La insólita estampa de dos barcos de más de 100 metros de eslora
varados en la playa, frente a la Dehesa de El Saler, en Valencia, ha
puesto el foco sobre la salud de esta frágil línea litoral. Más allá de
los destrozos puntuales provocados por las tareas de los remolcadores
que trabajan para reflotar los barcos, varados a causa del temporal de la semana pasada,
el incidente ha hecho aún más evidente el retroceso que sufre la línea
de costa de las playas del sur de la ciudad de Valencia. Y,
especialmente, la playa de la Dehesa de El Saler, la joya ecológica de
la ciudad, junto al parque natural de l’Albufera.
El BSLE Sunrise, cargado con tubos de acero y 120 toneladas
de fuel, de la naviera Jutha Maritime Public (con sede social en
Bangkok, Tailandia) y el Celia, con contenedores vacíos y 60 toneladas de fuel, de la compañía Intership Werwaltungs (ubicada en Ems, Alemania), estaban fondeados frente al puerto de Valencia,
al norte de la playa de El Saler, cuando sobrevino el fuerte temporal
que la madrugada del sábado pasado azotó el litoral valenciano.
No eran los únicos; pero solo esos dos encallaron, sin que se hayan
explicado aún las causas oficialmente. La Agencia Estatal de
Meteorología, siguiendo las directrices internacionales, había elaborado
los boletines de predicción marítima alertando del temporal. Otros
buques fondeados frente al puerto, atendiendo al contenido de dichos
boletines, levaron anclas y se dirigieron a mar abierto. El BSLE Sunrise y el Celia
no se movieron. El armador y presidente del grupo Boluda Corporación
Marítima, Vicente Boluda, aseguró el jueves que los jefes de máquinas de
los dos buques estaban en tierra cuando se desató el temporal. Su
ausencia impidió poner en marcha los motores.
Ambos acabaron varados frente a una playa que, durante estos últimos
días, se ha llenado de curiosos que miran atónitos cómo la silla del
puesto de socorro de Cruz Roja se hunde dentro del agua, ante el socavón
que han dejado en la playa de El Saler los trabajos de rescate. Unos
trabajos que, solo los tres primeros días, han superado los 250.000
euros, según las tarifas aprobadas por el Ministerio de Fomento, que
incluye los servicios de remolcadores, barcos, auxiliares y helicópteros
de Sasemar.
Además de las dificultades del remolque está el coste medioambiental y
la amenaza que supone para la salud del parque natural de l’Albufera y
la irreversible y continua pérdida de arena en la playa de El Saler, que
en distintos puntos comienza a amenazar el cordón dunar del parque. La
respuesta por la consecuencia medioambiental del desastre entre las
autoridades implicadas ha sido hasta ahora la de mirar hacia otro lado,
desviar su responsabilidad o negar la evidencia.
La Dehesa es una franja arenosa situada entre la playa y l’Albufera,
muy frágil y fácilmente erosionable. Una de las principales amenazas son
los vientos cargados de humedad y sal del mar. El cordón dunar situado
inmediatamente tras la playa protege a la vegetación que crece a sus
espaldas. De ahí su importancia. Es la principal barrera protectora del
parque natural, y la más amenazada por la desaparición de la playa.
Antes de la última ampliación del puerto de Valencia, distintos
expertos advirtieron de que el fenómeno de retroceso de la línea de
playa se aceleraría con los nuevos diques. Las corrientes predominantes
en la costa valenciana tienen una dirección sur, de forma que cualquier
obstáculo (o su ampliación) provoca una acumulación de sedimentos al
norte y una pérdida al sur.
