Sin
embargo, a pesar de que existen modelos muy elaborados sobre el modo en
que el calentamiento climático afectará al conjunto de la
biodiversidad, muchas especies parecen no ajustarse bien a las
predicciones teóricas.
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Uno de los mayores retos en
ecología es predecir la respuesta de las diferentes especies al cambio
climático. Su impacto se ha constatado tanto en animales como en
plantas y existen evidencias de sus efectos en la fenología, fisiología
y distribución de muchas especies. En el caso concreto de los árboles,
por ejemplo, la altitud media del haya (Fagus sylvatica) en España se ha elevado 70 metros en los últimos 55 años.
Sin embargo, a pesar de que existen modelos muy elaborados sobre el
modo en que el calentamiento climático afectará al conjunto de la
biodiversidad, muchas especies parecen no ajustarse bien a las
predicciones teóricas.
Medir los impactos del cambio climático en los árboles es difícil
porque hay pocos inventarios forestales periódicos para estudiar cómo se
ha modificado la distribución de las especies a lo largo del tiempo.
Una aproximación alternativa consiste en investigar como se distribuyen
las especies en altitud, ya que las variaciones en altitud reproducen
los cambios climáticos pronosticados en temperatura.
Para conocer cómo están respondiendo los bosques europeos al cambio
climático, un equipo liderado por investigadores del Museo Nacional de
Ciencias Naturales ha analizado los cambios recientes en la distribución
de siete de las principales especies de árboles en Europa. El estudio,
publicado en la revista Global Change Biology, compara las
diferencias en la distribución altitudinal entre individuos jóvenes y
adultos de dichas especies, a lo largo de un rango de latitud que va
desde el sur de España hasta el norte de Suecia.
Asumiendo que la temperatura era más baja cuando se establecieron los
árboles adultos, se esperaba que los juveniles fueran más abundantes a
mayor altitud, ya que ellos se establecieron cuando el clima era más
cálido. Una limitación de esta aproximación es que la sensibilidad a la
temperatura y la capacidad de respuesta es diferente entre ejemplares
jóvenes y adultos de la misma especie. Aun así, los investigadores
consideran que esta aproximación puede ser válida para estudiar los
cambios en la demografía y en la distribución inducidos por el clima.
La temperatura media en el área de estudio se ha incrementado en
0,86⁰C en la última década si se compara con los 30 años previos. Sin
embargo, sólo el abeto (Abies alba) se ajustó a las predicciones del
modelo, observándose una mayor abundancia de juveniles que de adultos a
altitudes superiores. Por el contrario, el haya, la pícea común (Picea abies) y el pino silvestre (Pinus sylvestris) mostraron el patrón opuesto; mientras que en la encina (Quercus ilex), el falso plátano (Acer pseudoplatanus) y el roble albar (Quercus petraea) no se detectaron cambios en la distribución.
El investigador del MNCN Fernando Valladares señala: "Nuestros
resultados contradicen las predicciones teóricas. Esto indica que las
respuestas de los árboles al cambio climático son complejas y están
condicionadas no sólo por factores ambientales, sino también por
procesos internos relacionados con la ontogenia y la demografía de las
distintas especies de arbóreas".
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