El Parque Regional del Sureste nació en 1994 tras su aprobación por
unanimidad en el Parlamento regional. La zona, “hasta ahora un degradado
patio de atrás para los madrileños”, como la definió entonces el
director de la Agencia del Medio Ambiente, Arturo Gonzalo Aizpiri,
engloba las vegas de los tramos bajos de los ríos Jarama y Manzanares y
afecta a 16 municipios. Las 31.552 hectáreas donde hasta esa fecha
operaban el 90% de las explotaciones mineras de la región pasaron a ser
un espacio protegido. La extracción de arena y grava dejó de ser
habitual, y terminó aflorando el hogar de 200 especies catalogadas (la
mitad protegidas), hasta convertirse en el segundo de la comunidad por
la extensión del territorio protegido.
“Por desgracia, tiene amplios espacios convertidos en vertederos.
Basta con darse un paseo por San Martín de la Vega, que está englobado
en el parque en un 80%. Hay zonas donde no das dos pasos sin tropezarte
con basura de lo que sea”, lamenta Carmen Villares, diputada regional de
Izquierda Unida. La Cañada Real Galiana, a su paso por el municipio,
presenta un aspecto desolador en algunos tramos, con restos de chatarra
de todo tipo, carrocerías herrumbrosas de coches, neumáticos deshechos
en tiras, electrodomésticos...
La vista se repite en algunos caminos públicos cortados ilegalmente
al tránsito de personas y pastoreo mediante barreras de piedra o zanjas
de tierra o incluso por vallas. “Vertidos incontrolados ha habido
siempre, pero se han acentuado en los últimos cuatro años, a raíz del
abandono de distintos caminos. Así, hay particulares que han privatizado
caminos que pasaban por entre dos parcelas suyas. Los han cortado al
resto de ciudadanos y se los han quedado. ¡Cómo si fueran suyos!”,
interviene Jesús Rivas, coordinador de IU en San Martín de la Vega.
La Comunidad, que es dueña del 10% del Parque Regional del Sureste
—el resto se lo reparten Ayuntamientos y particulares— explica que el
responsable de un vertido es quien lo provoca y en su defecto el dueño
del terreno. “El Gobierno regional no puede retirar sin más los
escombros de las parcelas privadas. No podemos entrar a los terrenos de
los particulares, la responsabilidad de retirar los vertidos es de los
propietarios”, observan desde el Ejecutivo autonómico. La Comunidad
asegura que interviene “inmediatamente” en la recogida de los vertidos
pequeños a los que tiene acceso. En el caso de que alcancen un tamaño
importante se retira con camiones y palas una vez al año.
Además de los humedales progresivamente cercenados por plataformas de
vertidos, o las acumulaciones de restos de podas, IU también cuestiona
“construcciones ilegales en el interior del parque”. “Entre ellas
resalta la de un lujoso chalet con nave independiente y vallado
perimetral de parcelación, cuyo permiso de construcción ha sido
concedido por el Ayuntamiento de San Martín de la Vega”, apunta
Villares. Según la legislación, dentro del parque regional no se puede
construir. El Consistorio (PP), con el que este diario se puso en
contacto en varias ocasiones, no dio ninguna explicación.
De lavadero a cloaca
La limpieza de San Martín de la Vega es un tema recurrente en la
localidad. El pasado mayo el PSM denunció el estado de abandono en que
se encontraba el lavadero municipal, a pocos metros del Punto Limpio y
la piscina municipal y adonde acuden los agricultores de la zona a
limpiar sus frutas y hortalizas. “Denunciamos que se encontraba repleto
de basura, con ruedas de neumáticos, sacos de yeso o especialmente botes
de insecticidas y herbicidas... Estimamos que podría haber más de 300”,
recuerda Rafael Martínez, concejal socialista del municipio.
Agricultores locales también critican que algunos vecinos habían
elegido el lavadero para cambiar el aceite de sus vehículos.
“Convirtieron el lavadero en un punto peligroso, con un altísimo grado
de contaminación medioambiental”, agrega Martínez. Tras la denuncia de
la oposición el Ayuntamiento limpió en 48 horas el área y le echó una
capa de tierra. La alcaldesa, Carmen Guijorro, achacó lo sucedido a “las
actitudes incívicas de unos pocos”.
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