Hace sólo veinte años en Cataluña no reciclábamos ni un 2% de los envases que llegaban al mercado.
 José Luis Gallego 
 
          
Llevo muchos años dedicando buena parte de mi tarea como  divulgador 
ambiental en los medios de comunicación a promover la  participación 
ciudadana en la reducción y la recogida selectiva de los  residuos. Y lo
 hago porque aprendí también hace muchos años que los  residuos ya no 
son basura, y que la gestión ambientalmente responsable  de la basura es
 una de las mejores contribuciones que podemos hacer a la  mejora de 
nuestro entorno. Es por eso que me siento especialmente  orgulloso del 
alto nivel de participación ciudadana que hemos alcanzado  en este 
ámbito.
Hace sólo veinte años en Cataluña no reciclábamos  ni un 2% de los 
envases que llegaban al mercado. Con la llegada de la  Ley de Residuos 
(Ley estatal 11/1997, de 24 de abril, de envases y  residuos de envases)
 y la implantación progresiva del sistema elegido  entonces para 
recuperarlos, el de recogida a través de los contenedores  selectivos, 
la tasa subió hasta el 5% ese mismo año y se subió hasta el  20% en el 
año 2.000. Empezamos fuertes, muy fuertes.
Pero es que sólo 15 años después de su implantación, y gracias a  la 
importante tarea de sensibilización y educación ambiental que ha  
llevado a cabo este equipazo, este "Green Team" formado por la Agencia  
de Residuos, los entes locales, las escuelas y muchas entidades  
ambientales que se han dedicado a informar y formar el hábito de  
reciclar, hemos conseguido llegar al 80% en el reciclaje de envases  
(datos oficiales de la Agencia de Residuos a finales de 2011: 78%). Un  
hito del todo espectacular.
Los ciudadanos de Cataluña hemos dado  una auténtica lección de 
responsabilidad hasta alcanzar unos niveles de  participación ciudadana 
en la recogida selectiva de residuos que nos  sitúa a la cabeza de 
Europa. Debemos sentirnos pues muy orgullosos.  Ahora pero, nos queda lo
 más difícil: mantenernos en este nivel y tratar  de avanzar hacia la 
excelencia hasta llegar al 90 o el 95%. Pero lo que  también es 
necesario es reconocer que el sistema ha funcionado, que los  ciudadanos
 lo hemos entendido, que hemos aceptado nuestra  responsabilidad y (como
 tantas y tantas veces en tantas cuestiones de  país) y hemos dado una 
lección de competencia, empuje y compromiso  social.
Por eso entiendo como falsa la polémica que se ha generado en  torno a
 la última campaña de sensibilización ciudadana para promover la  
eficiencia en el reciclaje. Lo que podemos hacer ahora, mientras  
tratamos de incrementar un poco más estos altos niveles de participación
  ciudadana, es intentar mejorar el proceso reduciendo los errores. Y  
este ha sido el sentido que ha dado lugar a la campaña "Envàs on vas?"
  tratar de hacer entender a los ciudadanos que una percha no va al  
amarillo porque no es un envase y al amarillo, tal y como fue estipulado
  hace 15 años por la Ley de Residuos, sólo van los envases que no sean 
 de vidrio ni de cartón. ¿Acaso habrá que poner otro contenedor para 
este  tipo de materiales? Pues quizás sí, debería estudiarse en todo 
caso.  Pero hoy por hoy y tal y como tenemos el sistema montado, una 
percha no  va al amarillo, del mismo modo que tampoco iría dentro una 
máquina de  recogida de envases si estuviéramos participando en un 
sistema de  devolución y retorno. Ni tampoco una muñeca no va. Ni un 
cubo. Ni un  móvil.
Pero es que esto no tiene nada de nuevo. Al contrario, es del todo redundante. Este mensaje hace 20 años que tratamos de trasladarlo a los ciudadanos todos los que, de una manera u otra y desde diferentes ámbitos, tratamos de sumar esfuerzos para reducir el impacto ambiental de la gestión de nuestros residuos haciendo divulgación de la recogida selectiva. ¿Qué tiene de nuevo decir que una sartén no va al amarillo? Separar antes de reciclar y poner cada cosa en su sitio. Esta fue la idea inicial, por eso lo que dice la campaña no supone ningún cambio respecto a lo que personalmente vengo diciendo desde hace veinte años. Ahora se ha querido poner el énfasis en la necesidad de afinar un poco para ganar en eficiencia reduciendo el nivel de impropios: es decir, de aquellos residuos que, con toda la buena voluntad, depositamos por error en el contenedor donde no van ... ni nunca han ido.
Pero es que esto no tiene nada de nuevo. Al contrario, es del todo redundante. Este mensaje hace 20 años que tratamos de trasladarlo a los ciudadanos todos los que, de una manera u otra y desde diferentes ámbitos, tratamos de sumar esfuerzos para reducir el impacto ambiental de la gestión de nuestros residuos haciendo divulgación de la recogida selectiva. ¿Qué tiene de nuevo decir que una sartén no va al amarillo? Separar antes de reciclar y poner cada cosa en su sitio. Esta fue la idea inicial, por eso lo que dice la campaña no supone ningún cambio respecto a lo que personalmente vengo diciendo desde hace veinte años. Ahora se ha querido poner el énfasis en la necesidad de afinar un poco para ganar en eficiencia reduciendo el nivel de impropios: es decir, de aquellos residuos que, con toda la buena voluntad, depositamos por error en el contenedor donde no van ... ni nunca han ido.
Cataluña es el país del reciclaje. Y por eso sólo aquí una  campaña 
como la que estamos comentando puede haber generado tanto  interés y 
despertado tantas pasiones. Y es que en otros lugares, como la  gente 
pasa olímpicamente de reciclar, le da igual lo que le digan sobre  lo 
que deja de ir a los contenedores.
Aquí no, aquí la gente  está comprometida con el reciclaje y por eso 
ha sido la campaña  publicitaria más comentada de los últimos 
años.Durante las últimas  semanas todo el mundo ha hablado de reciclaje,
 era emocionante escuchar  los acalorados debates sobre lo que va y lo 
que no va al amarillo, azul,  verde y marrón.
Ahora lo que hace falta es esperar el próximo  informe de 
caracterizaciones, es decir del nivel de impropios detectado  en los 
contenedores después de la campaña, para ver si ha bajado  (estábamos en
 un preocupante 28% en el caso del amarillo). Y si es así  la campaña 
habrá sido, no sólo un éxito absoluto en sensibilización,  sino un gran 
paso hacia esa excelencia que nos hemos marcado como meta. Y  ya os digo
 ahora: me jugaría un guisante a que así será.
 

 
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