Este fenómeno
responde a que los polifenoles --compuestos naturales presentes en la
fruta, verdura, vino, café, té o chocolate-- logran inhibir las
bacterias no beneficiosas de la microbiota humana
ECOticias.
El consumo moderado de vino tinto ejerce un efecto positivo
sobre la flora intestinal gracias a sus polifenoles, según estudio de
científicos del Centro de Investigación Biomédica en Red-Fisiopatología
de la Obesidad y la Nutrición (CIBERobn), en colaboración con
investigadores del programa Ingenio-Consolider (FunCFood).
Este fenómeno responde a que los polifenoles --compuestos
naturales presentes en la fruta, verdura, vino, café, té o chocolate--
logran inhibir las bacterias no beneficiosas de la microbiota humana y
propiciar la reproducción de las que sí lo son, asegurando así una flora
intestinal equilibrada que puede proteger contra afecciones como los
trastornos intestinales, las enfermedades inflamatorias, el cáncer y la
obesidad.
Para llegar a estos resultados, que han sido publicados en
'American Journal Clinical Nutrition', se estudió el potencial efecto
prebiótico de los polifenoles del vino y se comprobó la influencia que
éstos ejercen sobre la microbiota intestinal.
Así, durante 20 días, 10 hombres, divididos en grupos de tres,
bebieron vino tinto con o sin alcohol --ambos con el mismo contenido en
polifenoles-- y ginebra. De esta manera, se observó que el vino tinto
mejoró la flora intestinal, incrementando el número de bacterias
relacionadas con la protección de determinadas enfermedades.
En concreto, aumentó la proporción en heces de bacteroidetes y
bifidobacterias, "algo que no sucedió con la ginebra", ha apuntado el
investigador principal del CIBERobn y el jefe del Servicio de
Endocrinología del Hospital Virgen de la Victoria de Málaga, el doctor
Francisco J. Tinahones.
"Además, comprobamos que el vino tinto era el que provocó la mayor
parte de los beneficios detectados, no limitándose solamente a mejorar
la microbiota intestinal, sino también a reducir los niveles de
triglicéridos, de colesterol 'malo', los marcadores de inflamación y la
presión arterial", ha argumentado.
Este experto ha explicado además que el vino posee compuestos no
digeribles como las proantocianidinas, "que llegan intactas al colon,
donde serían metabolizadas gracias a la microbiota, en ácidos fenólicos,
ejerciendo su efecto protector".
La microbiota tiene una función digestiva contribuyendo a la
síntesis de micronutrientes, a la absorción de electrolitos y minerales y
a la digestión y absorción de determinadas sustancias indigeribles. Por
otro lado, también contribuye a la destrucción de toxinas y
carcinógenos, evita la colonización por bacterias patógenas, contribuye
al desarrollo del sistema inmune y modula el estado inflamatorio.
No obstante, "la diversidad de bacterias existentes en el
intestino humano es enorme y varía con los individuos, de manera que los
efectos de los componentes ingeridos podrían ser diferentes según la
flora microbiana de la persona. Por ello, resulta importante llegar a
conocer el perfil de microorganismos o microbiota intestinal de los
individuos", ha señalado la investigadora principal dentro del programa
'Consolider FunCFood' de Alimentos Funcionales, Cristina Andrés-Lacueva.
DIFERENCIAS POR PESOS
Un estudio realizado en roedores por la Universidad de Washington
(Estados Unidos) demostró que la flora intestinal de los ratones con
obesidad tiene un número mayor de bacterias firmicutes y un número menor
de bacteroidetes. Sin embargo, en los ratones delgados la distribución
de ambos tipos de bacterias era la opuesta.
Investigaciones posteriores corroboraron estas mismas diferencias
en la flora intestinal humana, comprobando que la microbiota intestinal
de los sujetos con sobrepeso tiene mayor capacidad para extraer energía
de los alimentos, es decir consigue más calorías con la misma dieta.
"Algo que revierte tras la pérdida de peso, lo que nos lleva a
pensar que incluir cambios en la composición de la flora intestinal
podría convertirse en una nueva herramienta para el control del peso",
ha asegurado Tinahones.
Asimismo, el tipo de nutrientes que componen la dieta diaria de
una persona también influye en su flora intestinal. Si es alta en
grasas, puede incrementar la proporción de bacterias productoras de
endotoxinas y generar endotoxemia metabólica, una situación que promueve
la aparición de diabetes tipo 2.
Sin embargo, consumir alimentos funcionales que contienen
elementos no digeribles, como la fibra, estimula el crecimiento de
bacterias intestinales beneficiosas que podrían ser eficaces para tratar
el sobrepeso por su efecto saciante y regulador del peso.
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