Con este
enfoque, investigadores de la Facultad de Ingeniería de la Universidad
Nacional de Cuyo trabajan en el diseño de un sistema experto predictivo
de avalanchas y utilizan como zona de estudio la región del Valle de las
Leñas, en Malargüe, al sur de la provincia.
ECOticias.
Las avalanchas de nieve en la cordillera mendocina son un
fenómeno que se tiene muy en cuenta, sobre todo en las regiones pobladas
y los centros turísticos que utilizan la nieve como recurso principal,
dado que fomenta el turismo y la utilización de instalaciones y
servicios en los centros de esquí. Pero también es importante la
incidencia que tiene la nieve en las rutas cordilleranas para el
transporte de cargas y de pasajeros, generando graves perjuicios
económicos y financieros cuando ocurre un desastre natural.
Con
este enfoque, investigadores de la Facultad de Ingeniería de la
Universidad Nacional de Cuyo trabajan en el diseño de un sistema experto
predictivo de avalanchas y utilizan como zona de estudio la región del
Valle de las Leñas, en Malargüe, al sur de la provincia. Para ello
cuentan con una base de datos histórica de más de una década, que los
provee de información estadística sobre valores atmosféricos,
nivo-meteorológicos, comportamientos del manto de nieve ante eventos
avalanchosos ocurridos natural o artificialmente y los episodios de
transporte de nieve por acción del viento.
“En razón de que aún con la tecnología y conocimientos adquiridos
hasta el presente no se puede establecer el momento de inicio de una
avalancha y su progreso, es que se han desarrollado varios métodos de
predicción, algunos basados en modelos físicos y numéricos que hacen uso
de variables nivo-meteorológicas, cuya información y resultados se
encuentran en varias publicaciones internacionales”, detalla Roberto
Haarth, integrante del equipo de científicos a cargo de la tarea.
El proyecto en Las Leñas contempla el desarrollo de un modelo
predictivo de avalanchas de nieve que considera las variables
nivo-meteorológicas del lugar, esto es, “la influencia de los factores
naturales que pueden provocar la ruptura del manto níveo y generar el
inicio de una avalancha y su progreso posterior”, continúa el ingeniero
consultado por Argentina Investiga. El sistema trabaja a partir de
un motor de búsqueda que establece e infiere relaciones en base a los
datos que aportan los valores obtenidos de la a las diferentes bases de
datos disponibles por los investigadores.
“Lo primero que estamos haciendo es validar el modelo desde lo
conceptual y requiere de mucho trabajo de investigación para obtener un
modelo que contemple las variables y factores de estado que son los que,
combinados y cuando toman ciertos valores, pueden considerarse como una
inminente pero no segura probabilidad de inicio de ruptura del manto
níveo”, se explaya Haarth. Luego de validar el modelo, viene la
etapa de implementación, que es un algoritmo computacional. Consiste en
el ingreso de los datos de los valores pertenecientes a las variables
críticas en el software, y la entrega, mediante tablas y gráficos, del
comportamiento a futuro (una ventana de 3 a 5 días) de la zona de
estudio.
“Funciona como el pronóstico extendido del clima”, aclara el
especialista. Cómo se produce una avalancha Los factores que
desencadenan una avalancha son la sobreacumulación de nieve y la propia
inestabilidad del manto de nieve debido a los factores térmicos y
mecánicos que disminuyen su cohesión interna según las condiciones
nivo-meteorológicas del sitio, produciendo el inicio de una fractura en
el manto níveo que se propaga desprendiendo uno o más bloques de nieve.
Hay que aclarar que el manto de nieve está formado por un conjunto
de estratos o capas que se acumulan en cada nueva nevada.
Cada capa está integrada por cristales de nieve que, desde el momento
en que son depositados, están constantemente sometidos a un proceso de
transformación. La acción del viento, la humedad, la presión, la
temperatura y la radiación solar transforman esos cristales y por lo
tanto, los estratos de nieve. Según las condiciones particulares,
estas modificaciones pueden asentar las capas de nieve o, por el
contrario, disminuir la ligazón entre ellas. “Por ejemplo -explica
Haarth-, una nevada intensa y rápida es peligrosa al no tener tiempo de
estabilizarse. Sin embargo, una nevada repartida en varios días puede no
ser peligrosa si existen las condiciones necesarias para que se
asiente. La mayoría de las avalanchas se produce durante o después de
las fuertes nevadas y las más frecuentes se producen en pendientes entre
los 30º y los 45º”.
Otro aspecto a considerar es el factor viento: puede arrastrar
grandes cantidades de partículas de nieve logrando que algunas zonas
queden con mayor acumulación que otras, generando en estos lugares
verdaderos sitios inestables y propicios para el desencadenamiento de
avalanchas.
Es por eso que, como explica Haarth, es necesario conocer cómo se
distribuye la nieve depositada en las zonas de avalanchas, “lo que
otorga información valiosa para el desarrollo de un sistema experto de
ayuda en la toma de decisiones sobre la ocurrencia de estos eventos”,
completa el experto.
Otro fenómeno meteorológico a destacar es el de los cambios de
temperatura ambiente, en particular, los aumentos importantes de
temperatura que reducen la cohesión de la nieve, es por eso que las
avalanchas son más probables por las tardes que por las mañanas, sobre
todo en pendientes que han estado expuestas a los rayos solares durante
las horas más calurosas del día.
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