El
planteamiento de que la salvaguarda de la fauna y del paisaje es
exclusivo de los profesionales del sector (entendidos estos como el
personal cualificado adscrito o no a empresas o consultorías
ECOticias.
En la historia pasada relativa a como “hacer conservación” en
España hemos sido espectadores de primera mano de un crisol de
proyectos de muy diferente temática. La mayoría, al menos los de mayor
presupuesto, estaban dirigidos de una u otra manera a amortiguar el
impacto negativo sobre especies, organismos o ecosistemas en riesgo, y
todos de alguna forma habían sido también producidos en serie.
Evidentemente el blanco de la diana eran las especies estrella, los
iconos de la fauna y de los hábitats. Sin embargo, a partir del año
2000 es cuando se advierten, aunque tímidamente, cambios en el modo de
“hacer conservación” en este país; y es la crisis la que de manera
colateral nos trae un segundo cambio que nos hace volcarnos, de manera
un poco obligada, a la cooperación social.
El planteamiento de que la salvaguarda de la fauna y del paisaje es
exclusivo de los profesionales del sector (entendidos estos como el
personal cualificado adscrito o no a empresas o consultorías, al
movimiento no gubernamental o a la propia voluptuosidad de la
Administración) ha quedado claramente en entredicho y por lo tanto
desempolvado sino tiene un basamento claro de apertura a la sociedad. La
conservación de la Naturaleza debe estar alcance de todos, tiene que
ser participativa, eso sí de manera dirigida y muy organizada y ni que
decir tiene que esto se traduce en involucrar a los sectores sociales
afectados en la conservación de tal o cual especie o lugar.
Tras años, décadas intentando contener la tendencia regresiva de una
gran variedad de especies de taxones bien distintos ante la apatía e
indiferencia en muchas ocasiones de la población endógena nos hemos ido
dando cuenta que había algo de base que se estaba haciendo no regular,
sino estrepitosamente mal; la conciencia social y la sensibilización
ciudadana era plato de segunda o incluso el postre, casi siempre
transcrita la acción a una charla poco pedagógica o a un folleto, en
ocasiones, alejado del pensamiento y del entendimiento de la población
objeto.
Actualmente se ha retomado esta vuelta a la sociedad pero con mayor
experiencia y es cuando en algunos movimientos se está asumiendo una
verdadera coeducación y coparticipación ciudadana en los proyectos.
Dicho esto a modo de introducción, en el proceso han ido apareciendo
modelos innovadores que retomaban un conato de algo que después se
haría llamar “custodia del territorio” que ya algunas organizaciones
comenzaron a hacer en los años 80. Eran sobre todo fórmulas basadas en
el arrendamiento o compra de terrenos sensibles y de alto interés en
cuanto a biodiversidad pero en los que se llevaba a cabo una gestión
sino de espaldas a los municipios y a los lugareños sí teniéndolos poco
en cuenta. Aunque no todo fuese así, durante estas décadas lo
imperante ha sido una estrategia de conservación con pocos estrategas
sociales.
En AMUS sin ser expertos en las dinámicas de proyección y
participación social si advertimos desde hace tiempo, que era una
asignatura obligada en nuestras materias. De poco servía operar rapaces
polifracturadas por disparos si no invertíamos el concepto de los
cazadores hacia ellas. La traducción en hechos de todas estas
reflexiones han sido varios proyectos a lo largo de una década, pero
es en 2011 cuando adquiere toda su madurez esta percepción más
integradora con el proyecto “Pastando biodiversidad” con la
colaboración de la Fundación biodiversidad. Los resultados del mismo
nos condujeron a presentar una continuación del primer proyecto
habiendo sido esta también apoyada por la Fundación biodiversidad.
Hemos confeccionado un proyecto que ya desarrollábamos, le hemos
dado forma a lo que llevamos haciendo muchos años con la población
local y con las especies más comunes que cohabitan con ella.
