Desde enero
pasado, El Salvador reporta 146 tortugas muertas, mientras que en
Guatemala se han encontrado otras 115, según el Consejo Nacional de
Áreas Protegidas (CONAP).
ECOticias.
La muerte de cientos de tortugas marinas en Guatemala, El Salvador, Costa Rica y Panamá, y el retraso o reducción del desove en Nicaragua y Honduras, disparó este año las alarmas de ambientalistas y científicos.
La comunidad científica investigan las amenazas que enfrentan estos
animales, algunas de cuyas variedades están en peligro de extinción.
Desde
enero pasado, El Salvador reporta 146 tortugas muertas, mientras que
en Guatemala se han encontrado otras 115, según el Consejo Nacional de
Áreas Protegidas (CONAP).
Sin brindar cifras, Nicaragua también reporta desde septiembre la
muerte de algunos ejemplares, mientras que Costa Rica informó en enero
pasado de la muerte de 280 tortugas de la especie lora o golfita.
A fines de 2012, Panamá registró la muerte de 200 ejemplares, recordó la bióloga de la Fundación Mar Viva, Isis Pinto.
Otro fenómeno que alarmó a los expertos en Nicaragua, fue que las
tortugas lora arribaron a desovar en las playas del Pacífico a fines de
septiembre con varias semanas de retraso.
“Algunos dicen que (la demora) puede ser por el cambio climático, las
corrientes marinas o las artes de pesca utilizadas”, dijo el biólogo
Iván Ramírez, de la ONG Fundación para el Desarrollo Sostenible de
Nicaragua (Fundenic).
Para el gerente de Vida Silvestre y director de Ecosistemas del
Ministerio de Ambiente de El Salvador, Nestor Herrera, la “hipótesis más
fuerte” sobre las muertes en ese país es que las tortugas se
intoxicaron con “saxitoxina”, que es una sustancia que afecta el sistema
nervioso de los animales y que pudo ser producida por una marea roja.
El Ministerio fue informado de que en la península San Juan del Gozo,
en la costa salvadoreña, perros que comieron parte de las tortugas
muertas sufrieron una “parálisis respiratoria” y murieron casi de
inmediato.
Las saxitoxinas ya habían matado en 2006 a unas 500 tortugas marinas y en 2010 a otras 100 en la costa salvadoreña.
Para el coordinador de la Unidad Ecológica de El Salvador (UNES),
Ángel Ibarra, se debe brindar un informe científico porque “casi todos
los años se tiene marea roja y nunca hubo muertes masivas”.
La amenaza de los barcos
En Guatemala, el jefe de la sección de Hidrobiológicos de CONAP, José
Martínez, dijo que hasta agosto pasado se había establecido, como
posibles causas del fenómeno, la pesca industrial de arrastre y la pesca
artesanal con trasmallo.
José Leonidas Gómez, del directorio del Proyecto de Conservación de
Tortugas Marinas “Yo Protejo mi Mundo”, declaró que en las tortugas que
fueron localizadas en la salvadoreña playa San Diego, los técnicos no
encontraron ingesta de alimentos, por lo que presume que murieron en
redes de barcos.
El biólogo Fabio Buitrago, de Fundenic, comentó que en el caso de
Nicaragua, la muerte de tortugas es por la pesca con explosivos o uso de
anzuelos, boyas y cuerdas.
“Los mismos pescadores dicen que es causa de la pesca con bomba (artefactos explosivos)”, resume Buitrago.
Difícil conservación
Para el veterano cuidador de tortugas Antonio Benavides, el panorama
para la conservación de las tortugas se vuelve más “difícil” por cuanto
de cada mil crías que se adentran en el mar sólo una se convierte en
adulta y regresa a la costa a depositar sus huevos en 20 años.
Los problemas de las tortugas en Centroamérica no se limitan a este fenómeno de muertes sino también a su fertilidad.
En septiembre, científicos internacionales advirtieron acerca de la
urgencia de investigar las causas de la disminución de 40 por ciento en
la producción de huevos de tortuga en una de las playas de Honduras.
“Es doloroso observar las tortugas que aparecen muertas”, declaró
Antonio Benavides, quien ha dedicado 24 de sus 57 años a cuidar viveros
de los quelonios en San Diego, una playa a 40 km al sur de San
Salvador.

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