"Se podría decir que los pingüinos tienen un modo sigiloso increíble", dijo Yuuki Watanabe, investigador del Instituto Nacional de Japón de Investigación Polar.
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El pescado del antártico debería tener miedo. Hay un insólito depredador sigiloso que anda suelto: los pingüinos Adelie.
  Olviden sus torpes andares de pato en tierra o bamboleos cómicos en la
  superficie del océano. Tan pronto como estos pingüinos se zambullen en
  el océano glacial Antártico, se vuelven calculadoras y eficientes máquinas de matar, dicen investigadores japoneses.
   "Se podría decir que los pingüinos tienen un modo sigiloso increíble", dijo Yuuki Watanabe, investigador del Instituto Nacional de Japón de Investigación Polar. "Son excelentes aproximándose sigilosamente hacia su presa y haciéndose con ella sin que se den cuenta".
   Watanabe publicó esta semana el material grabado en diciembre de  
2010 mostrando a vista de pájaro cómo cazan peces y pequeños crustáceos 
 llamados krill, utilizando una pequeña cámara de vídeo atada en la  
espalda de más de una docena de pingüinos.
   "Los krill contonean sus cuerpos, es evidente que intentan nadar a toda velocidad y escapar",
  dijo Watanabe sobre sus hallazgos, publicados esta semana en  
Proceedings of the National Academy of Sciences, con sede en Estados  
Unidos.
   "Pero eso no supone nada para los pingüinos. Éstos 
simplemente  se zampan los krill que están tratando de huir y se los 
tragan enteros".
   Utilizando las "cámara pingüino", configuradas 
para  encenderse automáticamente cuando un pingüino se metiera en el 
agua y  disparar durante 90 minutos, Watanabe y su equipo fueron capaces
 de  capturar los secretos de los pingüinos a la hora de cazar.
   Se obtuvo información adicional de dos acelerómetros atados a cada
  ejemplar que midió los movimientos de cabeza y cuerpo para calcular lo
  rápido que devoraron a su presa.
   "Realmente no sabíamos si los pingüinos capturaban los krill de  
uno en uno. Yo habría pensado quizá se los comían mientras perseguían  
otra presa", dijo Watanabe. "Pero cuando vimos la grabación descubrimos 
 que los pingüinos estaba haciendo simplemente eso: comiendo estas  
pequeñas criaturas una tras otra".
   No sólo eso, los pingüinos no nadaban aleatoriamente sino que se  
mantenían en equilibrio al borde del hielo hasta que se acercara un  
grupo numeroso, entonces se abalanzaban al agua.
   La tasa de capturas de krill fue rápida y eficiente. Los pingüinos
  engulleron una media de dos krill por segundo cuando los krill estaban
  agrupados, una tasa mucho más rápida que bajo condiciones generales de
  captura cuando los pingüinos consumieron cerca de 244 krill en casi 90
  minutos.
   "Me puse muy contento cuando tuve la grabación de un pingüino yendo directamente a un enjambre de krill y atiborrándose", dijo Watanabe. Una vez acabada la investigación con los pingüinos, el científico quiere repetir la experiencia con tiburones.
 

 
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