domingo, 22 de julio de 2012

Una anilla: un "DNI" para las aves


El anillamiento científico de las aves silvestres permite a los ornitólogos y científicos acercarse a los distintos aspectos de su biología, de tal forma, que estos llegan a tener un conocimiento bastante preciso de su conducta, de su biología y de sus patrones de migración.


Hace a penas algo más de un siglo que los estudiosos de las aves pusieron en marcha esta técnica para identificar a las aves, que consiste en la captura de ejemplares de distintas especies sobre las que se coloca en una de sus patas una anilla metálica que las identificará durante toda su vida.
José Manuel Hernández, ornitólogo y anillador de la Sociedad Española de Ornitología (SEO-BirdLife), ha explicado a Efe que esta técnica consiste en individualizar a cada una de las aves marcadas con una anilla que se convertirá, mientras viva, en el equivalente a su Documento Nacional de Identidad (DNI).
Durante la vida del ave, los ornitólogos pueden obtener información sobre ella a través de recaptura, identificaciones a través de observaciones o cuando es recupera muerta, siempre contrastando los datos que aporta ese DNI y que se incluye en una gran base datos, cuya información está al alcance de los estudiosos.

Saber dónde está y cómo

José Manuel Hernández ha comentado que, de esta forma, la persona que ha marcado en un momento determinado el ave pueda tener a lo largo de su vida una información adecuada de dónde está o en qué circunstancias se encuentra.
La identificación de las aves ha experimentado un importante avance en las últimas décadas, y de las anillas, collares o bandas alares con las que tradicionalmente se marcan, se ha pasado al radioseguimiento a determinadas especies vía satélite.
En España, el anillamiento científico comenzó en 1930 cuando se colocaron las primeras anillas sobre 53 ejemplares de Cigüeña blanca, sin embargo, sería a partir de los años cincuenta cuando la Sociedad de Ciencias Aranzadi de San Sebastián impulsó de manera más metódica y sistemática el seguimiento de las aves a través de esta técnica.
Hernández ha advertido que, en apenas un poco más de un siglo, el anillamiento científico en Europa ha permitido tener un conocimiento acertado de las migraciones de las aves, que fue el motivo por el que se diseñó esta estrategia de investigación.
Realizar un seguimiento de las aves y poder averiguar dónde van una vez que abandonan las zonas de cría y dónde van a pasar el invierno o por dónde cruzan en sus viajes, ha sido posible gracias a esta técnica de seguimiento.
Los trabajos de recopilación de información de las aves marcadas, ha subrayado el ornitólogo, "nos han permitido conocer otras muchas más cosas sobre ellas, como conocer su longevidad, su conducta o su biología que, después, se aplica en su propio beneficio".

Para anillar, sólo los profesionales

Toda la información que se obtiene de cada una de las especies, como el lugar donde ha sido captura, su estado de alimentación, el sexo o la longitud de las alas, entre otros datos, pasan a formar parte del Banco de Datos de la Oficina de Anillamiento, donde quedan a disposición de quienes quieran consultarlos.
El anillamiento supone la manipulación de las aves en vivo, lo que, ha advertido Hernández, limita esta actividad a personas formadas, de tal forma, que se garantiza la integridad de los ejemplares capturados y se avala que la toma de los datos es correcta.
En la práctica del anillamiento científico prima sobre cualquier otra cosa el bienestar de las aves, ha comentado, por lo que el anillador debe conocer y asumir los riesgos y precauciones que se han tener en cuenta a la hora de realizar las capturas en el campo.
Hernández ha puesto en valor la importancia científica que esta actividad ha tenido en los últimos cien años y que, ha asegurado, "nos ha permitido y nos sigue permitiendo garantizar la conservación de numerosas especies de aves en España y en Europa". EFE

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