jueves, 7 de marzo de 2013

Aportes al entendimiento de la Gobernanza climática

Si analizamos quién toma las decisiones respecto a las políticas públicas y acciones orientadas hacer frente al cambio climático nos encontramos frente a dos alternativas.
 ECOticias.
Una de las formas más prácticas de entender la gobernanza refiere a la identificación de quién toma decisiones, cómo se toman las decisiones, qué tipos de decisiones se toman y  cuáles son las características de esas decisiones (Petkova y colaboradores, 2011).  Esto es válido para cambio climático, bosques o cualquier otra temática. Nos interesa hacer un análisis del concepto desde la perspectiva del cambio climático.
Si analizamos quién toma las decisiones respecto a las políticas públicas y acciones orientadas hacer frente al cambio climático nos encontramos frente a dos alternativas. La primera que refiere a un gobierno fuertemente representativo quien es el que está tomando las decisiones centrales y la segunda alternativa, correspondiente a gobiernos más participativos, buscan que las decisiones sean producto de amplios procesos deliberativos entre el Estado y la sociedad civil, en su expresión más inclusiva. Pero estos procesos no se dan de manera químicamente puros, primero porque tanto las emisiones de Gases de Efecto Invernadero tienen carácter global y segundo porque hay actores políticos y económicos que también tienen carácter global. Espacios, procesos y actores de carácter formal e informal con poderes reales para incidir en los países. De ello se derivan articulaciones soberanas y otras no tantas y constituyen más bien poderes fácticos. Resultante de todo esto, podemos apreciar las grandes dificultades que han tenido las últimas Conferencias de las Partes sobre cambio climático para llegar a acuerdos vinculantes más efectivos.
Si analizamos cómo se toman las decisiones tenemos que identificar las estructuras, funciones y relaciones que existen al interior de un país para la definición de políticas públicas y acciones para hacer frente al cambio climático. Así podemos encontrar estructuras de gobierno con mayores o menores procesos de descentralización. Encontramos también el grado de institucionalidad referido a las instituciones, políticas públicas, acuerdos, prácticas de toma de decisiones y las relaciones de poder. Podremos identificar gestiones ambientales más  o menos efectivas, centralizadas en un sector o más transversales, más o menos empoderadas, dependiendo del grado de compatibilidad con las políticas de desarrollo del país. Un tema central refiere a qué tan sólidos son – cuando existen – los sistemas de gestión ambiental.
La calidad de los procesos de toma de decisión también refiere a qué tan efectiva es la gestión pública. Estamos hablando de las capacidades institucionales en general que refieren a las estructuras, mecanismos, procedimientos y prácticas para la planificación, coordinación e implementación. Por ello un eficiente sistema de información es crucial para contar con elementos que ayuden a la toma de las mejores decisiones. Así mismo, la calidad o intensidad de la democracia es un factor fundamental que tiene correlato con las políticas públicas participativas con orientación explícita hacia la transparencia y la rendición de cuentas.
La calidad de los procesos de toma de decisión alude también a la infraestructura del diálogo existente. Esto refiere a los diferentes espacios de diálogo, los institucionalizados, formales o informales que contribuyen al fortalecimiento del diálogo como fundamento vital para el reforzamiento de la democracia. Tanto los espacios socioeducativos y comunicacionales contribuyen al fortalecimiento de la cultura del diálogo. Por lo mismo, interesa conocer la plataforma existente para procesar las diferencias, controversias y conflictos de tal manera que contribuyan a fortalecer una cultura de transformación de conflictos.
Un elemento importante en la calidad de los procesos de toma de decisión también hace referencia a la seguridad jurídica. Para que esta dimensión político-legal contribuya a la equidad requiere que genuinamente esté orientada al bienestar colectivo y no esté abiertamente sesgado solo hacia los poderes económicos. La confianza hacia las autoridades, sus procesos, sus políticas y sus herramientas de gestión, es un elemento esencial que contribuye a un diálogo transformador y fortalece los enfoques y las prácticas de una cultura de paz.
El concepto de gobernanza también alude a las características de las decisiones. Es decir, la medida en que son claras, entendibles, coherentes, amplias, completas, accesibles, disponibles. Es claro que  existe una correlación directa entre el grado de participación con el grado de valoración y compromiso que existe con las políticas públicas que son producto de procesos participativos. Los procesos participativos podrán ser más lentos, más engorrosos, e incluso más costosos (considerando solo el corto plazo) pero a la larga si logran representar el equilibrio de intereses de los diversos actores ofrecen mayor garantía de sostenibilidad.
Del análisis realizado se desprende que la gobernanza climática tiene que ver en el fondo con la gobernanza del país que está interrelacionada con la gobernanza global respecto al cambio climático. No es posible hacer frente al cambio climático solo desde la perspectiva de los ministerios del ambiente sino que es un esfuerzo concertado entre actores públicos y privados. La gobernanza climática de un país está muy relacionada a la calidad de la democracia, a la calidad de la institucionalidad, al capital social que existe en el país, a la calidad del diálogo y el grado de construcción de la confianza. Esta constatación no hace sino reforzar, una vez más, la estrecha interrelación que existe entre los sistemas biofísicos y los sistemas socioculturales. Hacer frente al cambio climático requiere tener una gestión pública más efectiva y una participación social más proactiva y comprometida. Finalmente, requiere también una alta dosis de imaginación para que con creatividad e innovación podamos explorar y desarrollar nuevas formas de hacer las cosas. Si es el modelo civilizatorio el que mantiene la estructura actual de emisiones de GEI, entonces habrá que abrir la posibilidad a nuevas teorías, nuevos enfoques, nuevas herramientas.

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