viernes, 5 de octubre de 2012

De la basura a la galería de arte

"Y Dios creó a Eva de la costilla de Adán”, dice uno de los libros sagrados del cristianismo. Y 20 siglos después, Cristina Pino y Gustavo Suasnábar, con latas, plástico, metal y desechos varios, han creado a Pachamana, una especie de robot embarazado convertido en escultura que recuerda a la María de Metrópolis y que no pasa desapercibida en el Festival Internacional de Reciclaje Artístico de Cataluña (Drap Art 2012), que se celebra desde ayer y hasta el próximo 14 de octubre en el CCCB de Barcelona.
Tumbada sobre un sillón tras una intensa jornada de trabajo, una mujer recibe al visitante en el Festival Internacional de Reciclaje Artístico de Cataluña, Drap Art. De cerca comprobamos que se trata, en realidad, de Retazos de muebles descansando sobre sillón,una obra de Josecarlos Flórez, construida con trozos de madera de muebles en desuso que componen esta curiosa figura. Solo es una de las 34 obras seleccionadas, de un total de 213 proyectos presentados, que se pueden ver hasta el próximo 14 de octubre en el CCCB, una especie de paraíso del reciclaje donde las obras de arte ganan de cerca cuando se comprueba de qué están hechas, la mayoría de objetos en desuso recogidos de contenedores a los que se les da una segunda oportunidad.
Cuadros hechos con herramientas, teléfonos lámpara, pájaros realizados con vinilos cortados con sierra y soplete, y tablas de planchar convertidas en esculturas femeninos con nombres tan sugerentes como Fisgona, Cotilla y Chafardera, obra de Karol Bergeret (la autora de los muebles que decoran y han dado una segunda vida a gran parte del material encontrado en la Fabra i Coats), forman parte de esta cita de objetos únicos creados por artistas nacionales e internacionales.
Durante estos días exposiciones, audiovisuales, intervenciones, talleres, cine y espectáculos giran en torno a este fenómeno, que se consolidó en 2004 como cita anual y, por tanto, supera cualquier intento de achacarlo a los tiempos de crisis.
Precisamente el año de los recortes ha sido para Drap Art el de su internacionalización. El festival ha exportado sus conceptos a Pekín, Shanghái y Tokio de la mano del Instituto Cervantes con la exposición Nada desaparece. Todo se transforma. Drap-Art es, en estos tiempos difíciles, una plataforma para artistas emergentes en el campo del reciclaje artístico y el medio ambiente.

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