Un equipo
internacional de investigadores, liderado por Ignacio Morales-Castilla y
Miguel Ángel Rodríguez, del departamento de Ecología de la Universidad
de Alcalá
ECOticias.
Los intercambios bióticos ocurridos durante el periodo
Plioceno-Pleistoceno (hace de 5 a 3 millones de años, aproximadamente)
han dejado una marca visible en la distribución espacial de tamaños
corporales de los mamíferos en América.
Un equipo internacional de investigadores, liderado por Ignacio
Morales-Castilla y Miguel Ángel Rodríguez, del departamento de Ecología
de la Universidad de Alcalá, ha combinado datos contemporáneos,
paleontológicos y filogenéticos para establecer si los movimientos de
fauna ocurridos en el pasado tuvieron alguna influencia sobre los
gradientes (relación entre la variación del valor de una magnitud en dos
puntos próximos y la distancia que los separa) actuales de distribución
espacial de mamíferos.
El trabajo, publicado en The American Naturalist, demuestra
que estos movimientos contribuyeron a aumentar el tamaño corporal
promedio que presentan las faunas de mamíferos del norte de Norteamérica
(debido a especies llegadas desde Eurasia), mientras que en las
regiones más meridionales de Suramérica el efecto ha sido el opuesto
(debido a pequeños mamíferos que cruzaron de norte a sur cuando los
continentes americanos se unieron, en la era Cenozoica o Terciaria ).
Mamíferos parecidos a sus ancestros
La investigación revela además que las especies cuyos ancestros
participaron en los desplazamientos (denominadas alóctonas en el
estudio) y las especies cuyos ancestros se originaron in situ (autóctonas), presentan señales filogenéticas y ambientales diferenciadas en sus tamaños corporales actuales.
Los datos indican que ambas señales son mayores para las especies
alóctonas, lo que sugiere que sus tamaños corporales actuales tienen una
mayor similitud con los de sus ancestros, y además que su distribución
espacial está "más fuertemente determinada por las características del
ambiente que en el caso de las especies autóctonas", señalan los
autores.
Estas diferencias podrían explicarse por el menor tiempo que las
especies alóctonas habrían tenido para diversificarse, adaptarse y para
ocupar distintos nichos en los territorios colonizados por sus ancestros
en el Plioceno-Pleistoceno (dos de los periodos en los que se divide el
Cenozoico) que las especies autóctonas, derivadas de ancestros que ya
los habitaban desde antiguo.
Los autores también rechazan la hipótesis de que los gradientes
espaciales de tamaño corporal actuales sean debidos a las extinciones de
mamíferos de gran tamaño ocurridas en el Pleistoceno a causa, entre
otros factores, de la acción humana. Esto lo hacen utilizando datos del
registro fósil para reconstruir los patrones latitudinales de
distribución de las especies extintas, y comparándolos con las
distribuciones de las faunas actuales. En ambos casos se obtienen
distribuciones de tamaños corporales promedio similares, lo que indica
que la inclusión de las especies extintas en el análisis no cambiaría
las conclusiones.
El estudio propone además posibles mecanismos capaces de explicar la
distribución geográfica de las biotas actuales al combinar procesos
evolutivos, históricos y ecológicos. Aunque la experimentación no es
posible a escalas temporales y espaciales tan amplias, los métodos
empleados en este estudio han permitido profundizar en cómo ciertos
eventos históricos con influencia sobre la historia evolutiva de un
grupo faunístico pueden haber condicionado su distribución geográfica en
la actualidad, y proporcionar con ello un mejor entendimiento de las
relaciones existentes entre ecología y evolución.
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