La ONU
ha advertido de que el cambio climático se acelera y la falta de acción
conlleva graves riesgos, al iniciarse este lunes la 18 Conferencia
Intergubernamental sobre Cambio Climático en Doha.
Como preámbulo a la reunión, que se considera como una de las
más cruciales desde que se adoptara el Protocolo de Kioto en 1997, el
único tratado existente sobre reducción de emisiones, que expira a
finales de año, la ONU presentó las últimas investigaciones de sus
expertos sobre la evolución del cambio climático.
Sin ambigüedades, los especialistas advierten que la acción contra el calentamiento del planeta debe "acelerarse sin demora" porque el tiempo se agota para mantener el aumento de la temperatura media global por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, considerado crítico por los científicos.
En 2010, último año del que se tienen datos completos, las emisiones de los principales gases causantes del efecto invernadero -principal acelerador del cambio climático- fueron de 50.100 millones de toneladas.
A este ritmo llegarán a 58.000 millones de toneladas en 2020, frente a los 44.000 millones que se consideran aceptables para poder afrontar mayores reducciones a costos razonables.
Por tanto, uno de los desafíos en Doha consistirá en que los países reconozcan el desfase entre las emisiones a las que se comprometieron y lo que en realidad se requiere para mantener la temperatura en el máximo fijado.
Para los expertos de la ONU la urgencia de tomar acciones es cada vez más evidente si no se quiere llegar al escenario probable -revelado hace unos días por un estudio del Banco Mundial- de lo que significaría un aumento de 4 grados centígrados de la temperatura media del planeta para finales de este siglo.
Ello tendría "consecuencias devastadoras", con olas de calor extremas y la subida de nivel mar de hasta un metro en ciertas zonas.
Anticipando esos peligros reales, de la Conferencia de Doha deberían surgir los detalles de la extensión del Protocolo de Kioto, así como los parámetros de un nuevo acuerdo universal vinculante sobre cambio climático, más claro y ambicioso, a adoptarse en 2015.
Kioto sólo obliga a las naciones desarrolladas -excepto EEUU- y del tratado se han desmarcado Rusia, Japón y Canadá.
La imperiosa necesidad de avanzar en este proceso se desprende también de los datos que acaba de presentar la Organización Meteorológica Mundial, una agencia científica del sistema de Naciones Unidas.
Según las mediciones recopiladas por sus especialistas, la concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y oxido nitroso) en la atmósfera alcanzó nuevos récords históricos en 2011.
Las delegaciones oficiales -más de un centenar de ellas encabezadas por ministros de Estado- que estarán reunidas hasta el 7 de diciembre en Doha centrarán parte de su atención en las posiciones con las que llegarán dos actores mayores, pero reticentes a los compromisos concretos: Estados Unidos y China.
La reelección del presidente Barack Obama en EEUU genera esperanzas de que su delegación se comprometa con el objetivo de un aumento de temperatura inferior a los 2 grados centígrados y que explique cómo conseguirá su propia meta de reducir sus emisiones en un 17 por ciento.
De China, donde acaba de confirmarse el cambio de liderazgo político, se esperan indicaciones de su voluntad de moverse más rápido hacia una economía que consuma menos energía fósil.
Por el momento, las autoridades han adelantado que están dispuestas a alcanzar su "pico" de emisiones en un plazo más corto del previsto, sin intentar imitar a los países industrializados, que lo hicieron -según Pekín- cuando su nivel de Producto Interior Bruto (PIB) per cápita se sitúo entre los 40.000 y 50.000 dólares.
Una vez que el máximo de emisiones en China se alcance -en un plazo que no se ha precisado- se mantendrá estable por un buen tiempo y luego empezará a bajar, según la posición que ha adelantado China. EFE
Sin ambigüedades, los especialistas advierten que la acción contra el calentamiento del planeta debe "acelerarse sin demora" porque el tiempo se agota para mantener el aumento de la temperatura media global por debajo de 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales, considerado crítico por los científicos.
En 2010, último año del que se tienen datos completos, las emisiones de los principales gases causantes del efecto invernadero -principal acelerador del cambio climático- fueron de 50.100 millones de toneladas.
A este ritmo llegarán a 58.000 millones de toneladas en 2020, frente a los 44.000 millones que se consideran aceptables para poder afrontar mayores reducciones a costos razonables.
Por tanto, uno de los desafíos en Doha consistirá en que los países reconozcan el desfase entre las emisiones a las que se comprometieron y lo que en realidad se requiere para mantener la temperatura en el máximo fijado.
Para los expertos de la ONU la urgencia de tomar acciones es cada vez más evidente si no se quiere llegar al escenario probable -revelado hace unos días por un estudio del Banco Mundial- de lo que significaría un aumento de 4 grados centígrados de la temperatura media del planeta para finales de este siglo.
Ello tendría "consecuencias devastadoras", con olas de calor extremas y la subida de nivel mar de hasta un metro en ciertas zonas.
Anticipando esos peligros reales, de la Conferencia de Doha deberían surgir los detalles de la extensión del Protocolo de Kioto, así como los parámetros de un nuevo acuerdo universal vinculante sobre cambio climático, más claro y ambicioso, a adoptarse en 2015.
Kioto sólo obliga a las naciones desarrolladas -excepto EEUU- y del tratado se han desmarcado Rusia, Japón y Canadá.
La imperiosa necesidad de avanzar en este proceso se desprende también de los datos que acaba de presentar la Organización Meteorológica Mundial, una agencia científica del sistema de Naciones Unidas.
Según las mediciones recopiladas por sus especialistas, la concentración de gases de efecto invernadero (dióxido de carbono, metano y oxido nitroso) en la atmósfera alcanzó nuevos récords históricos en 2011.
Las delegaciones oficiales -más de un centenar de ellas encabezadas por ministros de Estado- que estarán reunidas hasta el 7 de diciembre en Doha centrarán parte de su atención en las posiciones con las que llegarán dos actores mayores, pero reticentes a los compromisos concretos: Estados Unidos y China.
La reelección del presidente Barack Obama en EEUU genera esperanzas de que su delegación se comprometa con el objetivo de un aumento de temperatura inferior a los 2 grados centígrados y que explique cómo conseguirá su propia meta de reducir sus emisiones en un 17 por ciento.
De China, donde acaba de confirmarse el cambio de liderazgo político, se esperan indicaciones de su voluntad de moverse más rápido hacia una economía que consuma menos energía fósil.
Por el momento, las autoridades han adelantado que están dispuestas a alcanzar su "pico" de emisiones en un plazo más corto del previsto, sin intentar imitar a los países industrializados, que lo hicieron -según Pekín- cuando su nivel de Producto Interior Bruto (PIB) per cápita se sitúo entre los 40.000 y 50.000 dólares.
Una vez que el máximo de emisiones en China se alcance -en un plazo que no se ha precisado- se mantendrá estable por un buen tiempo y luego empezará a bajar, según la posición que ha adelantado China. EFE
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