El trabajo
realizado a lo largo de muchos años y la colaboración con Suiza servirán
para adaptar la gestión a las variaciones que se produzcan en el futuro
José Pichel Andrés
El Centro de Servicios y Promoción Forestal y de su Industria de
Castilla y León (Cesefor) está llevando a cabo una investigación sobre
los efectos del cambio climático en el crecimiento de los árboles y la
producción de setas en colaboración con el Instituto Federal de
Investigación Forestal de Zurich, en Suiza, conocido como WSL.
“El primer objetivo es conocer la influencia del cambio climático en
la fenología, producción y diversidad de especies fúngicas así como
estudiar posibles relaciones entre el crecimiento de los árboles (Pinus sylvestris)
y dicha producción fúngica”, explica el director científico del
Programa de Micología Forestal y Truficultura de Castilla y León,
Fernando Martínez Peña, que lidera estos estudios junto a los
investigadores suizos Simon Egli y Ulf Büntchen. “El segundo objetivo es
proponer adaptaciones de la gestión forestal al nuevo contexto
provocado por el cambio climático”, añade.
Para el estudio dendroclimatológico de las masas de Pinus sylvestris se
obtuvieron 800 muestras de los troncos de los árboles mediante un
instrumento denominado barrena de Pressler en 18 parcelas de
investigación ubicadas en el monte de Pinar Grande (Soria). En cuanto a
los datos de producción y diversidad fúngica se utilizaron los 43.000
registros procedentes de las bases de datos de la Red de Parcelas
Micosylvodemostrativas de la Junta de Castilla y León, inventariados
después de 17 años de muestreos semanales.
Las muestras de Pinus sylvestris obtenidas se han analizado en el Instituto Federal de Investigación Forestal (www.wsl.ch)
de Zurich por el equipo de Ulf Büntchen. En cuanto al análisis
estadístico de los miles de registros procedentes de las bases de datos
de producción micológica, se está realizando conjuntamente en dicho
centro Suizo por Simon Egli y Fernando Martínez Peña en Cesefor.
El origen de la investigación se remonta a 1995, cuando la Junta de
Castilla y León inició un trabajo en Pinar Grande consistente en el
estudio de la producción y diversidad de setas en los bosques de Pinus sylvestris.
“Para ello se estableció una red de 18 parcelas permanentes de muestreo
situadas en masas de seis clases de edad diferentes que se han
inventariado semanalmente hasta la actualidad”, comenta el experto.
Referencia mundial
Este trabajo permitió la presentación de dos tesis doctorales y seis
publicaciones científicas de impacto internacional. Además, en 2009,
esta red de parcelas se integró con el compromiso de perdurabilidad en
la red Europea de Áreas Micosylvodemostrativas (www.micosylva.com),
constituyendo en la actualidad el segundo lugar del mundo con mayor
número de series continuas de registros para el estudio de la influencia
del cambio climático en la producción y diversidad de setas.
El estudio de los registros consiste en el análisis de distintos
parámetros, como el número y el peso de ejemplares de macromicetes
epigeos registrados en las parcelas de investigación, considerando tanto
los hongos micorrícicos (los que viven en simbiosis formado
ectomicorrizas con Pinus sylvestris), como los hongos saprobios
(lo que degradan la materia orgánica muerta), así como analizando con
detalle especies de interés comercial como Boletus edulis o Lactarius deliciosus. Igualmente, “se estudia la fenología de la fructificación de las diferentes especies o grupos de especies”, indica el experto.
Paralelamente, las muestras procedentes de los troncos de los árboles
se estudian dendrocronológicamente , es decir, se estudia su edad, y se
miden los crecimientos de los anillos de los árboles registrados en los
últimos 150-170 años. Posteriormente, “se relacionan con variables
climáticas con el fin de estudiar la dinámica interanual del crecimiento
de los árboles y tratar de anticipar posibles pérdidas de crecimiento
provocadas por el calentamiento global”, apunta Martínez Peña.
Finalmente, los científicos buscan relaciones entre el crecimiento de
los árboles y la producción de setas “con el fin de construir modelos y
poder anticipar las herramientas de gestión más adecuadas para
minimizar las pérdidas de producción y diversidad”.
En este sentido, todo apunta a posibles cambios significativos.
Recientes estudios han constatado que en el centro y Norte de Europa,
donde la humedad es abundante, las campañas de fructificación de las
setas se están dilatando en el tiempo (comienzan antes y terminan más
tarde), lo que puede ser debido al aumento de temperaturas provocado por
el cambio global. Este aumento en el periodo de fructificación afecta
particularmente a los hongos saprobios (champiñones, seta de cardo,
parasoles) y en menor medida a los hongos micorrícicos (boletus,
níscalos, amanitas) ya que viven en simbiosis asociados a árboles y
arbustos y tienen ciclos vitales más complicados.
La humedad es clave
“En nuestra región, el factor limitante que condiciona el inicio y
bondad de la campaña de setas es sobre todo la humedad y, según los
datos recogidos en la red de parcelas, percibimos una tendencia a
retrasarse el inicio de la fructificación de setas, lo que puede ser
especialmente grave para algunos hongos micorrícicos, ya que cuando
llegan a darse las condiciones de humedad necesarias ya es demasiado
tarde para su ciclo vital o la temperatura es muy baja y limita su
fructificación”, señala el investigador.
En cualquier caso, “en el contexto de nuestro estudio, todavía es
pronto para extraer conclusiones definitivas, pero sí se anticipan
tendencias negativas en las producciones y diversidad cuyas
consecuencias se están evaluando”, agrega.
Los resultados de esta investigación permitirán adaptar los actuales
tratamientos selvícolas y culturales (densidades, cortas, elección de
especies, etc.) de la forma más adecuada para minimizar posibles
pérdidas de producción y diversidad de setas, según los científicos.
Además, “cada vez se hace más necesario el control del
aprovechamiento micológico de las especies comestibles de interés
comercial”. Algunos hongos micorrícicos como Boletus edulis,
“podrían verse afectados negativamente como consecuencia del retraso de
las campañas de fructificación, de ahí la importancia de una regulación
de la recolección que controle, cantidades, tamaños y presión
recolectora en los montes”.
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