Científicos
estadounidenses analizaron los dientes de fósiles de especies
prehistóricas de roedores sudamericanos, incluyendo los restos de la
chinchilla más antigua conocida, y concluyeron que uno de los posibles
alimentos de estos animales fue el pasto.
Los investigadores se
centraron en dos especies descubiertas en lo que es actualmente un valle
fluvial en los Andes chilenos. Se estima que los roedores vivieron en
el lugar hace 32,5 millones de años. Los ejemplares son los segundos más
antiguos hallados en Sudamérica. Un fósil de roedor de 41 millones de
años fue encontrado recientemente en Perú, pero las nuevas especies de
Chile tienen dientes diferentes.
El análisis de los molares de los
fósiles hallados en Chile indica que los roedores vivieron en zonas
cubiertas por pastos en esta localidad al menos 15 millones de años
antes del surgimiento de pastizales en el resto del planeta.
Dientes que delatan
John
Flyn, curador de mamíferos fósiles y decano de la escuela de posgrado
Richard Glider en el Museo de Historia Natural de Estados Unidos, ha
venido explorando con sus colegas la historia fósil de los Andes
chilenos durante 25 años.
Los investigadores han descubierto
cientos de restos, incluyendo las nuevas especies, en el valle del Río
Tinguiririca, un área cercana a la frontera entre Chile y Argentina. En
el pasado se pensaba poco probable que existieran fósiles en el lugar
debido a la abundancia de rocas volcánicas.
'El nuevo fósil de
chinchilla aporta evidencia de que los antiguos roedores, al igual que
otros mamíferos sudamericanos, se adaptaron mediante mecanismos
evolutivos a una dieta abrasiva. Esto sucedió antes de que en otros
continentes caballos, ovejas y otros grupos de animales lograran
adaptaciones similares para masticar pastos duros', señaló Flynn.
Molares
Los
roedores son conocidos por sus incisivos, que usan para morder. Pero
son los molares los que distinguen a las nuevas especies, especialmente
la corona, la parte de los dientes cubierta protegida por un esmalte de
larga duración.
Mientras
los roedores peruanos tienen molares con una corona que se extiende
sólo hasta el borde de la encía, uno de los fósiles chilenos tiene
coronas que se extienden por debajo de la encía, lo que permite al
animal masticar alimentos duros como el pasto.
'Los dientes de la
chinchilla de Tinguiririca repiten un patrón hallado visto en muchos
herbívoros extintos de Sudamérica, como el Notoungulates. Este patrón es
conocido como hipsodontia', explicó Ornella Bertrand, otra de las
investigadoras.
Los mamíferos que se alimentan de sustancias
abrasivas están sujetos a un rápido desgaste de sus dientes. Muchas de
estas especies tienen dientes con coronas especialmente altas, o sea,
dientes que se extienden más de lo habitual por fuera de la línea de las
encías, proporcionando mucho material adicional para el desgaste. Estos
dientes, como los de las vacas y ciervos, se denominan hipsodontes. En
algunas especies, los dientes hipsodontes continúan creciendo durante
toda la vida del animal (por ejemplo, muchas especies de roedores de la
subfamilia Arvicolinae, familia Muridae).
La hipsodontia se
interpreta generalmente como una adaptación que surgió en respuesta a
ecosistemas con pastos. La condición opuesta, o sea dientes de corona
baja, como los de los seres humanos, se denomina braquidonte.
Diversificación
La
edad de los fósiles y las coronas altas de los ejemplares hallados
indica que el valle del Río Tinguiririca fue un área de pastizales antes
de que la zona fuera sepultada por la ceniza de erupciones volcánicas.
Las
nuevas especies indican que hubo una diversificación explosiva en
América del Sur cuando esta región era una isla, antes de la formación
del istmo de Panamá hace 3,5 millones de años.
'La isla continente
de Sudamérica fue una tierra de oportunidades evolutivas para los
ancestros de las chinchillas y otros roedores caviomorfos', señaló otro
de los autores del estudio, Darin Croft, de la Universidad Case Western
Reserve, en Ohio. 'Estos extraordinarios roedores llenaron una
sorprendente variedad de nichos ecológicos', agregó el científico.
Los
caviomorfos incluyen a muchas especies como el capibará. Se cree que
los antepasados de estos animales llegaron a Sudamérica desde África
cruzando el Atlántico, que era entonces mucho más angosto, flotando en
diversos materiales.
Los nuevos especímenes de Chile tienen los nombres científicos de Andemys termasiy Eoviscaccia frassinettii.
En
Andemys termasi, el primer término, indicador del género, significa
'roedor de los Andes' y el segundo hace alusión a una localidad conocida
como Termas del Flaco.
El nombre Eoviscaccia frassinettiies en
honor a Daniel Frassinetti, reconocido científico quien fuera jefe de
paleontología del Museo Nacional de Historia Natural de Chile.
El estudio fue publicado en American Museum Novitates, una revista del Museo de Historia Natural de Estados Unidos.
BBC
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