La Comisión Europea (CE) propondrá limitar el uso de biocombustibles provenientes de cultivos, por el alto impacto que tienen tanto en el medio ambiente como en los precios de los alimentos, según el borrador de una nueva normativa al que ha tenido acceso Efe.
En concreto, el texto precisa que del objetivo marcado a los
Veintisiete para que en 2020 el 10 % de combustibles que se usa en el
transporte provenga de fuentes renovables, lo que de hecho supone
recurrir a los biocombustibles, al menos la mitad de ese porcentaje.
El
restante 5 % deberá ser cubierto con biocombustibles de segunda
generación, es decir, fabricados a partir de residuos, tal y como
explicó hoy la portavoz comunitaria Marlene Hozler en rueda de prensa.
Hozler
confirmó que la propuesta -que aún debe recibir el visto bueno del
colegio de la CE- será en este sentido, pero negó que suponga que
Bruselas retira su apoyo al uso de biocombustibles.
"No es un
cambio en la política, es una señal a los Estados miembros de que
queremos usar más los biocombustibles de segunda generación", indicó.
"El
objetivo de la propuesta actual es comenzar una transición hacia los
biocombustibles que suponen un ahorro de emisiones de gases (de efecto
invernadero) significativas, también estimando el cambio que supone el
uso indirecto de las tierras en las emisiones", señala el prólogo del
texto.
En esencia, la iniciativa penaliza a los biocombustibles
tradicionales por su impacto medioambiental, priorizando el uso de
alternativas producidas a partir de desechos o residuos agrícolas.
Una
de las desventajas que presentan los biocombustibles basados en
cultivos es el impacto que tienen sobre el uso del suelo, ya que se
necesitan importantes superficies para su producción, con lo que se
quita espacio a bosques y terrenos agrícolas.
El uso de cultivos
para fabricar biocombustibles puede también repercutir negativamente en
el precio de los alimentos, tal y como denuncian ONG como Oxfam.
En
un reciente estudio, Oxfam afirma que con la tierra necesaria para
producir biocombustibles para llenar los depósitos de los vehículos
europeos durante un año, se podría obtener maíz y trigo suficiente para
alimentar a 127 millones de personas.
El comisario de Energía,
Günther Oettinger, y la comisaria de Acción por el Clima, Connie
Hedegaard, también aludieron a esta cuestión, al destacar que los de los
biocombustibles de segunda generación "no compiten con los alimentos,
ni requieren más tierras".
"Estamos impulsando los biocombustibles
que nos ayudan a rebajar de manera sustancial las emisiones de dióxido
de carbono (CO2), no compiten con los alimentos y que son sostenibles y
verdes al mismo tiempo", indicaron Oettinger y Hedegaard en una nota
conjunta publicada ayer.
Por su parte, la ONG Oxfam celebró la
"excelente noticia" que supone que la CE haya reconocido los problemas
que, a su juicio, los biocombustibles están causando, como los
"crecientes precios de los alimentos, que aumentan el hambre, y la
aceleración del cambio climático", en palabras de su especialista, Marc
Olivier Herman.
Oxfam también alertó de una posible contraofensiva de la industria y los lobbies del sector, ante la propuesta de la CE.
"Los
gobiernos de la UE y la CE deben resistir la reacción de los grupos de
presión de la industria y la agricultura que han engordado con los
enormes subsidios y exenciones de impuestos como resultado de esta
locura política de biocombustibles", apuntó Herman. EFEverde
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