Esta región de la selva amazónica en el norte de Perú se hizo
conocida por su producción de cocaína, pero también lo es ahora por el
uso de plantas medicinales como la ayahuasca, que curanderos de la zona
utilizan para tratar la adicción a las drogas.
Imbuido en la
vegetación tropical que rodea Tarapoto, un centro de tratamiento para
adictos recibe a jóvenes desesperados que llegan de todo el mundo a
intentar una curación con ayahuasca, la planta de la Amazonía
considerada "sabia" por indígenas que la emplean desde hace 3000 años.
Utilizada
en un preparado que se bebe, esta liana permite visiones de la vida
pasada y ayuda a trabajar sobre problemas psíquicos, según chamanes que
la emplean, aunque sus críticos la consideran un alucinógeno y
cuestionan su uso como medicinal tradicional.
"Esta sustancia,
cuando se toma en condiciones adecuadas, permite al paciente visualizar
su mundo interior y conocerse a sí mismo en forma de visiones,
sensaciones, percepciones, una agudización de la inteligencia y
capacidad crítica", dijo Jacques Mabit, director del centro Takiwasi, en
una entrevista con la AFP.
Mabit, un médico francés que llegó a
Perú décadas atrás como parte de la organización Médicos sin Fronteras,
se quedó a vivir en Tarapoto y fundó Takiwasi en 1992. Hoy es uno de los
cuatro chamanes que realizan rituales curativos en este centro,
conocido mundialmente por sus tratamientos con plantas amazónicas.
En
las sesiones, que se realizan en las noches en un espacio circular, el
chaman luego de dar a beber la ayahuasca conduce el ritual con oraciones
e ícaros (canciones sanadoras) con notas repetitivas, a la manera de un
mantra, y acompaña a quienes recorren un viaje introspectivo que puede
durar varias horas.
"Cuando se toma ayahuasca se amplifican todas
las percepciones de los sentidos: el oído, la vista, el olfato. Y todas
las funciones psíquica internas", comenta Mabit.
"Es como si se
pusiera un microscopio, y lo que usted no veía o veía chiquito, se va a
amplificar y usted ya lo ve. Se hace más evidente su problemática
emocional, sus problemas familiares o de salud. Uno puede tomar
conciencia de elementos que se le escapaban", explica el médico, que
toma el extracto de la planta desde hace más de dos décadas.
Por
efecto de la ayahuasca ocurre "como si entrara en un sueño, salvo que en
este caso uno no duerme y puede interactuar con lo que le está
sucediendo. Puede movilizar su capacidad e ir buscado los problemas que
le afectan en su vida".
Después quedará actuar, tomar las
decisiones para hacer ese cambio, subraya. "Cuando existe voluntad para
cambiar se pueden lograr curaciones muy interesantes a todo nivel
psicológico, emocional y físico. Uno se reconcilia con uno mismo, con
quien es", afirma Mabit.
DE LA COCAÍNA A LA AYAHUASCA
La
región noramazónica peruana estuvo por décadas inundada de plantaciones
de hojas de coca, que hoy van dejando cada vez más lugar a siembras
alternativas de cacao y café.
Mientras la producción de cocaína y
la incidencia del narcotráfico crecía en los 80 y 90 en el país,
Tarapoto comenzó a ser conocido también por el uso milenario de estas
plantas que sirven para contrarrestar los males del consumo de drogas.
Pedidos
de adictos llegan desde todo el mundo para buscar un sitio en Takiwasi,
que antes de aceptar a alguien para un tratamiento analiza cada caso y
su historia.
Actualmente, el centro alberga un grupo de 16 jóvenes
europeos, estadounidenses y latinoamericanos, que cumplen un programa
de 9 meses en los que, junto a las terapias con las plantas, conviven y
desarrollan todo tipo de tareas que sirven a su recuperación.
También llegan visitantes interesados en vivir la experiencia del uso de estas plantas, e indígenas de países vecinos.
"Venimos
a aprender y compartir el uso de plantas medicinales que nosotros
también empleamos en nuestros territorios. De esta forma nos
enriquecemos mutuamente y podemos llevar más conocimiento a nuestras
comunidades", dijo a la AFP Robinson Paí, indígena de la comunidad Awá,
llegado de Nariño, Colombia.
"El ayahuasca en nuestro pueblo
indígena es un vegetal sagrado. Es una planta poderosa que cura, que
enseña, que abre los pensamientos. Nuestro creador ha dejado estas
plantas para que nosotros aprendamos y podamos vivir mejor", opinó.
¿UN ALUCINÓGENO?
¿Qué responde a quienes dicen que el ayahuasca es una droga, un alucinógeno?, preguntó la AFP a Mabit.
"Les
pido que experimenten. Mientras uno no experimenta puede decir muchas
cosas. Este tratamiento apela a una referencia que está tan fuera de la
vida cotidiana que no hay referente. Muchas personas proyectan sus
dudas, pero no pasan por la experiencia. Esta medicina se utiliza hace
miles de años en la Amazonía, no hay adicción, no provoca dependencia. Y
ningún estudio antropológico ha descripto que los pueblos indígenas que
utilizan esto se han vuelto locos".
Con el ayahuasca los
indígenas hace 3000 años conocen los antidepresivos, destacan los
curanderos que la emplean, aunque el uso de la planta también ha llevado
a algunos casos trágicos de muerte, lo que sembró más dudas sobre su
uso y conveniencia.
Un turista estadounidense de 18 años murió en
septiembre de 2012 en la región amazónica de Madre de Dios (sudeste)
luego de que un curandero se excediera en el suministro de ayahuasca,
según un informe policial de entonces.
"Como en todo, puede haber
un buen uso o un mal uso", dijo Mabit. "Hay una manera de utilizar la
ayahuasca. Una técnica, una preparación, acompañamiento y seguimiento.
Hay un conjunto de acciones. No se trata solamente de la ayahuasca, se
trata de la forma como se usa", finalizó.
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