Le hemos dado objetivos y resultados cuantificables a nuestra labor
diaria. Objetivo: las especies con las que trabajamos pero de la misma
manera la gente que comparte el Medio con ella y que en ocasiones las
agrade directamente con venenos, trampas, disparos o cautiverio o
simplemente les resulta indiferente o incluso su repercusión negativa
hacia ellas está en el uso intencionado o no de prácticas
agrosilvopastoriles poco respetuosas.
Ante esta particularidad de un medio rural en el que AMUS desarrolla
su labor decidimos a través de este proyecto entrar de lleno en la
población para invitarla a hacer cosas en conjunto de manera por igual;
entrar por sus puertas que son sus fincas y propiedades, en sus bares
que son sus lugares de reunión, en las sociedades de cazadores que no
son sitios satánicos y a la postre incluso con algunos hemos entrado en
sus eventos y celebridades familiares ¿Qué más se puede pedir de un
proyecto de estas características? Al principio el recelo, cierta
desconfianza sólo nos condujo a tres, cuatro colaboraciones, pronto la
sinergia generada por los beneficios que nosotros ofrecíamos en concepto
de asesoramiento para solicitar ayudas o subvenciones dirigidas a sus
explotaciones entre otras cosas hizo que cada vez subiera más el
número de propietarios, arrendatarios, cazadores, apicultores… que
querían sumarse a esta curiosa red de colaboraciones.
Con todo, las grandes acciones (por hablar más en concreción) que
planteamos en este proyecto han sido la creación de cinco hackings
(instalaciones de liberación aves jóvenes) en cinco fincas extremeñas
ubicadas en Red Natura 2000 (Zepas de Sierra Grande de Hornachos y de
Campiña Sur). Las especies que se han liberado desde estas fincas
incluidas en Zepas (Zona de especial protección de aves) han sido Búhos
reales, Mochuelos, Lechuzas comunes, Cárabos, Águilas calzadas, Águilas
culebreras, Ratoneros, Milanos negros…Lo singular de todo esto es que
ellos nos han ayudado a las obras de construcción de las instalaciones y
se han encargado igualmente del mantenimiento y aporte alimentario
todos los días. ¿Podéis imaginaros a cabreros, agricultores, encargados
de fincas, tractoristas, cazadores cuidando rapaces en sus fincas para
después liberarlas? Pues sí os podemos decir que la realidad supera
cualquier aclaración escrita, pero es que además a todos incluidas sus
familias fueron invitados a conocer de primera mano cómo se trabajaba en
el hospital de AMUS y que es exactamente lo que se hizo con cada una
de las aves que fueron liberadas desde los hackings de sus fincas. Pero
además no conformes nosotros con contagiarlos lo máximo les regalamos
el apadrinamiento de cuarenta ejemplares del hospital recibiendo éstos
a cambio toda la información incluida imágenes de las aves y
ofreciéndoles la posibilidad, como padrinos, que el día de la
liberación procedieran ellos mismos a consumarla, es decir que ellos
con sus propias manos le devolvieran la libertad al ave que tenían
apadrinada.
Parejo a todas estas acciones no dejábamos de recibir peticiones de
nuevos colaboradores- el boca a boca de los pueblos- y en tan sólo unos
tres años AMUS dispone de una amplia red de terrenos-fincas con dueños
con los que a fecha de hoy nos permiten realizar muchos trabajos de
conservación y seguimiento de especies y por supuesto de reintroducción
de éstas en lugares seguros y óptimos como son muchas de estas
propiedades privadas.
Como dato elocuente de todo esta énfasis puesto en el sector social
que vive con los Buitres, búhos, Lechuzas, cernícalos y Águilas que
queremos conservar es que el índice de llamadas por hallazgos de fauna
herida procedentes de los municipios incluidos en el proyecto ha subido
notoriamente y esto dice mucho de la consecución de los objetivos.
Para terminar advertir que no hemos descubierto nada que no se
supiera pero si hemos puesto en práctica un modelo ideal en el que
todos alguna vez hemos pensado para hacer conservación de manera
coherente para entre otros muchos aspectos proyectar de sentido toda
esta labor que es muy compleja, multidisciplinar, de gran
responsabilidad y demandante de una alta profesionalidad.
924124051
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