Esta aromática
planta posee unas 110 especies que se distribuyen en todas las zonas
tropicales del mundo y que puede tener alrededor de 160 millones de años
en el globo terráqueo.
Investigadores de la UN en Palmira han evidenciado una
disminución de las especies del Valle del Cauca y afirman que por falta
de información científica, podría extinguirse sin reconocer sus
potencialidades. En postres, chocolates y helados, sin duda alguna la
vainilla es el sabor preferido por los colombianos. Esta sustancia, que
en sus inicios, fue extraída de la fragante orquídea Vanilla planifolia,
se convirtió hace más de 100 años en uno de los recursos fitogenéticos
con mayor potencial de exportación en Colombia. Se trata de una antigua
tradición que desapareció cuando la vainilla química tomó su lugar como
una materia prima viable y económica.
Esta aromática planta posee unas 110 especies que se distribuyen en
todas las zonas tropicales del mundo y que puede tener alrededor de 160
millones de años en el globo terráqueo. Su producción la lideran
Indonesia y Madagascar, aunque sus cultivos se han venido a pique
durante los últimos años; por ejemplo, en el caso de Madagascar se
reporta una producción de 2.277 toneladas en 1984, y en el 2004 es solo
de 600.
Científicos del Grupo de Investigación en Orquídeas y Ecología
Vegetal (GIO) de la UN en Palmira, persiguen su olor en el Valle del
Cauca identificando que pese a la gran diversidad de esta especie en
esta zona del país, sus poblaciones han disminuido y los agricultores
aún no conocen sus propiedades excepcionales para cultivo.
Potencial en el Pacífico
La vainilla es uno de los recursos fitogenéticos con mayor potencial
en el Pacífico colombiano y según los investigadores, su cultivo
representaría una fuente importante de ingresos para los pobladores de
la zona, ya que según sus estudios, hay más de seis especies de
orquídeas en Buenaventura y Chocó.
“Lo que pudimos evidenciar en el Pacífico colombiano fue un uso
meramente artesanal de la vainilla. Los pobladores de los sitios donde
están plantadas estas especies, las utilizan como plantas medicinales y
tienen un valor cultural alto porque se cree que su aroma tiene un poder
de atracción de las mujeres”, afirma el profesor Joel Tupac Otero,
director del GIO.
Sin embargo, los investigadores explican que uno de los “cuellos de
botella” de la vainilla es su polinización, pues la mayoría de ellas no
producen una recompensa efectiva natural que las haga reproducirse
rápidamente.
“Se sabe que existe una baja proporción de flores que son polinizadas
bajo condiciones naturales; en México, por ejemplo, solo el 1% de las
flores producen frutos de manera natural”, asegura Nancy Fiorela,
estudiante de la Maestría en Bosques y Conservación ambiental de la UN
en Medellín, vinculada a la investigación en vainilla.
Disminución de especies
Pese a su diversidad, en el Valle del Cauca los científicos han
notado una disminución de las especies de orquídeas que pudieron haber
sido afectadas por cambio climático o factores de contaminación
ambiental.
El profesor Otero indica que “la vainilla, como otras especies de
orquídeas, está amenazada en Colombia, en gran parte por el
desconocimiento científico y cultural, que la hacen perder su valor”.
Sin embargo, su propuesta, encaminada siempre a la conservación de
esta especie, parte del conocimiento científico de la polinización y
floración de la especie y de una educación ambiental que debe dirigirse a
los productores para que tomen conciencia de su importante valor
fitogenético y cultural.
En ese sentido, con el apoyo de la Corporación Autónoma Regional del
Valle del Cauca (CVC) y de la Universidad Javeriana, el profesor Tupac
adelanta un estudio sobre vainilla de bosque seco en la población de
Atuncela (a orillas del río Dagua) para identificar, igualmente, sus
poblaciones y amenazas.
“Estas investigaciones implican conocer a fondo los pormenores de su
manejo, aprender a manejar de manera integral la nutrición de las
plantas, las densidades óptimas de crecimiento, los tutores más
adecuados, entre otros aspectos que están orientados a generar
resultados en cuanto al vigor y crecimiento de las plantas, que postulen
a Colombia en el mapa exportador de la vainilla en el mundo”, concluye
Nancy Fiorela.
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