Eran ya las siete de la tarde cuando Sagrario Herrero, Yayo, empuñó
el micrófono y sacó media cuartilla con anotaciones subrayadas en rojo.
Enfrente, unas 800 personas aguantando como podían el calor que emanaba
del cemento recalentado de la Puerta del Sol. Todavía le temblaban un
poco las piernas. Esta era una cita grande. La noche anterior, las
plazas habían vuelto a llenarse para celebrar el aniversario del 15-M
y le tocaba participar como oradora invitada en la asamblea informativa
Desmontando Mentiras, organizada por el grupo de Economía de Sol. En
las asambleas del 15-M se procura no aplaudir. La aprobación se
demuestra haciendo el gesto, que algunos han bautizado como Mickey
Mouse, de girar las manos en el aire. Con Yayo Herrero, los mickey mouses se pusieron a dar palmas.
“La verdad es que quedé aturdida por la emoción durante un buen rato,
y dos días después, todavía se me ponía la carne de gallina al recordar
el momento”, cuenta en una cafetería cercana a la Puerta del Sol Yayo,
de 46 años, antropóloga, tutora de Educación Ambiental en la UNED y
activista de largo recorrido. Sobre la mesa, junto a su bolso, la
cuartilla subrayada en rojo que utilizó aquel día.
Comenzó su intervención explicando cómo el sistema en el que vivimos
está de espaldas a los procesos naturales, tanto del planeta como de las
personas; cómo la dependencia, los unos de los otros, es algo natural e
insoslayable: somos dependientes al nacer, lo somos en la vejez. ¿Y
quién realiza en la mayor parte de los casos ese trabajo invisible pero
fundamental para nuestras existencias?: Las mujeres. Primeros aplausos.
Planteó que hay que salir de esa lógica perversa de crecimiento,
beneficio y acumulación. Que el planeta tiene unos límites físicos: “El
ciclo del agua no se renueva al ritmo de la economía capitalista”. Que
el sistema no tiene en cuenta los límites de los cuerpos: “Da la espalda
a la enfermedad, a la discapacidad y a la muerte”. E invitó a los
presentes a que se plantearan cuáles son las necesidades reales del ser
humano.
Paradojas del mundo en que vivimos: el cuidado de la vida humana, en
muchas ocasiones, no está retribuido. No solo eso: en la escala del
prestigio social, ocupa un lugar bajo, como es el caso de tantas mujeres
inmigrantes que cuidan de los ancianos. ¿Qué es socialmente más
importante y qué debe ser recompensado?: ¿lo que hace esa mujer o lo que
hace un alto ejecutivo que solo multiplica beneficios a costa de
machacar el planeta?
Su intervención, que debía durar 15 minutos, sobrepasó los 20.
Reivindicó la necesidad de que haya rentas mínimas y máximas. Y sostuvo
que el capitalismo se presenta a sí mismo como una ley natural cuando
existen alternativas. ¿Cuáles?: “Una economía que coloque el bienestar
en el centro, en vez del lucro y la acumulación”. Desde aquella
asamblea, a Herrero se le han multiplicado las peticiones de
intervenciones en charlas y conferencias.
Yayo Herrero, que además de profesora es una de las tres
coordinadoras de Ecologistas en Acción, se muestra muy optimista, a
pesar de la que está cayendo: “En el último año y medio el resurgir de
la política en la calle ha sido impresionante”. En el aniversario del
15-M, observó un salto cualitativo importante en madurez, discurso y
análisis del movimiento ciudadano. “Vivimos una especie de golpe de
Estado global. No sabemos quiénes toman las decisiones. Al poder
económico la gente le importa un carajo”.
Herrero considera legítima la desobediencia civil y pacífica,
expresada en las ocupaciones de plazas, en la resistencia a los
desahucios y a las redadas indiscriminadas contra inmigrantes. “La
recuperación de la política en la calle es una condición necesaria para
poder darle la vuelta a las cosas”, defiende.
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