La
producción agrícola y alimentaria supone hasta el 29 por ciento de las
emisiones globales de gases invernadero a la atmósfera, según informes
difundidos hoy en Copenhague por el Grupo Consultivo para la
Investigación Agrícola Internacional (CGIAR).
Datos recopilados por el Grupo de Investigación del Cambio
Climático, Agricultura y Seguridad Alimentaria (CCAFS) del CGIAR señalan
que cada año la producción agrícola y de alimentos emite a la atmósfera
17.000 megatoneladas de dióxido de carbono, una cifra mayor de la
ofrecida en anteriores estimaciones.
Dos informes elaborados por
el CCAFS apuntan a la necesidad de combinar la reducción de esas
emisiones con medidas de adaptación que exigirán un reajuste de la
localización de los cultivos y de los lugares donde criar el ganado.
Las
cosechas de maíz, arroz y trigo -los tres principales cultivos en
términos de calorías proporcionadas- descenderán en muchos países en
vías de desarrollo coincidiendo con el aumento de las temperaturas y la
mayor dificultad para predecir las lluvias.
El cambio climático
podría provocar en 2050 una caída del 13 por ciento en el rendimiento de
los cultivos de trigo en esos países, una bajada que sería del 15 por
ciento en el caso del arroz y de entre el 10 y el 20 en el del maíz en
el continente africano, según cálculos del CCAFS.
"Son los
pequeños agricultores en África y el sur de Asia y los pobres en las
ciudades quienes gastan la mayor parte de su salario en comida, esa es
la gente que tendrá menos que comer en el futuro a menos que haya una
adaptación a un mayor ritmo", señaló en un comunicado Robert Zougmoré,
líder del CCAFS en África Occidental.
Los ecosistemas que
sostienen la agricultura también se verán afectados, por ejemplo los
recursos acuíferos, al igual que la intensidad de las pestes y
enfermedades, que limitarán aún más la producción de alimentos.
A
pesar de que el principal peligro se cierne sobre los países
subdesarrollados y en desarrollo, los informes advierten de que se
generarán alteraciones "profundas" en la forma de cultivar y producir
alimentos en todo el planeta.
"Esto afectará a distintas partes
del mundo de formas radicalmente distintas, pero todas las regiones
tendrán que cambiar su aproximación actual a qué se planta y qué se
come", según Sonja Vermeulen, investigadora jefe del CCAFS.
De ahí
que el programa resalte la "necesidad urgente" de que los pequeños
agricultores, sobre todo en los países en desarrollo, puedan acceder a
los últimos avances científicos y a más recursos y tecnología avanzada.
"Esta
investigación sirve como una llamada de emergencia para los
negociadores en la próxima reunión de la Convención de las Naciones
Unidas para el Cambio Climático (UNFCCC) en Doha", denuncia Bruce
Campbell, director del CCAFS. EFE
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