El estado de
Acre, en la Amazonia occidental de Brasil, alberga una de las
diversidades biológicas más ricas del mundo. Su economía está basada en
productos forestales
ECOticias.
Comunidades selváticas diversifican sus ingresos mediante nuevas
técnicas que promueven un mejor uso de recursos naturales y reducen la
deforestación
El estado de Acre, en la Amazonia occidental de Brasil, alberga una
de las diversidades biológicas más ricas del mundo. Su economía está
basada en productos forestales ―principalmente caucho, nueces del Brasil
y madera― cosechados por las comunidades caucheras. Hasta hace poco
tiempo, los caucheros extraían el látex ahumando los troncos de los
árboles. De este modo, la resina lechosa que fluía de los cortes en la
corteza se solidificaba con el calor.
“Hoy día ya no hacemos cortes profundos en la corteza porque
debilitan al árbol hasta que se enferma y deja de producir. Aprendimos
que con menos cortes más limpios logramos un látex de mejor calidad y
preservamos el árbol y su producción”, dice Antônio Teixeira, cauchero
del municipio de Xapuri, a 170 kilómetros de Rio Branco, la capital del
estado. Teixeira es uno de los casi 25.000 caucheros capacitados bajo el
programa de desarrollo sostenible de Acre, financiado por el BID.
El programa se basa en la histórica vocación de explotación forestal
de Acre, mediante la puesta en práctica de un modelo de desarrollo para
la gestión y conservación de los recursos naturales, promoviendo el
sector productivo y mejorando la infraestructura. Cuando se inició la
gestión forestal, en 2002, se rectificó la tendencia histórica de
deforestación de su territorio.
La unidad básica del programa de gestión forestal es la zona de
bosques y parcelas agrícolas explotada por una familia de caucheros,
llamada una colocação. La colocação Cachoeira do Teixeira fue la primera
que adoptó las nuevas prácticas de gestión. “Cada propietario puede
llevar a cabo operaciones forestales en diez hectáreas de tierra por
año. Tras la demarcación de la zona donde habrá de cortarse, se señalan
todos los árboles cuyo tronco tenga más de 60 centímetros de diámetro y
se cortan tres de cada cuatro, a fin de preservar la diversidad de
especies del bosque”. Cada 10 años se realiza un nuevo inventario
forestal.
Mediante el uso de este sistema de explotación, Texeira no destruye
los árboles más pequeños del bosque cuando derriba un ejemplar grande o
cuando arrastra los troncos fuera del bosque. Desde 2011, el Consejo
Brasileño de Manejo Forestal (FSC Brasil) certifica que la madera
procedente de Cachoeira ha sido extraída de manera sostenible. Teixeira
está orgulloso de este logro: “Si el consumidor comprendiera que es
importante comprar muebles fabricados con madera certificada, no sería
necesario castigar a quienes cortan árboles sin atenerse a un sistema de
gestión. Simplemente no encontrarían compradores”.
La implementación del sistema de gestión ha incluido el
fortalecimiento del sector productivo por medio de la capacitación y la
asistencia técnica. Esas nuevas aptitudes han ayudado a que las
comunidades locales diversifiquen sus ingresos e incrementen las
cosechas de los principales productos forestales de la región de manera
sostenible.
El programa se puso en marcha en 2002, tras varias décadas de
declinación económica resultante de la caída de los precios del látex y
los conflictos por la propiedad de la tierra. Se llevó a cabo mediante
un diálogo con la sociedad civil, que tuvo por base el concepto de
“florestania” conforme al cual las comunidades actúan como agentes de la
protección forestal.
Las inversiones del programa, que ascendieron a US$108 millones,
incluyendo US$64,8 millones de financiamiento del BID, también han
apoyado al sistema ambiental del estado. En este sistema, la información
se procesa automáticamente con fines de seguimiento y control,
permitiéndole al Instituto Ambiental de Acre reducir a la mitad, vale
decir a menos de un mes, el número de días necesarios para el trámite de
una licencia ambiental.
Infraestructura
La infraestructura también fue un elemento clave deI programa para
vincular a las comunidades con los mercados y mejorar las condiciones de
vida de las familias. Se instalaron más de 300 generadores de
electricidad, se mejoró el transporte fluvial y se pavimentaron 70,1
kilómetros de la carretera BR-364, entre Rio Liberdade e Igarapé Santa
Fé.
El mejoramiento de las carreteras benefició a caucheros como Vital
Barros que, en el pasado, debía viajar un día entero a pie desde su casa
en el proyecto de asentamiento agro extractivo Chico Mendes hasta la
municipalidad de Xapuri para comprar alimentos que no producía en su
colocação y vender nueces del Brasil y caucho. “Hoy día demoro media
hora a Xapuri en motocicleta”, dijo.
El programa también incluyó medidas para asegurar que la
disponibilidad de mejores medios de transporte no fomente la
deforestación, la ocupación ilegal de predios y conflictos en torno a la
propiedad de la tierra. Esas medidas incluyen el establecimiento de
zonas protegidas, la regularización de la propiedad de las tierras y el
control del cumplimiento de las normas por parte de las comunidades y
entidades estatales.
“Aquí, con la ayuda del BID y del estado, estamos preparados para
asegurar que la nueva infraestructura se use para el transporte y el
comercio y no para estimular la deforestación”, dice el cauchero Nilson
Mendes.
El mejoramiento del transporte promueve más inversiones de la
industria local, lo cual beneficia a caucheros como Barros. “Ahora un
productor gana hasta US$35 por día. Hasta los años noventa, la gente
ganaba apenas US$38 por mes”.
El efecto en la deforestación
El modelo de desarrollo que apoya el programa ha ayudado a bajar la
tasa de deforestación en el estado, de 0,54 por ciento en 2002 a 0,14
por ciento en 2008. Casi 10.000 familias recibieron títulos de propiedad
y otras 3.124 emprendieron la extracción legal de productos forestales
en zonas donde se necesita una concesión para hacerlo. Una superficie de
casi 700.000 hectáreas se colocó bajo protección mediante la creación
del Parque Estatal Chandles, que no puede ser objeto de explotación
comercial.
Empero, el principal resultado del proyecto fue el cambio de
mentalidad entre los caucheros. “Hoy no sólo sabemos cómo explotar
nuestros recursos en forma sostenible, sino que también exponemos a
otras comunidades las ventajas de la florestania y la forma correcta de
usar nuestra diversidad biológica”, dice Mendes.
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