Año y medio
después, el número de evacuados en la prefectura de Fukushima rondaba
las 160.000 personas y el de muertos los 1.121. “Alrededor de dos
tercios de estos fallecidos
ECOticias.
“Un accidente en una planta nuclear destruye todo: las tierras,
los trabajos, los hogares… y también los corazones”, ha destacado el
profesor Yotaro Hatamura en la Fundación Ramón Areces. El profesor de la
Universidad de Tokio fue presidente de la extinta Comisión de
Investigación sobre el accidente de las centrales nucleares de
Fukushima, ocurrido en 2011 como consecuencia de un terremoto y
posterior tsunami.
Año y medio después, el número de evacuados en la prefectura de
Fukushima rondaba las 160.000 personas y el de muertos los 1.121.
“Alrededor de dos tercios de estos fallecidos se pueden relacionar con
el accidente nuclear”, ha señalado el experto, quien considera que por
la misma causa muere en Japón una persona al día, y no por los efectos
de la radiación, sino por el hecho de no poder retomar su vida.
“Imaginad un hogar donde conviven personas mayores, el marido, la
mujer y los niños –explica Hatamura a SINC–. La gente siente especial
preocupación porque la radiactividad no afecte a sus hijos, así que los
aleja de la planta nuclear. El hogar se rompe, las familias se
dispersan y les cuesta cada vez más vivir lejos de su hogar”.
“Hoy se habla de estrés psicológico, pero no es solo eso. La vida
diaria se daña y destruye completamente, y también la propia comunidad
–añade–. La comunidad y la vida humana son muy importantes, pero, en
general, no se les presta atención en absoluto”.
Esta es una de las lecciones de seguridad aprendidas tras el
accidente del reactor nuclear del Fukushima, que da título a la
conferencia que ha impartido Hatamura, quien subraya la necesidad de
pensar “que lo que puede suceder, sucede, pero lo que se supone que no
puede ocurrir, o incluso aquello que está más allá de nuestra
imaginación, también ocurre”.
En este sentido, la compañía TEPCO no estaba preparada para fallos
simultáneos en varios reactores, faltaron instalaciones fuera de las
centrales para protegerse de la radiación, la evacuación tampoco se
hizo correctamente y se subestimó el tamaño del desastre, según el
profesor, quien considera “que no vemos lo que no queremos”.
Según el experto, también hubo fallos al adoptar tecnología
importada del extranjero al entorno japonés, se llegaron a denegar
comisiones de seguridad en los años previos porque se pensó que no
hacían falta, no se aprendió de otros accidentes anteriores como el de
Chernóbil, y se constató que no hay un organismo regulador de seguridad
nuclear realmente independiente.
Desmontar el mito de la seguridad nuclear
“Nosotros promovimos el mito de la seguridad en la generación de la
energía nuclear, cuando tiene riesgos”, ha advertido Hatamura, que
añade: “Si no reconocemos los riesgos, no podemos preparar la necesaria
prevención del desastre ni los planes de reducción de su gravedad, que
también son necesarios”.
De todos estos errores hay que aprender, ha dicho el profesor, que
en todo momento habla a título personal y no se pronuncia sobre la
energía nuclear, aunque sí sobre la obligación de reducir nuestro
consumo de electricidad. “En cualquier caso se requiere la tecnología
nuclear, incluso para desmantelar las centrales, si Japón así lo
decidiera”, aclara.
En lo que sí insiste Hatamura es en prepararse frente a los
imprevistos y en la necesidad de una cultura del diálogo y del
pensamiento crítico entre los técnicos, las empresas nucleares, las
administraciones y, sobre todo, la propia sociedad: “Ver con tus
propios ojos, pensar con tu propia mente, para juzgar por ti mismo y
actuar”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario