Respuesta. La gente las lanza, no hay forma de que no lo hagan.
P. ¿Quién las recoge? Será un verdadero valiente.
R. Las sacamos al cambiar el agua. Te explicaré una
historia: una vez vimos que alguien se había metido en el recinto de los
aligátores. Había huellas en el barro. Resultó ser un mendigo que había
recuperado un montón de monedas ante las fauces de los animales. Lo
detuvieron al salir, empapado y con los bolsillos llenos. Le quitaron el
dinero. Yo no lo hubiera hecho. Aquel hombre se merecía esas monedas.
P. ¿Cómo se manipula a un cocodrilo?
R. Cuando llegué aquí hace casi treinta años se
hacía a lo bruto, en plan el cazador de cocodrilos. Nos tirábamos al
cuello y entre varios lo inmovilizábamos. Era una escena muy dramática.
No pasaban más cosas porque san Francisco velaba por nosotros. Hoy los
hacemos meterse en un tubo o los dormimos, aunque la anestesia para
cocodrilos no es muy buena...
P. He visto que tienen a la anaconda mudando. Los indios de La Apaya colombiana temen a la anaconda. ¿Hacen bien?
R. Sí. Son muy grandes. De tanto en tanto llegan noticias de que han atacado a alguien. También pasa con la pitón reticulada.
P. ¿Qué consejo le daría a Frank de la Jungla?
R. Que no le muerdan tanto. Es que le muerden todos los animales. Eso no puede ser bueno.
P. A usted también le han mordido.
R. Me mordió un cocodrilo. Un caimán juvenil, pegó
un salto impresionante desde una cubeta y me atrapó la mano. Aquí tengo
la cicatriz.
P. ¿A ver? Jo, que daño.
R. El caimán se quedó colgando, no se soltaba, fue una sangría.
P. ¿Cómo son los cocodrilos de cerca, dientes aparte?
R. Son agresivos, pero también muy comunicativos.
Hay cuidado parental. Las crías llaman a las madres. Estas las
transportan cuidadosamente en sus mandíbulas. Por otro lado, tuvimos el
caso de aquella pareja que llevaban treinta años juntos, sin problemas, y
un día él la mató a ella. Mi teoría es que al envejecer ella cesó de
segregar hormonas y el macho dejó de reconocerla como hembra y la atacó.
En fin, muy triste.
Perfil
La jornada con Manel Aresté (Barcelona, 1957) en el zoo del terrario de Barcelona, donde lleva 29 años y ha visto de todo, es intensa: hemos asistido al almuerzo de las crías de dragón de Komodo (se las ve komodas,le digo al biólogo, que parece dudar si lanzarme a las pitones que copulan alegremente). Los dragones se alimentan de ancas de rana bañadas en huevo. “Luego iremos a coger un cocodrilo”. ¡Yupi!
P. ¿Y las serpientes?
R. Son misteriosas, impredecibles, van a lo suyo.
Las hay inofensivas como gatitos y otras que te envían al otro barrio
solo con escupirte.
P. Provocan miedo.
R. Despiertan filias y fobias. Al que le gustan le
gustan con pasión. Esa ambivalencia ya está en las mitologías, donde
pueden ser seres malignos o salvíficos, representar la luz o la
oscuridad. En muchos mitos son seres guardianes. Hay gente que viene
aquí a curarse la fobia. Por cierto, ¿has visto el caso de ese alemán al
que mató una víbora a la que manipulaba en una demostración para gente
con fobia? Desde luego no se habrán curado...
P. ¿Es nuestra parte primate la que nos hace temerlas?
R. No creo que haya un miedo congénito pero indudablemente sí una predisposición a aprender a tenerles miedo.
P. ¿Tiene usted miedo a algún animal?
R. ¡Y tanto! A las arañas. No me hace gracia coger una migala. Una cobra tampoco, por supuesto. Pero una araña no tengo necesidad.
P. ¿Qué lección nos ofrecen los reptiles?
R. No sabría decirte, son tan distintos. La suya es una vida sin prisas.
P. ¿Sufren en el zoo, cautivos?
R. De hecho, imagino que sufren menos que en
libertad. Tienen alimento, pareja, no los depredan. Los reptiles no son
muy exigentes. ¿Se aburren? Quizá sí, pero me parece que eso es
proyectarnos en ellos, antropomorfizar. No digo que todo en los zoos sea
ideal y me parece muy respetable que se los critique, pero aquí hacemos
un buen trabajo criando especies en peligro como los tritones del
Montseny o la rana gigante de la isla caribeña de Montserrat, a la que
inmunizamos antes de soltarla en su hábitat plagado de hongos invasores
que la matarían.
P. ¿Hay cocodrilos en las cloacas del poder?
R. Muchos, demasiados. Si salieran todos... eso sí da miedo de verdad.
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