REDD, o
Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la Degradación de
bosques, busca compensar a los países ricos en bosques por conservar el
carbono almacenado en los árboles
Gabriela Ramirez
Durante décadas, muchas familias en Perú se han ganado la vida
cosechando castañas de Brasil, llenas de nutrientes y con forma de media
luna, de árboles de 40 pies de altura en la Amazonía. Pero debido a la
rápida desaparición de los bosques tropicales, y con los bosques ricos
en castaña de Brasil bajo amenaza, estas comunidades han puesto su
mirada en un programa de preservación de los bosques respaldado por la
ONU como su última esperanza potencial.
REDD, o Reducción de Emisiones derivadas de la Deforestación y la
Degradación de bosques, busca compensar a los países ricos en bosques
por conservar el carbono almacenado en los árboles, al mismo tiempo que
promueve medios de subsistencia alternativos y el alivio de la pobreza.
El aprovechamiento de la castaña de Brasil es el perfecto candidato
para un proyecto REDD+, debido a que la supervivencia del árbol de
castaña depende de un bosque que esté en buen estado, capaz de mantener
la especie de abeja que poliniza estos árboles – los árboles de castaña
de Brasil no prosperan en bosques alterados o en plantaciones, por lo
que la integridad del proyecto REDD está asegurado a través de la
supervivencia de los árboles de castaña.
La investigadora canadiense Valerie Garrish pasó cuatro meses en la
región noreste de Madre de Dios, entre octubre 2011 y enero 2012,
entrevistando a los agricultores de castaña acerca de los planes de
establecer un proyecto REDD+ local, que apoyaría en la conservación del
bosque que alberga al árbol de castaña de Brasil.
El proyecto es coordinado por la empresa privada peruana Bosques
Amazónicos, que busca convertirse en líder mundial en el desarrollo y
comercialización de actividades forestales y ambientales. Es uno de los
muchos proyectos piloto subnacionales de REDD+ que están surgiendo por
todo el Perú, país que pierde 224 mil hectáreas de bosque cada año en
manos de agricultores, mineros, madereros, extractores de gas y
petróleo, así como de inmigrantes atraídos por la construcción de la
carretera interoceánica.
Garrish conversó con los agricultores de castaña acerca de sus
expectativas y preocupaciones sobre el esquema. Mientras tanto, el
proponente del proyecto ha prometido la eventual implementación a lo
largo del área de concesiónes de castaña de Brasil de una planta de
procesamiento, asistencia técnica y legal así como también un sistema de
respuesta rápida para abordar invasiones ilegales de tierras.
Garrish piensa regresar en 2013 y 2014 para reevaluar si el proyecto
REDD+ ha ayudado a proteger sus bosques, a crear trabajos y mejorar los
ingresos. Compartirá sus hallazgos con las comunidades locales, los
jefes del proyecto REDD+ y otras partes interesadas incluyendo
formuladores de políticas, organizaciones no gubernamentales y empresas
privadas, para orientarlas en el desarrollo de proyectos REDD+ futuros.
“Nos place decir que proporcionamos evaluaciones científicas e
independientes de proyectos REDD+ en el campo,” dijo Garrish, quien no
está sola en esto.
Ella forma parte del equipo de científicos enviados por el Centro para Investigación Forestal
a Brasil, Camerún, Tanzania, Indonesia y Vietnam, en los últimos dos
años para enterarse de proyectos similares durante la etapa de
“pre-implementación” de REDD+. Quienes han entrevistado a cerca de
cuatro mil familias en 170 pueblos, distritos y provincias.
Garrish dijo que la meta principal de los más de 400 agricultores de
castaña de Brasil que participaron, quienes todavía trabajan con métodos
manuales laboriosos y peligrosos para cosechar las castañas, fue
bastante clara. Sus metas a corto plazo son aumentar sus ingresos y
fomentar la estabilidad del mercado.
