No hay mal que por bien no venga. La crisis ha disparado el desempleo en España.
ECOticias.
Ángeles Parra nos
recuerda que la crisis y el desempleo, a pesar de las situaciones
graves que llevan consigo, pueden ser también una oportunidad para
empezar a utilizar nuestro tiempo y nuestra energía en otra dirección…
No hay mal que por bien no venga.
La crisis ha disparado el desempleo en España. Y los recortes, también.
El neoliberalismo provoca el esquilmar los recursos naturales, pero
también los recursos humanos. Tarde o temprano, con el neoliberalismo
sale todo el mundo perdiendo. Pero el universo, ese extraño misterio,
se dilata y se contrae. Y, aunque haya personas que intentan corromper
el mundo, aunque las fuerzas más pérfidas y diabólicas se extienden allá
y acullá, también de la podredumbre surge el buen compost para
fertilizar la tierra. Así, con tanta crisis y tanto paro, muchos huertos
abandonados están siendo recuperados por parados y/o por familias a
las que les cuesta llegar a fin de mes. Otros, que ya están viendo las
barbas del vecino cortar, ya han puesto las suyas a remojar y han ido a
buscar al baúl de los recuerdos el viejo azadón del abuelo.
Todavía hay personas que, quizás
porque viven en otro mundo, o porque tienen mala fe, continúan achacando
el poco consumo de alimentos ecológicos a un precio excesivo de estos
productos. Es verdad que, cuando todos los miembros de una familia
están en paro, todo euro cuenta. Ahora bien, las razones por las cuales
un alimento “bio” tiene un precio de entre un 20/25% más elevado ya
las hemos comentado aquí muchas veces. Pero, aún así, acaban saliendo
muy baratos: salud para la familia, menos médicos, etc. Además, cuando
el cambio es integral, y el cambio en la dieta es transformador,
nuestros platos cotidianos también cambian: productos locales, de
temporada, con menos proteína animal, menos lujos y más esencia: y
precios más acordes con la situación actual.¿Pero
quién ha dicho que para comer productos ecológicos haya que ir siempre
al súper, a la tienda o al mercado? ¿Por qué no cultivarlos uno mismo?
¿No son los chinos los que dicen que de cada crisis puede surgir una
buena oportunidad para un buen cambio? Así, si hemos tenido la desgracia
de quedarnos en paro, ¿por qué no darle la vuelta a la tortilla y, a
la vez que seguir buscando empleo con ahínco, ocupar parte de esas
energías y tiempo que ahora nos sobra en recuperar aquel huerto, solar,
finca o terraza… para producir nuestros propios alimentos, orgánicos,
sanos y seguros? Realmente, lo veo por mi marido, un huerto tampoco
lleva mucho tiempo ni esfuerzo. Hay que ser, eso sí, muy constante,
periódico. Y la familia puede colaborar. Y si tenemos suficiente
espacio, también podemos poner un gallinero y tener huevos suficientes y
sabrosos. Y, al mismo tiempo, con la gallinácea, podemos fertilizar el
huerto. En mi casa, mi marido dedica, más o menos, unas ocho horas a
la semana en el huerto, de abril a agosto. De septiembre a marzo, muy
poco tiempo. Y apenas compramos verduras en todo el año. Sólo alguna
patata y alguna cebolla en invierno, cuando, por el clima de nuestra
zona de residencia, el huerto está muy improductivo y se nos ha acabado
la cosecha de verano. Y eso que mi marido ni tiene maquinaria ni es
ningún experto. Cualquiera puede cultivar sus propios alimentos. Mi
marido llegó a un acuerdo con un señor para que le cediera su huerto a
cambio de una parte de la producción. Si no tienes una finca, hay otras
formas legales y decentes de acceder a la tierra. Ahora mismo, también
muchos ayuntamientos están cediendo tierras y fincas a los ciudadanos
en todo el estado español. Infórmate al respecto.Por
la misma razón que, cuando hay crisis, todo euro cuenta… deberíamos
reflexionar y darnos cuenta de que la actividad hortícola familiar puede
darnos muchas alegrías eco-nómicas. Dejar de comprar verdura y alguna
fruta durante todo el año es un gran ahorro. Y, además, aprenderemos a
valorar cuál es el verdadero precio de los alimentos. Y, como que
comeremos de lo que tengamos, acabaremos teniendo una dieta más sana y
segura, local y de temporada. Y nuestra salud nos lo agradecerá. Y,
aunque volvamos a tener trabajo, ya no querremos abandonar nuestro
huerto. ¿Y si el trabajo que encontramos tiene que ver con aquella
ilusión hortícola que hemos hecho realidad? No hay que cerrar ninguna
puerta. Quizás nuestra salida laboral está allí donde nosotros no lo
creímos nunca. Ahora, eso sí, no hay nada bueno que se consiga sin
esfuerzo…
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