Benny
y James son un par de llamativos halcones Lanner, criados en Arabia
Saudita, que llegaron a Estados Unidos hace unas semanas con la misión
de cambiar la vida de jóvenes urbanos en riesgo.
Si eso suena poco probable, entonces también lo es la historia de
Rodney Stotts, en cuyo brazo enguantado los halcones se posan una mañana
de verano en una exuberante floresta a media hora de Washington.
Stotts, de 41 años, es uno de los pocos afroestadounidenses que posee
una licencia de cetrería, lo que le permitió atrapar, entrenar y
mantener a las aves de rapiña.
"Yo era un traficante de drogas típico. Vendía coca. Hierba.
Píldoras. Casi cualquier cosa que pudiera conseguir para ganar dinero
con ello. Llevaba numerosas armas de fuego", dijo a la AFP.
"Pensé que lo sabía todo", agregó Stotts, que luce un gorro de lana,
un auricular Bluetooth y una sonrisa cautivadora. "Engreído como todos
allí afuera. Cabeza dura. Testarudo. Hacía cualquier cosa que tuviera
que hacer para conseguir lo que quería tener".
No era el único viviendo al límite, pero tuvo la suerte de seguir
vivo. En 1992, año en que asistió a no menos de 33 entierros de personas
que conocía en el sureste de Washington, empezó a cambiar su vida.
El primer paso fue la organización sin fines de lucro Cuerpo de
Conservación de la Tierra (Earth Conservation Corps), creada bajo los
auspicios del entonces presidente George H. W. Bush para impulsar
proyectos ambientales organizados por jóvenes en todo Estados Unidos.
Así, fueron contratados Stotts y otras ocho personas para limpiar el
Bajo Beaver Dam Creek, un afluente del río Anacostia que corre por el
lado este de Washington antes de juntarse con el río Potomac.
"Quitamos 5.000 neumáticos. Motores de coches. Motos. Sofás. Sillones. Cómodas. Lo que se le ocurra", dijo.
"Entonces, como tres semanas después, empezamos a ver tortugas y
castores y las grandes garzas azules volaban de vuelta a través del
arroyo. Eso realmente nos hizo despegar, y no pudimos detenerlos", dijo.
Con el tiempo, la limpieza dio lugar al retorno del águila calva, el
ave nacional de los Estados Unidos, a los cielos de Washington por
primera vez desde 1954 - e incentivó el interés de Stotts por las aves
de rapiña.
Reconoce que ya ha entrenado a unas diez aves, a las que alberga en
caballerizas que construyó detrás de su casa en los suburbios de Fort
Washington, Maryland, y a algunos de ellos los ha regresado a la
naturaleza.
No contento con la captura y la formación de las aves en su hábitat
natural, Stotts viajó con sus amigos alados por parques locales, clubes
de niños y hospitales, e incluso casas de la tercera edad para compartir
su pasión.
"Llevo 96 días seguidos, sin descanso, sólo yendo a lugares, llevando
las aves", dijo. "Caminas por la calle con un búho en el brazo y paras
el tránsito".
"La reacción inicial de la mayoría de la gente es de estupor, porque
soy un hombre negro y nunca han visto a un cetrero negro", dijo.
"Después de superar el impacto inicial, todo va bien."
Hoy Stotts es coordinador del programa para aves rapaces Wings Over
America (www.wingsoveramericadc.org), una rama del Cuerpo de
Conservación de la Tierra que utiliza aves de presa para conectarse con
los jóvenes en situación de riesgo e inspirarlos a cambiar sus vidas.
El cetrero estadounidense Rodney Stotts, de 41 años, con James, uno
de los halcones Lanner criados en Arabia Saudita que desde hace unas
semanas llegaron a Estados Unidos para ser entrenados en la sede de la
organización Wings Over America, de la que Stotts coordina el programa
de aves rapaces, que busca rescatar de la violencia y cambiar la vida de
jóvenes estadounidenses en riesgo.
Dallas Coleman, de 20 años, recibe entrenamiento junto a James, uno
de los halcones Lanner criados en Arabia Saudita que llegaron a la sede
de la organización Wings Over America, donde el cetrero Rodney Stotts
coordina el programa de aves rapaces, que busca rescatar de la violencia
y cambiar la vida de jóvenes estadounidenses en riesgo.
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