el
Caribe y en el Atlántico Sur, también indica que las algas se adaptan en
niveles de CO2 en torno a 500 partes por millón. Según explica Clara
Bolton, "estos niveles podrían alcanzarse a finales de este siglo debido
al uso de combustibles fósiles, y tal adaptación probablemente tendrá
consecuencias para los ecosistemas marinos en el futuro".
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