En un marco de cielo, mar y bosques, el centro de interpretación del
donostiarra monte Ulía ofrece al ciudadano la posibilidad de conocer a
fondo sus secretos. El centro, cuya entrada es gratuita, muestra ahora
la riqueza de ese espacio natural a través una exposición permanente. A
ella se suma un programa de actividades didácticas y culturales:
talleres, itinerarios por el propio monte, visitas guiadas por el
centro, proyecciones, etcétera.
Situado en la cima del Ulía, cerca del merendero de Basollua, el
centro, que fue inaugurado el pasado 28 de julio, se suma al entramado
que gestiona la Fundación Cristina Enea que, de manera conjunta, también
dirige el Natur Txoko de Urgull y el Centro de Recursos
Medioambientales de Cristina Enea.
Fue el Ayuntamiento de San Sebastián el que, tras llevar analizando
esa idea durante varios meses, propuso a la fundación hacerse cargo de
este nuevo espacio.
Así surgió esta iniciativa que permite al público conocer más a fondo
el suelo y el subsuelo del monte, así como las especies animales y
vegetales que lo pueblan o las que viven bajo las aguas frente a la
costa que se extiende a sus pies, entre otras muchas cosas.
La muestra se reparte en diferentes secciones. La que se dedica a la
geología detalla cuáles son las rocas que se pueden encontrar en sus
faldas, junto a un corte que ofrece información sobre las diferentes
capas del terreno. Una pantalla interactiva muestra los hábitats marinos
de la zona, mientras que otro mural permite conocer la diversidad allí
presente, su alimentación, sus características y sus movimientos
migratorios.
Otros apartados dedicados a la flora o a los bosques completan esta
muestra, que busca concienciar a los ciudadanos de la importancia del
ecosistema del Ulía y la necesidad de su conservación.
Una maqueta a escala del monte y de sus alrededores y una huerta
ecológica de productos locales completan el material informativo. En un
panel se van explicando cuáles son y qué beneficios tienen cada uno de
los vegetales que se pueden encontrar en esa huerta, que suma tomates,
calabazas, vainas o albahaca.
Los grupos de observación de animales marinos o de aves que centran
su actividad en el monte aprovechan además el Centro de Interpretación
de Ulía como punto de colaboración para desarrollar sus funciones con
mayor eficacia.
En el poco más de un mes que lleva abierto el centro ha recibido ya
casi 2.000 visitantes, “una buena cifra”, en palabras de Ohiana
Orkolaga, su responsable. “Hay quien echa de menos algunos datos en la
exposición, así que nuestro objetivo es ampliar la base que ya tenemos
con fichas complementarias”, apostilla.
Para el próximo mes de octubre está previsto añadir un mural que recogerá la historia del monte.
En él se mostrarán las atalayas para el avistamiento de ballenas del
siglo XVI o las canteras que se establecieron sobre la superficie de
Ulía, así como el transbordador aéreo que se inauguró en el monte
durante la Belle Époque.
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