Son las tres de la mañana, el termómetro marca 30 grados y el sonido inconfundible de la "calma chicha" de la primera ola de calor de este verano es el canto de las cigarras.
Las altas temperaturas de la incipiente estación son el
pistoletazo de salida para estos ruidosos insectos que prolongan su
canto de vida hasta que se aparean.
Compañeros inconfundibles de
la insomnes noches de verano, cantan incesantemente mientras haya luz y
calor, ha explicado a EFEverde el catedrático de entomología agrícola
Felipe Pascual Torres.
"Si existe el estímulo, las cigarras cantan", ha subrayado el experto, miembro de la Asociación Española de Entomología.
Además,
en la lucha por la supervivencia de la especie, las hembras prefieren a
los ejemplares que cantan más fuerte y más seguido, prueba de la
potencia que pasarán en sus genes.
Protegidas en sus nidos
subterráneos durante todo el invierno, estos hemípteros (que tal es su
especie) suben a los árboles con la llegada del calor para completar su
madurez y como adultos emprender la última etapa de su ciclo vital:
aparearse y morir.
Su canto se produce de forma voluntaria al
provocar la vibración de una membrana abdominal que cambia su curvatura
creando una cavidad, como la piel de un tambor o pandereta.
Para
las cigarras, cantar es un gran esfuerzo muscular, ha referido Pascual,
quien defiende que estos animales no tienen nada de vagos.
"La
fábula de Esopo desdibuja a un insecto laborioso e ingenioso que cumple
su ciclo de vida con un canto sonoro que a la vez atrae a la pareja,
pero también a sus depredadores", ha resaltado tras precisar que solo
los machos de la especie salen cantores.
Una vez completada la
cópula, la hembra inyecta sus huevos en las cortezas de los árboles, en
donde permanecerán protegidos hasta el otoño, cuando eclosionan y dan
paso a las larvas que descienden hasta el suelo y cavan en la tierra las
galerías en las que pasarán el invierno.
"No a merced de la
caridad de las hormigas", ha precisado irónico Pascual, sino
alimentándose con picos succionadores de la savia de las raíces del
árbol en el que han nacido.
La pareja de parentales muere en esta
especie que completa su ciclo en una generación al año, en verano, por
eso su canto se asocia popularmente a esta estación, ha apuntado.
En
verano la vida es buena y fácil, hay hojas en los árboles y ramas ricas
en savia y no hay frío del que protegerse, ha insistido Pascual sobre
las costumbres de las cigarras maduras, que no son especies migratorias y
se encuentran igual en entornos urbanos que en la alta montaña.
La
especie mas común en España y el sur de Europa, la "Tetticia orni",
alcanza los cuatro centímetros de longitud y hasta los cinco de
envergadura con las alas desplegadas y su vuelo es potente y rápido con
una autonomía de al menos diez metros.
El canto de las cigarras, ha subrayado el entomólogo, "es definitivamente una apuesta valiente por la vida". EFEverde
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