domingo, 30 de junio de 2013

El vuelo de las jaulas hacia la libertad

En una estación de paso, en el Jardín Botánico, comienza el vuelo hacia la libertad de las aves condenadas a prisión en hogares del Valle de Aburrá. Sus delitos parecieran ser cantar, parlotear o tener vistosos plumajes. Allí se recuperan de sus enfermedades, se fortalecen y se preparan para volver a surcar los cielos con cantos libres.

Y es que el canto de un sinsonte, que parece alegrar la casa en las mañanas, bien podría ser un grito desesperado por la libertad, destaca el coordinador del Centro de Atención y Valoración a la Fauna Silvestre (CAV) del Área Metropolitana, Víctor Manuel Vélez Bedoya. En su opinión de biólogo, la melodía de los pájaros tras las rejas es el llamado a otros ejemplares de su especie, que, sin embargo no aparecen por ninguna parte en la pequeña jaula que cuelga del techo.

Así pasa también con loros, pericos, guacamayas y lechuzas, que están entre las aves silvestres que con mayor frecuencia se mantienen en cautiverio. Aves que no se reproducen encerradas, que en el mundo silvestre hacen falta para mantener en equilibrio algunos insectos y para desperdigar semillas, mientras cumplen una función ornamental en un balcón o en un patio, desde donde elevan al cielo su triste trinar.

Con un guante grueso para cuidarse de sus garras y utilizando largas pinzas, la veterinaria Lorena Correa, pone pequeños pedazos de carne en el pico de un águila sabanera, que minutos antes miraba en silencio tras las rejas de una jaula. Ahora abre las alas en todo su alcance. El ave llegó remitida por Corantioquia para comenzar su proceso de recuperación.

Con una pequeña jeringa, la doctora pone comida líquida en el pico abierto de un pequeño mayo que pía sin parar. Cuenta que llegó a la estación de paso después de que policías lo salvaran de una muerte segura al ver que se cayó del nido en un árbol rodeado de perros en un parque.

Después de comer e hidratarse y de una evaluación de su condición, junto con otros animales concentrados en el sitio, irán al CAV, en Barbosa, donde formarán familias y reaprenderán a vivir en libertad, para cuando llegue el momento.

—Si un pájaro en su entorno deja caer cada día una semilla, son 365 árboles que siembra en un año —el argumento del coordinador del CAV contrasta con el valor que muchas personas le dan a tener aves en sus casas—. Aunque el dueño no crea que hace daño a la naturaleza, esos árboles hacen un vacío, más grande con cada año que el ave pasa encerrada.

El amor por las aves
La lora parlotea, es graciosa; con el tiempo aprende groserías y apodos que despiertan la risa en la familia. La guacamaya despliega todo su colorido cuando abre sus alas. Los jilgueros dan la sensación de amanecer en el campo. Son atractivos que aprecian quienes tienen aves silvestres en sus casas: muchas de las personas que les dicen a los funcionarios de la autoridad ambiental "es que yo amo ese pájaro, no quiero desprenderme de él".

—¿Qué tipo de amor es ese, que tiene a un animal secuestrado? —Vélez Bedoya explica que el equipo de Fauna Silvestre actúa ante las quejas ciudadanas o recibe las entregas voluntarias. Cuenta que cada vez más las personas atienden las razones por las cuales los animales necesitan de la vida en su entorno. Hoy por hoy, el 70 por ciento de los ejemplares que recupera el Área Metropolitana son por voluntad de sus tenedores.

También entregan animales enfermos, viejos o demasiado grandes para tenerlos en casa. En lo corrido del año, la entidad ha recogido 4.704 animales silvestres, incluidas 1. 500 aves. En coordinación con otras corporaciones regionales como Corantioquia, Cornare y otras por fuera del departamento, y con el apoyo de la Fuerza Aérea hacen posible que se reintegren a su hábitat en compañía de los de su especie.

El director de Corantioquia, el ingeniero ambiental, Alejandro González Valencia, revela que muchos de los animales recuperados llegan con múltiples limitaciones tanto físicas como de comportamiento.

Con frecuencia tienen mutilaciones, afecciones de la piel, plumas o mucosas, atrofias musculares y deformaciones óseas. Muchas veces son mansos, ven al ser humano como su guardián y alimentador, y han perdido el instinto de sobrevivir en condiciones naturales. Olvidan reconocer a sus congéneres, sus enemigos y los alimentos en forma natural.

Explica que las aves silvestres recuperadas son clasificadas de acuerdo con las posibilidades que tengan de sobrevivir y no afectar los ecosistemas al ser liberadas en el entorno adecuado.

Cuando las aves no cumplen con las condiciones para ser liberadas tienen otras alternativas como su disposición en los CAV o entregas a zoológicos. Sin embargo entre las 12.002 aves que ha recuperado la entidad desde 1995, el 87 por ciento han vuelto a la libertad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario