"Esta es la primera vez que se ha utilizado algas coralinas para controlar los cambios en el hielo marino en el Ártico", destaca Jochen Halfar, profesor asociado en el Departamento de Química y Física de la UTM.
ECOticias.
Las capas de la corteza de calcita de las algas que crecen en el
fondo marino ártico han permitido ver casi 650 años de variación anual
de la cubierta de hielo marino, según un nuevo estudio de la Universidad
de Toronto Mississauga (UTM), en Canadá, publicado en 'Proceedings of
the National Academy of Sciences'. Gracias a este registro, los
investigadores descubrieron una dramática disminución en la capa de
hielo durante los últimos 150 años. "Esta es la primera vez que se ha utilizado algas coralinas para
controlar los cambios en el hielo marino en el Ártico", destaca Jochen
Halfar, profesor asociado en el Departamento de Química y Física de la
UTM.
Con colegas de la Institución Smithsonian, en Estados Unidos;
Alemania y Terranova, en Canadá, Halfar recogió y analizó muestras del
alga de larga vida 'Clathromorphum compactum', que forma rocas gruesas
de capas de calcita en el fondo marino en aguas poco profundas, de 15 a
17 metros, y se distribuye ampliamente en los océanos Ártico y
subártico.
Los buzos recogieron las muestras de zonas de mar cercanas a la
congelación durante varias campañas de investigación lideradas por
Walter Adey, de la Institución Smithsonian. La tasa de crecimiento de
las algas depende de la temperatura del agua y la luz que reciben y,
como la cubierta de hielo marino se acumula en el agua sobre las algas,
el fondo del mar queda oscuro y frío, deteniendo el crecimiento de las
plantas, mientas que, cuando se derrite en los meses cálidos, se reanuda
el crecimiento de sus costras calcificadas.
Este ciclo continuo de latencia y crecimiento genera capas
visibles que se pueden utilizar para determinar la longitud de tiempo
que las algas son capaces de crecer cada año durante la estación libre
de hielo. "Es el mismo principio que el uso de anillos para determinar
la edad de un árbol y los niveles de precipitaciones --pone como ejemplo
Halfar--. Además de contar los 'anillos', se utilizó la datación por
radiocarbono para confirmar la edad de las capas de las algas".
Después de cortar y pulir las algas, Halfar usó un microscopio
especializado para tomar miles de imágenes de cada muestra, que se
combinaron para dar una visión completa de los ejemplares.
Este investigador corroboró la duración de los periodos de
crecimiento de las algas a través de los niveles de magnesio conservados
en cada capa, puesto que la cantidad de este elemento depende tanto de
la luz que llega a las algas como de la temperatura del agua de mar, de
forma que periodos más largos en aguas abiertas y calientes provocan una
mayor cantidad de magnesio en las algas.
Durante la Pequeña Edad de Hielo, un periodo de enfriamiento
global que duró desde mediados de 1500 a mediados de 1800, los
incrementos anuales del crecimiento de las algas eran tan sólo de 30
micras, debido a que la cubierta de hielo marino era extensa, dice
Halfar. Sin embargo, desde 1850, el aumento se han más que duplicado,
dando testimonio de una reducción sin precedentes de la cobertura de
hielo marino que se ha acelerado en las últimas décadas.
Halfar cree que las algas coralinas no sólo representan un nuevo
método para la reconstrucción del clima, sino que son vitales para
ampliar los conocimientos de los registros climáticos en el tiempo para
modelar más exactamente el futuro cambio climático. Actualmente, la
información observacional sobre los cambios anuales en la temperatura de
la Tierra y el clima se remontan a hace 150 años y los datos sobre la
cobertura de hielo marino provienen de satélites y es sólo de finales de
1970.
"En el norte, no hay nada en los mares poco profundos que nos
aporte información sobre el clima, la temperatura del agua o la
cobertura de hielo del mar una vez al año --subraya Halfar--. Estas
algas, que viven más de mil años, pueden ahora proporcionarnos esa
información".
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