España es uno de los países más afectados por el cambio climático. La
temperatura media ha subido en torno a un grado y medio en las últimas
tres décadas, muy por encima de la media europea (0,9 grados) y aún más
de la mundial (0,8). El informe hecho público ayer
por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) no detalla
datos por regiones, pero en sus mapas puede observarse que la península
Ibérica aparece en los puntos más calientes del planeta. “La señal más
robusta la encontramos en el descenso de las precipitaciones. Es una
evidencia clara de los efectos del calentamiento en España”, constata
José Manuel Moreno, miembro del equipo del IPCC que ha elaborado el
documento.
El problema de España es que se encuentra en una zona de transición
climática con dos ejes: Atlántico-Mediterráneo y África-Europa. “Esto
explica por qué es uno de los países más perjudicados. Las masas que
vienen de África y que antes iban al Atlántico ahora van al
Mediterráneo, que es uno de los mares más afectados junto con el
Ártico”, explica Carlos M. Duarte, investigador del CSIC.
El informe del IPCC confirma la gravedad del fenómeno y la
importancia del factor humano en su desarrollo. “Pero estamos a tiempo
de frenar los peores efectos del calentamiento si actuamos en los
próximos 10 años. Cuanto más tarde reaccionemos, más costoso y caro
será”, advierte Aida Vila, responsable de cambio climático de Greenpeace
España. “Hay países que lo tienen bien entendido, pero España no está
entre ellos. No se está trabajando sobre el principal criminal, que son
los combustibles fósiles. Al contrario, la reforma energética aprobada
por el Gobierno parece redactada al dictado de esta industria: en lugar
de fomentar las renovables, que han demostrado que pueden ser
competitivas, las frena para que no rivalicen con los combustibles
fósiles”, denuncia.
Menos lluvias, más incendios
Temperaturas. Entre 1850 y 2005 las temperaturas en España han aumentado entre uno y dos grados. La mitad oriental peninsular es la más afectada, de Girona a Málaga.Precipitaciones. En tres décadas han disminuido de forma notable. La década 2000-2010 registra los valores más bajos desde 195o. Hay menos días de nieve.
Calentamiento del mar. El aumento de la temperatura superficial del Mediterráneo desde mediados del siglo XX es de medio grado en algunas zonas. En el Cantábrico sube entre 0,25 y 0,35 grados por década. El nivel del mar en el norte aumenta entre dos y tres milímetros por año, y el Mediterráneo crece entre 2,4 y 8,7 milímetros por año.
Incendios. Aumenta el índice medio de peligro. En Galicia se observa una tendencia clara al empeoramiento desde 1960.
Salud. El mosquito tigre, posible vector de la fiebre amarilla o el dengue, se extiende en Europa. El mosquito de la fiebre amarilla, que hasta ahora encontraba barreras climáticas para establecerse en España, podría asentarse.
Pérdidas económicas. Los pagos de seguros por inundaciones tienden al alza.
Mortandad. El cambio climático provoca una mayor frecuencia e intensidad de fenómenos como las olas de calor. A la que sufrió Europa en 2003 se atribuyen 40.000 muertes directas, 6.500 en España.
Agricultura y pesca. Se observan cambios en la maduración de la uva. La producción agrícola perdió 810 millones de euros por la ola de calor de 2003. La disminución del viento perjudica al cultivo del mejillón.
La directora de la Oficina Española de Cambio Climático, Susana
Magro, achaca a la crisis el freno a las renovables. “En tiempos
difíciles hay que hacer ajustes. Pero eso no significa que no estemos
comprometidos en la lucha contra el calentamiento. Cumpliremos el
objetivo de la Unión Europea de reducir un 20% las emisiones en 2020, y
lo haremos no apostando por la compra de derechos, sino con planes para
reducirlas de manera efectiva”, asegura. Entre esos planes, Magro
destaca el programa de apoyo a las empresas que tengan planes de
reducción, los proyectos de renovación de flotas de vehículos y otros de
eficiencia energética.
España redujo un 1,9% sus emisiones de gases de efecto invernadero el
año pasado. Pero no fue gracias a las políticas contra el cambio
climático, según denuncian los grupos ecologistas, sino principalmente
por la crisis, que ha ralentizado o paralizado la actividad económica y
que ha sacado de la circulación a vehículos particulares y camiones.
“No se entiende que sabiendo cada vez con más certeza que las
emisiones inciden en el calentamiento, como evidencia el informe del
IPCC, los países no actúen de forma urgente contra este foco. Y tienen
que hacerlo todos, porque los gases no se quedan sobre el país que los
emite, da igual que salgan de España o China, entran en circulación en
la atmósfera y afectan de forma global a todo el planeta”, apunta
Duarte.
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