Su primer contacto con WWF fue hace
15 años, cuando trabajaba para una empresa inglesa que ayudaba a la ONG
en asuntos de comunicación. Desde entonces, Pedro Calderón ha estado
vinculado a la organización como socio, hasta que el pasado junio asumió
la presidencia ejecutiva. Natural de Bilbao —“urbanita de nacimiento”,
dice— se dedica profesionalmente a la publicidad. Cree que es
precisamente por su perfil laboral por lo que le han elegido. “Para
contar más todo lo que hacemos”.
Calderón aún no ostentaba el cargo cuando se retiró la presidencia de honor al Rey
el pasado 21 de junio tras conocerse la cacería de elefantes del
monarca en Botsuana. Recuerda, sin embargo, que “no fue un proceso
agradable”. “La decisión fue estrictamente democrática, con una amplia
mayoría y consecuente con lo que los socios querían hacer. Eso te deja
más tranquilo”, reconoce. Y añade: “No se trataba de un debate a favor o
en contra de la caza, sino de un problema de identificación”.
Otros problemas ocupan ahora su labor. El primero: “influir”.
Calderón opina que “el cambio político y la crisis han bajado el tono de
la agenda medioambiental”. Esto se traduce, según el presidente de WWF,
en medidas “poco meditadas y sin base científica”. Por eso Calderón se
ha fijado como prioridad “denunciar lo que haya que denunciar y formar
parte de la solución”. Y lo tienen que hacer con menos presupuesto
debido a los recortes, lo que les obliga a ser “más creativos” y “hacer
más con menos”. A esto dedicará el Premio Fundación BBVA a las
Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en España, dotado con
250.000 euros, que recibió ayer. “Irá a todos nuestros proyectos. Para
hacer más trabajo de campo”, afirma.
A Calderón le preocupa, más que su propia financiación, que los
recortes afecten al medio ambiente. No entiende por qué este verano el
Gobierno no ha lanzado una campaña contra los incendios como se hacía
cada año. Amante del senderismo, el presidente de WWF afirma que cuando
se quema un monte siente una “enorme tristeza”, además de producirle una
sensación de “lucha constante”. Pero eso no le desanima. “Me empuja a
trabajar más para conseguir que se desarrollen mejores políticas de
gestión de los bosques”, porque sin ellas “son bombas de relojería, pero
incendiarias”.
Los políticos no son el único objetivo de Calderón. También cree que
los ciudadanos deberían movilizarse más para preservar la biodiversidad.
“Ahora hay más concienciación que hace 15 años, pero la gente no pasa a
la acción como nos gustaría”, critica. En el último sorbo a su café
sale el publicista. “Haz algo por el medio ambiente porque nos lo
estamos cargando”, dice a modo de lema. ¿Cómo? “No comprando atún rojo,
por ejemplo”, sugiere.
“Las personas creen que sus pequeñas acciones no pueden solucionar un
problema tan grande”. Calderón anima a un cambio de actitud que él
mismo aplica en su oficina. “El reciclado es casi una obsesión”,
asegura. “Una vez le entregué a un cliente un documento en un folio
impreso por detrás”, confiesa entre risas. Su reto es conseguir ese paso
de la concienciación a la acción. Para ello, cree que es necesaria más
comunicación. Su experiencia ayuda.
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