Así lo explica
a SINC la investigadora mexicana Jazmín Duarte, que inició este
estudio en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC)
INNOVAticias.
“Para reducir las pérdidas que
genera cada año la corrosión de los materiales, valoradas en centenares
de millones de euros, tenemos que mejorar nuestra compresión sobre los
procesos corrosivos en los materiales, sobre todo en aquellos
diseñados específicamente para resistir la corrosión, como los aceros
inoxidables”.
Así lo explica a SINC la investigadora mexicana Jazmín Duarte, que
inició este estudio en la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC) y
continuó en el Instituto Max-Planck para la Investigación del Hierro
(MPIE, Alemania), donde ahora trabaja.
Duarte, junto a otros científicos alemanes y de la UPC, presentan ahora en la revista Science
un análisis de cómo la estructura a nivel atómico influye en la
resistencia a la corrosión de un acero o aleación integrada por hierro,
cromo, molibdeno, carbono y boro (Fe50Cr15Mo14C15B6). El cromo y el molibdeno son esenciales para convertir un acero en inoxidable.
En concreto, la distribución homogénea del cromo en un material
amorfo o vitrificado –como el del experimento en su fase inicial–
forma una capa de óxido protectora que le confiere alta resistencia a
la corrosión. Los científicos han observado que esta propiedad se
mantiene a unos 620 ºC, ya que aunque se forman unos pequeños cristales
de cromo, siguen repartidos por la matriz.
Pero la situación cambia cuando la aleación se calienta más. A 650
ºC aparecen nuevos cristales ricos en molibdeno, y a 800 ºC –por un
fenómeno de percolación– se genera una red donde se interconectan el
molibdeno y el cromo, que ya no se distribuye de forma homogénea y
pierde su capacidad protectora.
“No es sólo la composición, sino también la temperatura o factores
cómo el procesado del material y las condiciones de operación las que
modifican la microestructura y la hacen más o menos susceptible a la
corrosión”, comenta Duarte.
La investigadora destaca que estos resultados se han observado gracias a una técnica denominada ‘tomografía por sonda atómica’ (atom probe tomography,
en inglés), con la que se evaporan los átomos de la muestra uno a uno y
se proyectan hacia un detector. Esto permite obtener información
tridimensional sobre cómo varía la composición y morfología de los
elementos según se calienta la aleación.
Además de la importancia de los estudios a escala nanométrica, “como
guía práctica podemos concluir que una clave para obtener materiales
más resistentes a la corrosión y de menor costo –por la introducción
de elementos anticorrosivos– es la posibilidad de generar una
distribución homogénea de los elementos en la aleación”, resume Duarte
.
Referencia bibliográfica:
M. J. Duarte, J. Klemm, S. O. Klemm, K. J. J. Mayrhofer, M.
Stratmann, S. Borodin, A. H. Romero,M. Madinehei, D. Crespo, J.
Serrano, S. S. A. Gerstl, P. P. Choi, D. Raabe, F. U. Renner. “Element-Resolved Corrosion Analysis of Stainless-Type Glass-Forming Steels”. Science 341, 26 de julio de 2013.
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