lunes, 28 de enero de 2013

Hace sólo veinte años en Cataluña no reciclábamos ni un 2% de los envases que llegaban al mercado.
 José Luis Gallego 
Llevo muchos años dedicando buena parte de mi tarea como divulgador ambiental en los medios de comunicación a promover la participación ciudadana en la reducción y la recogida selectiva de los residuos. Y lo hago porque aprendí también hace muchos años que los residuos ya no son basura, y que la gestión ambientalmente responsable de la basura es una de las mejores contribuciones que podemos hacer a la mejora de nuestro entorno. Es por eso que me siento especialmente orgulloso del alto nivel de participación ciudadana que hemos alcanzado en este ámbito.
Hace sólo veinte años en Cataluña no reciclábamos ni un 2% de los envases que llegaban al mercado. Con la llegada de la Ley de Residuos (Ley estatal 11/1997, de 24 de abril, de envases y residuos de envases) y la implantación progresiva del sistema elegido entonces para recuperarlos, el de recogida a través de los contenedores selectivos, la tasa subió hasta el 5% ese mismo año y se subió hasta el 20% en el año 2.000. Empezamos fuertes, muy fuertes.
Pero es que sólo 15 años después de su implantación, y gracias a la importante tarea de sensibilización y educación ambiental que ha llevado a cabo este equipazo, este "Green Team" formado por la Agencia de Residuos, los entes locales, las escuelas y muchas entidades ambientales que se han dedicado a informar y formar el hábito de reciclar, hemos conseguido llegar al 80% en el reciclaje de envases (datos oficiales de la Agencia de Residuos a finales de 2011: 78%). Un hito del todo espectacular.
Los ciudadanos de Cataluña hemos dado una auténtica lección de responsabilidad hasta alcanzar unos niveles de participación ciudadana en la recogida selectiva de residuos que nos sitúa a la cabeza de Europa. Debemos sentirnos pues muy orgullosos. Ahora pero, nos queda lo más difícil: mantenernos en este nivel y tratar de avanzar hacia la excelencia hasta llegar al 90 o el 95%. Pero lo que también es necesario es reconocer que el sistema ha funcionado, que los ciudadanos lo hemos entendido, que hemos aceptado nuestra responsabilidad y (como tantas y tantas veces en tantas cuestiones de país) y hemos dado una lección de competencia, empuje y compromiso social.
Por eso entiendo como falsa la polémica que se ha generado en torno a la última campaña de sensibilización ciudadana para promover la eficiencia en el reciclaje. Lo que podemos hacer ahora, mientras tratamos de incrementar un poco más estos altos niveles de participación ciudadana, es intentar mejorar el proceso reduciendo los errores. Y este ha sido el sentido que ha dado lugar a la campaña "Envàs on vas?" tratar de hacer entender a los ciudadanos que una percha no va al amarillo porque no es un envase y al amarillo, tal y como fue estipulado hace 15 años por la Ley de Residuos, sólo van los envases que no sean de vidrio ni de cartón. ¿Acaso habrá que poner otro contenedor para este tipo de materiales? Pues quizás sí, debería estudiarse en todo caso. Pero hoy por hoy y tal y como tenemos el sistema montado, una percha no va al amarillo, del mismo modo que tampoco iría dentro una máquina de recogida de envases si estuviéramos participando en un sistema de devolución y retorno. Ni tampoco una muñeca no va. Ni un cubo. Ni un móvil.
Pero es que esto no tiene nada de nuevo. Al contrario, es del todo redundante. Este mensaje hace 20 años que tratamos de trasladarlo a los ciudadanos todos los que, de una manera u otra y desde diferentes ámbitos, tratamos de sumar esfuerzos para reducir el impacto ambiental de la gestión de nuestros residuos haciendo divulgación de la recogida selectiva. ¿Qué tiene de nuevo decir que una sartén no va al amarillo? Separar antes de reciclar y poner cada cosa en su sitio. Esta fue la idea inicial, por eso lo que dice la campaña no supone ningún cambio respecto a lo que personalmente vengo diciendo desde hace veinte años. Ahora se ha querido poner el énfasis en la necesidad de afinar un poco para ganar en eficiencia reduciendo el nivel de impropios: es decir, de aquellos residuos que, con toda la buena voluntad, depositamos por error en el contenedor donde no van ... ni nunca han ido.
Cataluña es el país del reciclaje. Y por eso sólo aquí una campaña como la que estamos comentando puede haber generado tanto interés y despertado tantas pasiones. Y es que en otros lugares, como la gente pasa olímpicamente de reciclar, le da igual lo que le digan sobre lo que deja de ir a los contenedores.
Aquí no, aquí la gente está comprometida con el reciclaje y por eso ha sido la campaña publicitaria más comentada de los últimos años.Durante las últimas semanas todo el mundo ha hablado de reciclaje, era emocionante escuchar los acalorados debates sobre lo que va y lo que no va al amarillo, azul, verde y marrón.
Ahora lo que hace falta es esperar el próximo informe de caracterizaciones, es decir del nivel de impropios detectado en los contenedores después de la campaña, para ver si ha bajado (estábamos en un preocupante 28% en el caso del amarillo). Y si es así la campaña habrá sido, no sólo un éxito absoluto en sensibilización, sino un gran paso hacia esa excelencia que nos hemos marcado como meta. Y ya os digo ahora: me jugaría un guisante a que así será.

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