domingo, 21 de octubre de 2012

Miden la salud del río Porce

Una camiseta no es una camiseta ni un café es un café. No. Tienen algo más que casi siempre se ha olvidado: ¿cuánta agua fue necesaria para su producción?

Para la camiseta de algodón se necesitaron aproximadamente 2.700 litros de agua; para saborear la aromática taza de café se requirieron cerca de  140 litros.

En el mundo se habla desde hace unos 10 años de la huella hídrica, el impacto directo sobre el recurso hídrico por las actividades socioeconómicas, desde la doméstica a la industrial y agrícola pasando por la pecuaria y otras.

La huella de cualquier bien o servicio es entonces el volumen de agua usado directa o indirectamente para su producción, sumados los consumos de todas las etapas de la cadena de producción.]

Colombia fue uno de los primeros en medir la huella de la actividad agrícola, un trabajo sobre la afectación en sus cuencas (se consideraron 309 subzonas).

Así, por ejemplo, se sabe que el café aporta el 22 por ciento de esa huella, el maíz 13, arroz 12, plátano 11, caña 11 y palma 8.

Hoy el proyecto es otro, también pionero en su campo. Diego Arévalo Uribe, director del proyecto Huella hídrica, contó que se comenzó a determinar la huella hídrica del río Porce, desde su nacimiento en Caldas hasta el Nechí, área de unos 5.000 kilómetros cuadrados y  7 subcuencas en 29 municipios, de las que surge casi el 15 por ciento de la energía hidroeléctrica del país.

Este trabajo está liderado por el Centro de Ciencia y Tecnología de Antioquia (CTA) y es parte de la iniciativa SuizAgua Colombia de la Agencia Suiza para el Desarrollo y la Cooperación. Cuenta con apoyo de otras entidades públicas y privadas, entre ellas cinco universidades locales, dos corporaciones autónomas y dos entidades internacionales.

El CTA trabaja desde hace 15 años en el tema hídrico con la Cátedra del Agua, que coordina Claudia Campuzano.

Un modeloEste río fue seleccionado entre 21 cuencas que se priorizaron en el estudio nacional de Huella Hídrica (WWF 2012), para medir la huella, estudio del que se desprenderá la guía metodológica de la aplicación geográfica de este indicador en una cuenca, con lo  que se podrá replicar en otras.

¿Qué se pretende? La idea es medir el impacto de seis sectores en la vida del río: agrícola, pecuario, industrial, doméstico, energético y minero. Y, más allá, se presentarán propuestas que ayuden a formular lineamientos de políticas públicas sobre el agua en Colombia.

Hoy, recordó Arévalo, no es suficiente con cerrar la llave del agua. Hay que mirar el impacto de las distintas actividades para que sean sostenibles.

“No es vender algo hoy, sino garantizar el futuro y la sostenibilidad de los sectores que venden”.

Para ello se debe cuidar este recurso, cada vez más escaso y con mayores presiones.

El Porce soporta la vida y recibe la presión de cerca de cuatro millones de personas. Desde la actividad lechera en el norte, la minería, la industria del Aburrá y las descargas domésticas de toda clase dejan su aporte.

No se trata de prohibir tal o cual actividad, de no consumir el agua en los distintos procesos sino que se busca crear un entorno de corresponsabilidad para hacer buen uso del recurso.

Una muestra: el agua que se consume en el Aburrá no proviene de la región sino en su mayor parte del Oriente y del Norte.
Recolección
El estudio se desarrollará durante un año, hasta el primer trimestre 2013, con participación de casi 30 personas.

Se utilizará información secundaria, pero también se recorrerán diferentes puntos para constatar la situación.

Colombia es el séptimo país del planeta con mayor disponibilidad  del recurso hídrico, con una oferta, según el Estudio Nacional del Agua del Ideam, de unos 2.300 kilómetros cúbicos en un año medio, una oferta que se reduce a 1.400 km3 en año seco, el 13% de la oferta suramericana.

De esa disponibilidad, 39% se encuentra en la Amazonia, 27% en la Orinoquia y 13% en la cuenca Magdalena-Cauca.

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