La cantidad de agua que el cuerpo necesita cambia según la edad. En el caso de los bebés que toman leche materna
ECOticias.
Hidratarse es esencial, no sólo en verano sino durante todo el
año. Tres terceras partes del cuerpo humano –con variaciones según la
edad y el sexo- son agua, y hay que mantener esos niveles. Sin agua no
hay salud, ni en adultos ni en niños.
Pero, ¿cuánta agua se tiene que beber al día? ¿Cambia la cantidad
según la edad? ¿Es buena la del grifo o hace falta que sea mineral
embotellada? ¿Pueden los zumos y bebidas refrescantes sustituir parte
del agua que nos hace falta? De todo esto hemos hablado con Isidro
Vitoria Miñana, pediatra de la unidad de nutrición del Hospital Infantil
la Fe de Valencia y miembro del comité científico del Instituto de investigación agua y salud.
Fuentes de hidratación
La cantidad de agua que el cuerpo necesita cambia según la edad. En
el caso de los bebés que toman leche materna, la hidratación ya está
asegurada y no es necesario beber más, a no ser que sufran fiebre,
vómitos o diarrea. Cuando empieza la alimentación complementaria ya se
puede incoporar el agua durante las comidas y entre las tomas.
De manera orientativa, y según las recomendaciones de la EFSA (la
autoridad europea de seguridad alimentaria), la cantidad de agua que se
requiere durante la niñez es de 1.300 mililitros hasta los 3 años, 1.600
entre los 4 y los 8 años, 1.900 entre los 9 y los 13 y 2 litros o más
durante la adolescencia. De esta cantidad, aproximadamente medio litro
proviene de los alimentos. El resto tiene que ser aportada directamente
bebiendo agua o leche, “las bebidas fundamentales para la hidratación
infantil”, en palabras del doctor Vitoria. Es decir, que es necesario
que los niños y niñas, según la edad, beban entre 4 y 6 vasos de agua a
lo largo del día.
El agua del grifo, sin problemas
Muchas familias se preguntan si el agua del grifo es buena para los
niños, sobre todo en aquellas zonas donde puede tener un sabor más
fuerte por la cloración. El doctor Vitoria lo tiene muy claro: “el agua
potable cumple todos los requisitos de la legislación española, que es
muy estricta. Se puede afirmar tranquilamente que el agua potable es
totalmente adecuada para el consumo humano”.
En el caso de los bebés, sin embargo, se aconseja hervir el agua
durante al menos un minuto para evitar posibles infecciones de parásitos
que podrían afectar a los menores de 12 meses. De más mayores ya no es
necesario, porque las concentraciones de parásitos que se pueden
encontrar en el agua potable son demasiado bajas como para que tengan
ningún efecto. Y para rebajar el gusto que pueda tener el agua, sólo
hace falta una medida tan simple como dejarla reposar unas horas en la
nevera.
Aún así, si se prefiere usar agua mineral natural este pediatra
recomienda elegir las que tienen menor cantidad de sodio y más calcio.
“La ventaja del agua mineral natural”, explica, “es que en todo momento
podemos conocer la composición y además es pura, de forma que no hay que
hervirla para los bebés”. (Se puede encontrar más información sobre
este tema en el estudio elaborado por la Asociación Española de Pediatría y el Instituto de Investigación agua y salud).
Los zumos y los refrescos no son agua
Además de la importancia de hidratarse, los profesionales de la salud
infantil destacan la importancia de beber agua y huir de los zumos y,
sobre todo, de los refrescos azucarados como sustitutos. “El estilo de
vida de los niños ya es suficientemente sedentario como para añadir un
aporte extra de calorías, y ni los zumos ni los refrescos son adecuados
en la nutrición pediátrica”, afirma el doctor Vitoria. “Una cosa es un
zumo natural en el almuerzo y otra los industriales y los refrescos. El
consumo de estas bebidas calóricas tiene que ser sólo ocasional y nunca
como sustituto del agua”.
Las bebidas azucaradas están directamente relacionadas con el
sobrepeso y la obesidad infantil porque tienen un alto contenido
calórico y no sacian el hambre, de forma que aumenta el riesgo de
ingesta excesiva, y también el de caries dental. Por eso, algunos países
como Francia e Italia, han llegado a aplicar un impuesto especial que las grava.
Varias campañas en todo el mundo intentan limitar su presencia en
escuelas e institutos. Y en lugares como Australia han puesto en marcha
iniciativas tan interesantes como Fresh for Kids,
que pretende fomentar que todos los niños y niñas lleven agua y fruta
en la mochila, además de garantizar fuentes de agua en las escuelas.
Y para que todo esto funcione también son fundamentales los hábitos en casa. Para la sed, nada como el agua.
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