El proceso natural de la línea costera consiste en un depósito
constante de arena por parte del mar en la costa, que así se regenera
automáticamente tras los temporales. Esta mecánica natural se ha visto
alterada por el puerto, según destacan especialistas en urbanismo como
el profesor Joan Olmos de la Politécnica de Valencia o el consultor
medioambiental Vicent Torres. Ambos coinciden en que cada espigón que se
añade al mar por el norte produce un efecto inmediato de basculación de
arena y de pérdidas en El Saler. El fenómeno no es nuevo y ya provocó
la pérdida de la playa de Natzaret, la más cercana al puerto.
Ante las advertencias lanzadas por los científicos, el documento de
impacto ambiental de la ampliación del puerto contemplaba una
monitorización de la evolución de las playas contiguas a las
instalaciones. Este encargo tomó forma en un plan de vigilancia, que se
acordó con la Dirección General de Costas, y que prevé el seguimiento y
la evaluación del estado de las playas del norte y sur del puerto hasta
el año 2015. Para realizar esta tarea, el puerto ha contactado con el
Laboratorio de Puertos y Costas de la Universidad Politécnica, que se
hace cargo de esta tarea.
Muchas obras y ningún responsable
Si no es el puerto, al que apuntan buena parte de los especialistas, ¿quién es el responsable de la desaparición progresiva de las playas del sur de Valencia? Fuentes del Ayuntamiento no han querido entrar en este debate. Simplemente señalan que sus técnicos medioambientales no han detectado que esta circunstancia haya afectado al cordón dunar del parque natural.La Declaración de Impacto Ambiental (DIA) de las obras de ampliación del puerto, publicada en el Boletín Oficial del Estado el 16 de agosto de 2007, obligaba a la Autoridad Portuaria de Valencia, como promotora, a poner en marcha “medidas compensatorias” para paliar “los daños que el puerto ha causado históricamente al litoral sur”.
La DIA obligaba al puerto a hacer un “seguimiento” del litoral y una “foto fija” de las playas durante las obras y hasta cinco años después de la ampliación del puerto, además de “observar su evolución cada seis meses”.
Pero la playa de El Saler “está en perfectas condiciones en general y solo se ha visto afectada en superficie por las pisadas de los curiosos que han acudido [para ver a los barcos encallados]”, señala el concejal de Devesa-Albufera, Vicente Aleixandre, del PP. Los socialistas no lo ven tan claro y han pedido en las Cortes Valencianas que la consejera de Infraestructuras y Medio Ambiente, Isabel Bonig, y la Autoridad Portuaria expliquen el asunto.
El último análisis sobre la evolución de las playas contiguas al
puerto, correspondiente a enero de este año, indica que la zona norte
“está evolucionando como era de esperar, la playa bascula hacia el
puerto con avances en El Cabanyal”.
Pero en la zona sur, donde se encuentran la playa de El Saler y la
Dehesa, no observa ningún efecto fruto de las obras portuarias que
signifique “un riesgo para la estabilidad”.
Josep Ramón Medina, director del Laboratorio de Puertos y Costas,
señala que “hay muchas playas erosionándose, basculando y con problemas
muy diversos”, pero considera que los dos buques varados “solo pueden
afectar a muy corto plazo a la playa”, porque “los buques y las hélices
pueden mover las arenas muy localmente durante las operaciones de
reflote”. Y afirma que “la playa volverá fácilmente a su situación
anterior (erosión de unos metros al año)”.
Los técnicos de la demarcación de Costas concluyen que “el volumen
total de las arenas se mantiene en la zona”. Aunque esta última
apreciación no se ha documentado de forma pública. La Dirección General
de Costas es la responsable, junto con el promotor —el puerto—, de velar
por el “seguimiento” y la aplicación de las condiciones que impuso el
Gobierno socialista a la Declaración de Impacto Ambiental. En esta se
obligaba a ambas Administraciones a realizar estudios cada seis meses
sobre la basculación de las arenas y reponerlas en su caso.
Costas dice que “en el caso improbable de que la recuperación de
playa de El Saler no se produjera por la acción natural del mar, ha
previsto una cuantía inicial de 10.000 metros cúbicos de arena”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario