Científicos
españoles han participado en una investigación internacional que logra
descubrir un gen que afecta a la calidad del tomate, según ha
informado el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)
que ha participado en la investigación.
ECOticias.
Los resultados, publicados este jueves en la prestigiosa revista
'Science', muestran el factor de transcripción que regula el
desarrollo del cloroplasto en el fruto y eventualmente la calidad del
tomate (Solanum lycopersicum).
Asimismo identifican el gen responsable de la mutación 'u' que
produce tomates uniformemente maduros (sin "hombros verdes") y revelan
cuáles son las bases moleculares por las que la introducción masiva que
se hizo hace décadas del carácter maduración uniforme puede haber
afectado negativamente a la calidad de los frutos.
Ello se debe a que los frutos con 'u' poseen una versión mutada
del gen GLK2 que no es funcional y por lo tanto no desarrollan su
potencial fotosintético. Además, el artículo muestra una forma de
mejorar la calidad de la fruta del tomate actuando a nivel de los genes
GLK.
Antonio Granell, investigador del Instituto de Biología Molecular y
Celular de Plantas, centro mixto del CSIC y la Universitat Politècnica
de València, ha explicado que "la mayor parte de las variedades de
tomate que se comercializan llevan esa mutación que proporciona una
maduración uniforme, un tipo de fenotipo cuyo nombre induce a pensar que
los tomates que llevan la mutación tienen alterado el proceso de
maduración, y que el gen causante de la misma debería ser, por lo tanto,
un gen implicado en la maduración".
"Pero eso no es estrictamente así, lo que realmente sucede es que
los tomates silvestres, y prácticamente todas las variedades antiguas
de tomate, forman unos frutos que, antes de madurar, presentan una
gradación de verde con un color más intenso en la zona cercana a los
sépalos, más expuestas a la luz, y más tenue en la zona estilar", ha
aclarado.
Durante la maduración el tomate no mutado adquiere su color rojo
característico y, a menudo, conserva unos "hombros verdes" en las
primeras etapas de la maduración que en ocasiones mantiene hasta que el
proceso está avanzado.
En la mayoría de los casos esta no es una característica deseada,
especialmente para la industria y el transporte, porque aumenta las
probabilidades de que la piel del fruto se agriete y además esa zona no
quede suficientemente madura.
Debido a esto, a mediados de los años 50 se introdujo una mutación
'u' que proporcionaba frutos uniformemente maduros (frutos sin
"hombros" que en el estadio inmaduro son uniformemente verdes y más
pálidos) que al madurar producían un fruto uniformemente rojo muy
atractivo.
Los resultados de esta investigación han podido demostrar que los
frutos 'u', que serían por tanto de maduración uniforme, llevan una
mutación, una A de más en la secuencia de uno de los genes de un tipo
denominado GLK, que hace que no se produzca la proteína completa
codificada por ese gen, sino una versión truncada y que por lo tanto no
puede desempeñar la función que tenía.
FACTORES TRANSCRIPCIONALES
Estos genes pertenecen a una familia de factores transcripcionales
que regulan el desarrollo de los cloroplastos. Según la investigación
realizada, de los dos genes GLK (GLK1 y GLK2) que tiene la planta de
tomate, es el GLK2 el que normalmente controla el desarrollo de los
cloroplastos en el fruto.
El cloroplasto es el orgánulo celular de las plantas encargado,
entre otras cosas, de la síntesis de los azúcares a partir del CO2 y de
la luz mediante el proceso de la fotosíntesis.
La mayor parte de la fotosíntesis tiene lugar en los cloroplastos
de las hojas y los azúcares allí producidos son transportados a los
frutos, pero al menos el 20% de los azúcares del tomate podrían provenir
de la fotosíntesis realizada directamente en los cloroplastos del
fruto.
Sin embargo, mientras que en las hojas el desarrollo de los
cloroplastos y de gran parte de la maquinaria para realizar la
fotosíntesis lo regularía tanto GLK1 como GLK2, en el fruto del tomate
lo haría fundamentalmente GLK2.
Pero resulta que la mayor parte de los tomates cultivados
presentan un GLK2 que no es funcional por estar mutado y que produce
frutos en desarrollo verde pálido y sin hombros donde la fotosíntesis, y
por lo tanto los azúcares que van a acumular cuando maduren, están por
debajo del nivel que tendrían en el caso de que tuvieran un gen GLK2
funcional que produce unos frutos en desarrollo verde intenso con
hombros con un número mucho mayor de cloroplastos.
Según Granell, gracias a su trabajo junto a la investigadora Clara
Pons del IBMCP, y a Rafael Fernández Muñoz del Instituto de
Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea 'La Mayora' de Málaga,
"hemos podido saber que el fenotipo característico de 'u' se asocia a
una región del genoma del tomate que contiene tan sólo 8 genes, uno de
los cuales es GLK2, y hemos demostrado que es este gen el que codifica
el carácter agronómico".
Además, Granell ha remarcado que "el análisis de la expresión de
genes realizado en nuestro laboratorio nos ha permitido identificar la
activación de un gran número de genes implicados en la morfogénesis, así
como funciones del cloroplasto en los frutos de las plantas con GLKs
activadas. El identificar que se puede mejorar el contenido de azúcares y
de licopeno actuando a nivel de los genes GLK nos abre un nuevo camino
para producir frutos de mayor calidad".
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