"Rhincodon
typus" es el nombre científico del tiburón ballena, el pez más grande
del mar que, por alguna razón, visita las islas ecuatorianas de
Galápagos siguiendo trayectos enigmáticos que los científicos quieren
descubrir con la ayuda de los satélites.
Además de la belleza y rareza de estos gigantes, ubicados en la
lista de especies vulnerables de la Unión Internacional de Conservación
de la Naturaleza (UICN), su estudio permitirá desvelar los misterios y
la importancia ecológica de su presencia.
El Parque Nacional
Galápagos (PNG), organismo encargado de vigilar el delicado ecosistema
del archipiélago, en conjunto con la Fundación Charles Darwin y la
Universidad californiana de Santa Bárbara emprendieron el estudio en
2011.
Eduardo Espinoza, a cuyo cargo está el Departamento de
Investigaciones Marinas del PNG, indicó a Efe que el estudio tiene como
objetivo conocer "el ciclo de vida de este organismo y qué es lo que
genera que ellos visiten las islas del norte del archipiélago".
Y
es que entre junio y noviembre muchos ejemplares hembras de tiburón
ballena visitan los alrededores de la isla Darwin, una de las más
septentrionales del archipiélago ubicado a unos mil kilómetros de las
costas continentales de Ecuador.
Ellas llegan preñadas, precisó Espinoza, aunque señaló que no necesariamente permanecen hasta parir.
Ese
es uno de los enigmas, apuntó el biólogo ecuatoriano que busca dar un
"seguimiento a sus patrones de migración" para responder varias
preguntas: "¿a dónde se mueven, con qué frecuencia y, posteriormente,
conocer el por qué lo hacen".
Una investigación ambiciosa
Espinoza
recuerda que "se sabe muy poco" de los tiburones ballena y por eso la
investigación es para él "bastante ambiciosa y visionaria".
Hasta
el momento se han logrado marcar a una treintena de estos ejemplares,
"un récord interesante dentro de los estudios científicos", agregó.
Explicó
que el marcaje consiste en colocar unos dispositivos en la piel de los
tiburones, los cuales emiten señales a un satélite que baja la
información a un ordenador desde el cual se puede conocer "la posición
exacta" de un ejemplar en tiempo real.
Esa información permitiría "entender cómo se mueven en todo el Pacífico, no sólo en las islas Galápagos", indicó.
Algunos
resultados preliminares del estudio -dijo Espinoza- han permitido
averiguar que los tiburones ballena llegan a las Galápagos "a través de
una secuencia de cordilleras submarinas" que siguen hacia el oeste,
aunque, "aparentemente", también tiene alguna relación con la posición
ecuatorial del archipiélago.
"Una hipótesis es que están en una
ruta a una zona de parir ", pues se trata de "hembras con el vientre
bastante abultado", añadió el biólogo que ya piensa en una próxima fase
de la investigación: "estudios genéticos y fotoidentificación para
valorar las poblaciones y determinar el número de esta especie".
Convención internacional sobre especies migratorias
La
investigación forma parte de una Convención internacional sobre
especies migratorias y pretende contribuir a los análisis que se hagan
en foros de decisión sobre conservación marina, añadió Espinoza.
Recordó
que los tiburones, incluido el tipo ballena, "juegan un papel muy
importante en el ecosistema", ya que se ubican "en la parte más alta de
la cadena alimenticia", donde se encuentran los "predadores tope".
Una
eventual ausencia de estos "podría causar un desequilibrio" en el
ecosistema marino y eso es lo que se quiere advertir con los estudios,
añadió.
Espinoza dijo que el seguimiento de los tiburones ballenas
en las Galápagos forma parte de un programa de investigaciones que
ejecutan las instituciones científicas en el archipiélago, con el fin de
conocer este ecosistema único en el mundo para poder "protegerlo
mejor".
Con la técnica de seguimiento a través de los satélites
también se controlan otras especies como "el tiburón martillo, el
tiburón galápago", el conocido como "sedoso y el punta negra".
También "tortugas marinas, mantarayas y merlines", precisó Espinoza. EFEverde
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