El turista es el mejor ganado, defiende el biólogo estadounidense Daniel Janzen, que promueve la conservación de la naturaleza por encima de su desarrollo agrícola o ganadero, porque es más rentable "invertir en biodiversidad y cosechar turismo".
Al menos así ocurre en países como Costa Rica,
donde trabaja desde hace cerca de 40 años para establecer las
relaciones entre plantas y animales con los que fundamenta su trabajo de
investigación sobre el "código de barras de la vida".
Jansen, premio Fronteras del Conocimiento en Ecología y Biología de la Conservación 2011, que le entregará este jueves la Fundación BBVA,
llegó a Costa Rica cuando se acuñaba el término ecoturismo y presenció
la transformación de un país ganadero y agrícola que apostaba por un
futuro más verde.
Según el científico, fue la visión de una
sociedad emigrante con visión comercial la que supo aprovechar la
oportunidad de diferenciar al país dentro de una zona convulsa, marcada
en los ochenta por guerras internas en casi cada país centroamericano.
"La gente quería venir a Costa Rica, pero ¿a qué? Y apostaron por la naturaleza", recalcó.
El
ecoturismo revierte ahora al país más que el ganado y las cosechas de
piña, café y plátanos juntos, aún cuando Costa Rica es segundo productor
del mundo de esa fruta.
"El ecoturismo es otro tipo de cultivo.
El bosque es un cultivo y la cosecha es el turismo", recalcó Janzen,
seguro de que además el turista "es el mejor ganado, porque es un ganado
contento".
"Yo tengo una foto de dos suecos felices tomando una
foto de un nido de comején (termita) y han pagado 300 dólares para
verlo", insiste entusiasta por la capacidad de asombro del hombre ante
la naturaleza que no conoce. La Guía de los pájaros de Costa Rica,
subraya, ha generado más ingresos al país que cualquier otra
publicación.
Su vocación naturalista empezó a los 14 años, cuando
convenció a su padre, entonces director de Vida Silvestre de Estados
Unidos, de pasar dos meses de sus "vacaciones atrasadas" en México, para
recolectar mariposas.
"Fue mi primer contacto con la naturaleza
salvaje y un viaje que cambió mi vida", confesó a EFEverde Janzen, que
después de completar su formación universitaria volvió al trópico y tras
investigar en "casi todos", recaló en Costa Rica, donde ha conseguido
aglutinar 165.000 hectáreas de área protegida en la que desarrolla su
pormenorizado trabajo.
En el Área de Conservación de Guanacaste (ACG),
cuya consolidación promovió personalmente y ahora es patrimonio de la
humanidad, se han catalogado 140 especies de mamíferos, más de 300
pájaros, 100 tipos de anfibios y reptiles, y más de 10.000 especies de
insectos.
La ACG, ahora parte de una extensa red de parques
naturales, contó desde el principio con la ayuda de los costarricenses
que creyeron que el mejor legado para las futuras generaciones era la
preservación de la naturaleza, aseguró Janzen en español con acento
"tico", gentilicio popular que hace referencia al gusto de los
costarricenses por los diminutivos.
Definida su área de trabajo,
con una tipografía variada de bosque nuboso, bosque seco y bosque
húmedo, Janzen se dedicó a la recuperación y restauración de las zonas
de trópico húmedo y a documentar el "milagro de la vida".
Todo vuelve a su sitio sin la acción del hombre, explicó maravillado a sus 73 años ante la fuerza de la naturaleza.
"Primero
hay que conservar y luego restaurar", señala seguro de que, en las
condiciones adecuadas, la biodiversidad encuentra su espacio.
En
torno a los cinco kilómetros que rodean su casa en Costa Rica, señaló,
hay más especies de árboles que en toda Europa. "El trópico tiene
suficiente información para dedicar 25 vidas a estudiarlo", apuntó el
investigador, abocado a registrar la secuencia de adn de todas las
especies que ha documentado.
La biodiversidad es como leer,
sentenció, "no sabes para qué sirve hasta que la conoces. Luego te da
todas las claves del conocimiento de la naturaleza".
Daniel Janzen dedicará los 400.000 euros que recibirá por el premio a la formación de guías de parque. EFE
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