La degradación del suelo cuesta al año 40.000 millones
de dólares, pero la utilización de sistemas de gestión de suelo
enfocados en el largo plazo permitiría producir 2.300 millones de
toneladas más de cultivos en todo el mundo, según un estudio de la ONU.
La cantidad extra de producción agrícola tiene un valor de 1,4
billones de dólares, añade el estudio, que indica que "el enfoque en
ganancias a corto plazo fuerza a las mayores tasas de extracción
posibles, lo que produce una gestión insostenible del suelo y su
degradación".
Según el estudio, dirigido entre otros por Richard Thomas,
investigador del Instituto para el Agua, Medio Ambiente y Salud de la
ONU con sede en Hamilton (Canadá), entre el 10 % y el 20 % de las
tierras de secano y el 24 % de los terrenos utilizables del mundo están
degradados, lo que supone la reducción o pérdida de diversidad biológica
y productividad.
El estudio, titulado "Economía de la degradación de los suelos",
cifra en 40.000 millones de dólares las pérdidas anuales que supone la
degradación de estos suelos.
Además, esta problemática afecta especialmente a 1.200 millones de
personas que viven en las zonas rurales más pobres del mundo, los que
más dependen de lo que el suelo produce para su subsistencia.
Y es un problema que sigue aumentando. En las zonas de secano del
planeta, donde viven 2.000 millones de personas, cada año se pierden
entre 8 y 10 millones de hectáreas de suelo arable, una superficie
similar a Austria.
El estudio indica que tal degradación "es principalmente el resultado
de la mala gestión del suelo, hambrunas relacionadas con sequías y las
percepciones erróneas de la abundante producción de comida, grandes
reservas de alimentos en Europa, fronteras abiertas, comida
subvencionada relativamente barata, bajos precios del suelo y abundantes
recursos energéticos y acuíferos".
Thomas declaró a Efe que hasta ahora la degradación de suelos ha sido
ignorada por gobiernos y economistas porque no ha sido traducida en
términos económicos.
"La problemática de la degradación del suelo y su mala gestión no ha
ganado tracción entre los políticos porque no ha sido presentada en
términos económicos, a pesar de la recomendación en 2009 de dedicar más
esfuerzos en poner cifras a la degradación", según Thomas.
"Las cifras económicas son entendidas por los ministros de Economía,
que son los que escriben las cifras en los presupuestos nacionales",
añade.
El crecimiento previsto de la población de aquí al 2050, cuando se
estima que la Tierra estará habitada por 9.000 millones de personas,
exigirá un aumento de entre el 70 % y el 100 % de la producción de
alimentos de los recursos terrestres que existen en la actualidad.
"Si la productividad del suelo se mantiene a los niveles actuales, se
estima que se necesitará convertir a producción agrícola alrededor de 6
millones de hectáreas al año, una superficie equivalente al área de
Noruega, hasta 2030 para satisfacer la demanda", señala el estudio.
"En los últimos cinco años es cuando el sector privado se ha empezado
a interesar más por el suelo porque se ha dado cuenta de que las
fuentes de recursos naturales están desapareciendo. Por ello están
adoptando una mentalidad más 'recicladora'", explica Thomas.
Desde 2007-2008 se ha producido una proliferación de inversores
extranjeros que están comprando o alquilando terrenos, lo que "es una
señal de que el mundo está despertando a las amenazas de la degradación
del suelo", sostiene el estudio.
Pero, "a pesar de este interés, los niveles de inversión en suelo
siguen estando por debajo de lo que se necesita para cumplir la
creciente demanda de alimentos y servicios relacionados con el suelo".
"Se necesitan inversiones anuales de 30.000 millones de dólares en
agricultura para alimentar a la población mundial", sentencia el
estudio.
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