Las autoridades portuguesas se incautaron de 800 kilos
de almejas pescadas ilegalmente junto a Lisboa, en la orilla sur de la
desembocadura del río Tajo, en el océano Atlántico, y cuyo destino era
la vecina España.
La Guardia Nacional Republicana (GNR) interceptó una furgoneta en
Alcochete cuando se dirigía a España para revender esta especie marina,
normalmente capturada en localidades anejas a la capital lusa, como
Seixal, Barreiro, Montijo y la propia Alcochete.
En los últimos veinte meses, las autoridades locales aprehendieron en
la desembocadura meridional del Tajo cerca de 70 toneladas de almejas e
identificaron a más de 560 infractores, a los que se les aplica una
multa.
A comienzos de este mes, la propia GNR anunció la confiscación de 12
toneladas de almeja japonesa (Ruditapes philippinarum) "desprovistas de
cualquier vigilancia higiénico-sanitaria".
Especialistas sanitarios han alertado de que los bivalvos
furtivamente pescados pueden provocar problemas de intoxicación debido a
que no son debidamente tratados.
La almeja japonesa es la variedad que más se incauta en el estuario del Tajo.
Introducida masivamente a comienzos de la década de 2000, esta
especie ha crecido en los últimos años y ya existen pescadores furtivos
que logran apropiarse de una media de 120 kilos diarios, según
especialistas medioambientales.
El cultivo de almeja japonesa, una variedad de color café cuya talla
comercial es de 3,5 cm, se ha triplicado desde 1991 y entre sus mayores
productores mundiales figuran China, Italia, Corea, España, Francia y
Estados Unidos.
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