Hasta ahora,
algunos ensayos clínicos aleatorizados apoyaban el tratamiento con
ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de origen marino para prevenir
riesgos cardiovasculares
ECOticias.
Una nueva investigación con casi 70.000 pacientes, publicada esta semana en la revista JAMA,
afirma que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 no se relacionan
con un menor riesgo de muerte cardiaca, muerte súbita, ataque cardíaco o
derrame cerebral.
Hasta ahora, algunos ensayos clínicos aleatorizados apoyaban el
tratamiento con ácidos grasos poliinsaturados omega-3 de origen marino
para prevenir riesgos cardiovasculares, mientras que otros ensayos
refutaban sus hipotéticos efectos. Aunque el posible mecanismo de acción
no estaba claro, los científicos a favor postulaban cierta capacidad de
los omega-3 para reducir los niveles de triglicéridos, prevenir
arritmias graves e incluso disminuir la agregación plaquetaria y la
presión arterial.
El equipo de C. Evangelos Rizos, del Hospital de la Universidad de
Ioánina (Grecia), ha realizado un metaanálisis sobre la asociación entre
los omega-3 y los resultados cardiovasculares, integrando y revisando
los datos disponibles de un gran número de ensayos aleatorizados.
De las 3.635 referencias obtenidas, se incluyeron 20 estudios con
68.680 pacientes asignados al azar, que reportaban 7.044 muertes, 3.993
muertes cardiacas, 1.150 repentinas muertes, 1.837 ataques cardiacos y
1.490 accidentes cerebrovasculares.
“El análisis no indicó ninguna asociación estadísticamente
significativa con los principales resultados cardiovasculares”, afirman
los autores. “Nuestros hallazgos no justifican el uso de ácidos grasos
omega-3 en una intervención estructurada en la práctica clínica diaria
ni tampoco su administración en la dieta”.
Según los expertos, para refinar sus conclusiones sería apropiado
llevar a cabo otro metaanálisis con datos de pacientes individuales. De
este modo se podría averiguar si existe una posible influencia de la
dosis, la adhesión del paciente al tratamiento, la ingesta base y el
grupo de riesgo de enfermedad cardiovascular.
La polémica está servida
Las actuales directrices emitidas por las principales sociedades de
cardiología recomiendan el uso de los ácidos grasos omega-3, ya sea en
forma de suplementos o mediante asesoramiento dietético, en pacientes
después de un infarto de miocardio.
La Administración de Alimentos y Fármacos de EE UU (FDA, por sus
siglas en inglés) ha aprobado su ingesta solo para bajar los
triglicéridos en pacientes con hipertrigliceridemia. En Europa, algunas
agencias nacionales de reglamentación –pero no todas– han aprobado la
administración de ácidos grasos omega-3 para disminuir el riesgo
cardiovascular.
La controversia derivada de las distintas indicaciones del etiquetado
“causa confusión en la práctica clínica diaria sobre si utilizar estos
agentes o no para la protección cardiovascular ", explican los autores
del estudio.
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