El incendio de Málaga,
que arrancó el jueves y se logró estabilizar este sábado a las 17.00,
ha sido la puntilla a un año que ya se preveía muy complicado al inicio
de la temporada de máximo riesgo por la escasez de lluvias durante el
invierno y la primavera. En lo que va de 2012 ya se han quemado unas
8.500 hectáreas, contando las más de 5.000 del fuego que se originó en
Ojén, el peor de la temporada. Se trata de cuatro veces más de la
superficie que resultó afectada en todo 2011 (2.157 hectáreas).
"Estamos haciendo el doble de salidas", comentaba esta semana un
miembro del Infoca que se dedica a la extinción en verano y la limpieza
de los montes en invierno. Los datos respaldan la percepción de este
trabajador a pie de obra. A mediados de agosto, el Infoca había
realizado 659 actuaciones, entre incendios y conatos. Eran 263 más que
en el mismo periodo de 2011 y 338 más que el anterior año.
El número de actuaciones y la superficie quemada están directamente
relacionados con las lluvias. Este invierno se ha registrado un déficit de pluviometría en la comunidad del 60%,
por lo que los expertos ya pronosticaron un verano muy complicado
debido a la falta de humedad de la vegetación. La fórmula también
funciona en sentido inverso: la de 2010 fue la mejor temporada de toda la década,
con solo 932,82 hectáreas de masa forestal quemadas. El invierno de
aquel año fue muy húmedo; de hecho, el mes de diciembre de 2009 ha sido
el más lluvioso del último medio siglo.
En este contexto de sequía, algunos expertos no entendieron muy bien
el balance, con tintes triunfalistas, que realizó la Junta de Andalucía
tras el Consejo de Gobierno del pasado martes. La consejera de la
Presidencia e Igualdad, Susana Díaz, sostuvo que la superficie quemada se había reducido cerca de un 58% respecto a la media de la última década. Esa media, situada en 8.436 hectáreas, está condicionada por el incendio de Riotinto de julio de 2004, que afectó a 35.000 hectáreas repartidas por 13 municipios de Huelva y Sevilla.
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