Sin embargo, la estabilidad y planificación son conceptos elusivos
para los agricultores. Por ejemplo, ellos dijeron que en enero del 2012
habían podido negociar en el mercado precios cercanos a los 200 dólares
por “barrica” – canasta que contiene aproximadamente 60 kilos de castaña
de Brasil pelada. Al regresar al campo, después de un poco más de seis
meses, los agricultores se lamentaban que los precios hubieran caído
rápida e imprevisiblemente cerca de 400 por ciento.
A pesar de que casi todos los agricultores aprecian el valor de
proteger los bosques todavía tienen muchas inquietudes acerca de REDD+.
Frente a regulaciones cada vez más estrictas ¿podrán mantener el control
sobre sus concesiones a largo plazo otorgadas por el gobierno para la
extracción de castañas?, ¿pueden esperar ser compensados adecuadamente
por el carbón almacenado en sus bosques?, ¿es esta otra promesa vacía en
una región acosada por proyectos de conservación a corto plazo y con
poca visión, o el proyecto se convertirá eventualmente en una realidad?
También están desesperados por obtener más información del proyecto y
por mayor transparencia, y aseguran que la mayoría de la información
que conocen sobre REDD en este momento les llega filtrada por el
proponente del proyecto y otros actores.
“Nosotros le estamos contando nuestras inquietudes tal como lo
hacemos con el presidente cuando viene en una visita oficial”, le dijo
un poblador a Garrish durante una reunión en una pequeña comunidad cerca
de Puerto Maldonado. Frecuentemente los agricultores no saben a quién
dirigirse para recibir información no sesgada y confiable sobre el
proyecto.
La investigación realizada hasta el momento es sumamente rica y útil
dijo Garrish, pero no deja de plantear desafíos porque no se cuenta con
un “perfil estándar” del agricultor para poder trabajar.
Algunos dependen totalmente de la cosecha anual, que mayormente se
realiza en el primer semestre del año, en tanto que otros complementan
sus ingresos con pequeños negocios, producción agrícola (de subsistencia
y un pequeño grupo con cultivos comerciales), extracción de madera y
crianza de animales, y una minoría de ellos con la crianza de ganado.
Muchos otros factores entran en juego, incluyendo los mercados locales e internacionales.
Cuando las castañas alcanzan un precio alto en el mercado, los
agricultores invierten menos tiempo en sus “chacras” – palabra quechua
para las parcelas donde cultivan sus propios alimentos, dijo Garrish.
“Los agricultores generalmente están mas contentos cuando compran sus
alimentos en vez de cultivarlos ellos mismos, cuando los recursos lo
permiten. Más aun, cuando los precios están altos con frecuencia
contratan más ayuda”.
Una de las principales preocupaciones compartidas por las comunidades
involucradas en el proyecto se relaciona con los derechos sobre las
concesiones de castaña.
En la última década, se ha otorgado más de mil concesiones de 40 años
a agricultores en aproximadamente un millón de hectáreas de bosques
públicos. Estos contratos están sujetos a la aprobación de planes
anuales por el gobierno. Sin embargo, a algunos de los concesionarios
les preocupa que REDD+ traiga nuevas reglas y que sus derechos puedan
ser eventualmente revocados o limitados.
A algunos también les preocupa que no vean los beneficios directos del esquema de almacenamiento de carbono.
Garrish explicó que nada de esto es poco común, en parte porque la
implementación de REDD+ en todo el mundo todavía se encuentra en las
etapas iniciales y por ello es difícil confiar en su éxito.
Una publicación reciente de CIFOR
muestra que las comunidades en otros lugares del mundo, sin importar
las diferencias del contexto y los tipos de proyecto, tienen
preocupaciones similares.
“Los principales desafíos para los proyectos REDD+ son: comunicar a
los pobladores cómo funcionan los proyectos REDD+, las oportunidades y
riesgos, y los derechos y responsabilidades; involucrar a los pobladores
en el diseño e implementación del proyecto de manera significativa; y
equilibrar la protección del bosque con las inquietudes de bienestar de
los pobladores,” según los hallazgos preliminares de CIFOR en Perú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario