Cientos de personas, casi 500 según la organización, participaron
ayer en una marcha reivindicativa en defensa del Monte Pindo, tras el
incendio que se extendió por más de 2.400 hectáreas y que arrasó la
práctica totalidad de este enclave natural. La marcha tuvo lugar bajo
una intensa lluvia, el elemento que ahora amenaza con arrastrar los
restos calcinados de un monte tan pendiente hasta el mar y desembocar en
una nueva catástrofe. La lluvia, tal y como llevan alertando vecinos y
ecologistas desde el incendio, puede ser fatídica si continúa arreciando
en los próximos días. La riada podría devastar el suelo desprovisto de
vegetación, y afectar tanto a las poblaciones del entorno como a los
fondos marisqueros.
Según explicó a Europa Press el secretario de la Asociación Monte
Pindo, Mario Maceiras, esta jornada reivindicativa buscaba reclamar de
nuevo que se declare zona catastrófica el entorno del Monte Pindo y que
sea catalogado como parque natural. En este sentido, denunció que la
Xunta “lejos de atender a criterios reales y datos objetivos, sigue en
una huida hacia adelante”.
Sobre la actual situación del Monte Pindo tras el incendio, Maceiras
alertó de que “si la lluvia se prolonga en próximos días” dará lugar a
diversos “problemas” de arrastre de cenizas y desplazamiento de tierra
que pueden afectar, sobre todo, a los fondos marisqueros de Carnota.
Además, las zonas quemadas del Pindo y alrededores corren el riesgo de
“perder su fertilidad” por la erosión del substrato y provocar el
desbordamiento de los ríos.
La marcha partió de forma simultánea de dos puntos diferentes del
municipio de Carnota a las 11 de la mañana. Por una parte, un grupo
inició la caminata desde la Praza da Solaina, situada en el pueblo de O
Pindo, y por otro lado, de la localidad de Caldebarcos, que resultó
asolada por las llamas. Las marchas convocadas por la Asociación Monte
Pindo Parque Natural con respaldo de la comunidad de montes confluyeron
en Chan das Lamas, antes de descender por la ladera sur para terminar
tras hora y media en el lugar de San Cibrán.
Muchos de los asistentes llevaban chubasqueros y petos de color verde
con el fin de dar sentido al lema de esta caminata, “Del negro al
verde”. El objetivo era devolver por unas horas, entre todos, el color
de la vida “a donde hoy solo hay muerte, cenizas y desolación”.
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