Una parte del marfil ilegal obtenido por los cazadores furtivos de elefantes en África termina convertido en figuras religiosas en la católica Filipinas, según una investigación de la revista "National Geografic" citada hoy en la prensa local.
El marfil ilegal es introducido en el archipiélago a través de
las redes de traficantes musulmanes en el sur del país con contactos con
los proveedores en países como Zimbabue o Namibia, según el artículo
que aparecerá en la edición de octubre de la revista.
Aunque la
mayor parte se exporta a China una vez llega a Manila, una parte del
marfil ilegal se queda en Filipinas donde es esculpido en piezas
religiosas, incluida la del Santo Niño o Niño Jesús, la imagen más
venerada por los católicos filipinos.
Según el reportaje, el
sacerdote católico Cristóbal García, destinado en la isla de Cebú y un
conocido coleccionista de Santos Niños de marfil, admitió que la
procedencia del marfil es ilegal e incluso aporta consejos para ocultar
las figuras en los controles de las aduanas.
"Envuélvelo en ropa
interior vieja y maloliente y échale ketchup por encima para que parezca
manchada de sangre. Así es como se hace", indicó García para explicar.
Otras
formas para ocultar su origen ilegal en la aduana, cuando son piezas
grandes, es conseguir un certificado falsificado que indique que la
pieza es antigua o ha sido tallada con marfil anterior a 1989, cuando se
acordó la prohibición de la comercialización en todo el mundo.
La
devoción por el Santo Niño procede de la creencia de que es una réplica
de la imagen que originariamente llevó Fernando Magallanes en la
primera expedición española que llegó a Filipinas, en Cebú, en 1521.
Las
autoridades filipinas han realizado importantes decomisos de marfil
ilegal, como las 5,4 toneladas incautadas en 2009 y las 7,7 toneladas
apresadas en 2005.
Según la Convención Internacional para la
Protección de Especies Amenazadas (CITES), China, Tailandia y Vietnam
son los principales mercados donde se vende el marfil, procedente en su
mayoría de colmillos de elefantes y cuernos de rinocerontes de países
africanos como Nigeria, la República Democrática del Congo o Suráfrica.
Sin
embargo, el reportaje de "National Geografic" indica que para los
expertos de CITES ha pasado desapercibido el tráfico de una parte del
marfil en países como Filipinas, donde centenares de artesanos ofrecen
abiertamente sus servicios para tallar cualquier trozo de marfil
africano.
Entre 1979 y 1989, hasta que comenzó a ser prohibida o
regulada internacionalmente la venta de marfil, fueron sacrificados
cerca de 600.000 elefantes africanos, la mitad de la población de esa
especie, fundamentalmente por la caza furtiva para obtener marfil.
En
algunos lugares de África se ha perdido el 80 % de la población de
elefantes, y a pesar de las regulaciones que entraron en vigor no se han
podido recuperar respecto al número original. EFEverde
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